A 10 años del devastador Tsunami en Tailandia: argentinos recuerdan la catástrofe

Fue primera vez en 100 años que un maremoto originado por un sismo en el Índico iba a afectar las costas circundantes. Cerca de 250 mil personas resultaron muertas por la catástrofe

La mañana del 26 de diciembre de 2004 un poderoso Tsunami arrasó con las playas de Tailandia, dejando alrededor de 250 mil muertos por la catástrofe, miles de desaparecidos y enormes pérdidas materiales.

Dos de los sobrevivientes argentinos del tsunami, Bárbara Villafañe y Ezequiel Gaspes, recordaron los pormenores de aquella catástrofe natural del 26 de diciembre de 2004.

"Nadie nos había advertido nada sobre un riesgo de tsunami: de hecho, antes de ese momento no era muy común escuchar esa palabra. La noche anterior hubo un sismo pero a nadie le llamó la atención", explicó la médica Bárbara Villafañe, quien por entonces tenía 25 años y disfrutaba con su madre de unos días en la isla de Phi Phi, como regalo de graduación.

El terremoto de 9,3 en la escala Richter y 10 minutos de duración que dio origen al tsunami se había producido a unos 500 kilómetros de allí, frente a las costas del noroeste de la isla de Sumatra (Indonesia), a las 6.58 hora local y a unos 10 kilómetros de profundidad.

Era la primera vez en 100 años que un maremoto originado por un sismo en el Índico iba a afectar las costas circundantes. Por tal motivo, las víctimas fatales fueron tan numerosas, ya que nadie estaba preparado.

Al biólogo bonaerense Ezequiel Gaspes, quien estaba de luna de miel con su esposa Cecilia, le llamó la atención cómo "la bahía que veíamos desde nuestra habitación, se empezó a vaciar" y cómo "el agua, que siempre era turquesa, se puso amarronada".

El maremoto posterior, que llegó en primer lugar a la ciudad indonesa de Banda Aceh -con olas de hasta 30 metros- afectó no sólo a los países asiáticos que bordean el Índico (Indonesia, Sri Lanka, Tailandia, India, Myanmar, Malasia, Bangladesh), sino a otros países de la región y africanos, como Somalia, Tanzania, Kenia, Madagascar y Sudáfrica.

"No sabíamos de qué se trataba; veíamos mucha gente herida o perdida y no había teléfono, radio, luz ni agua. Nos indicaron subir a un morro porque decían que se venía una ola más grande, así que cargamos todos los alimentos del frigobar y abandonamos el hotel", contó Gaspes.

"El agua se retiraba más de lo normal, pero cuando salimos de la habitación, empezamos a ver las casas destruidas, gente lastimada, todo el mundo corriendo. Por eso nos juntamos con otros médicos, cada uno fue aportando lo que tenía en su botiquín e improvisamos una sala de primeros auxilios usando las colchonetas del spa", contó.