35 años de democracia y un legado traicionado
Se cumple un aniversario de aquel domingo que fue sinónimo de emociones y libertades: el 30 de octubre de 1983.
Dos fechas hacen de octubre un mes con historia para los argentinos: una, el 17 de octubre de 1945, la multitud en la Plaza de Mayo pidiendo por la libertad de Perón y colocando en ese acto la piedra fundacional del Peronismo.
La otra, sinónimo de emociones y libertades: el 30 de octubre de 1983, del que hoy se cumplen 35 años. Aquel domingo, se enterraban para siempre los años de plomo y dolor dictatorial, y 18 millones de personas volvían a votar en elecciones abiertas después de siete años de dictadura.
Más allá del resultado -Raúl Alfonsín se impondría a Ítalo Luder-, el acontecimiento configuraba una fiesta en sí misma: volvía la democracia al país, los sueños se desperazaban, la esperanza y el futuro eran jóvenes. La democracia, creímos, debía reparar tanta pobreza, sanar las heridas, traer felicidades.
Así lo creyó Alfonsín, quien en su primer discurso, dijo que se inauguraba “un largo período de paz y de prosperidad y de respeto por la dignidad del hombre y de los argentinos”. Así lo creyó este diario, fundado sobre la base de aquellos ideales en el primer aniversario del retorno democrático, el 10 de diciembre de 1993.
Duele caer en la cuenta de que aquel legado, el de Alfonsín, haya sido traicionado por quienes lo sucedieron, incluso aquellos que llegaron al poder colgándose de algunas de sus banderas, como el Gobierno actual. Ojalá, la Patria dé a luz nuevos días de esperanzadora felicidad como aquel octubre de 1983.