Grecia se polariza por la crisis

La derecha neonazi duplicó su apoyo de la mano de violentas acciones contra inmigrantes. La izquierda sería la fuerza más votada. El ajuste marca la caída de los conservadores. Los peligros.

La histórica crisis que atraviesa Grecia y el ajuste social como única respuesta del gobierno conservador de Antonis Samarás ha extendido la miseria por todo el país, pero también ha provocado que el descontento radicalice las posturas, permitiendo el crecimiento de la extrema derecha, protagonista de decenas de ataques racistas contra los inmigrantes en los últimos meses. 

De haber elecciones, el panorama político sería dirigido hoy por el partido de izquierda Syriza, consolidado como principal oposición y única alternativa racional a las compulsivas medidas de recorte impulsadas por los partidos de la coalición del gobierno. En el otro extremo, el neonazi Amanecer Dorado, que sacó un importante porcentaje de 6,9% en los comicios legislativos de junio de este año, duplicaría su apoyo en las urnas y en la calle, donde expanden su poder con violentas intervenciones. 

Según un reciente sondeo, que confirma estas proyecciones, los conservadores de Nueva Democracia, principal partido dirigente, quedaría relegado a la segunda fuerza junto a sus aliados. Pero más allá de Grecia, el escenario planteado allí repercute y genera especulaciones en toda Europa, debido a que es el país más afectado por la crisis pero no el único, y todo indica que la espiral de decadencia se llevará por el mismo camino a naciones como España o Portugal. De repetirse las respuestas, el fenómeno de la extrema derecha, visible también con buenos resultados en Francia, podría propagarse por todo el Viejo Continente, ante una dirigencia política que no ofrece alternativas y se ve atrapada por las redes de los mercados financieros. 

El fascismo italiano y el nazismo alemán, cabe recordar, nacieron de un fuerte descontento nacional. Los tiempos son distintos, el escenario también, pero los peligros de la ultraderecha están siempre vigentes. Mas aún si sólo se recurre a viejas fórmulas para la crisis.