¿Autos cuidados? Las trampas de un nuevo parche K
El plan del gobierno para frenar la caída del sector automotriz no ataca los problemas de fondo. Del fracaso de los “precios cuidados” a las dudas por el financiamiento
La drástica caída en la venta y la producción de autos tuvo como respuesta una receta tibia y ya utilizada por el gobierno nacional: los “precios cuidados” para el sector. Si bien Cristina, consciente de los fracasos anteriores, eligió un nombre con mejor marketing, el Pro.Cre.Auto, los especialistas advierten sobre sus limitaciones y las trampas que se esconden tras el anuncio oficial.
El acuerdo con las automotrices llegó tras un largo tira y afloje entre funcionarios y empresarios, que contribuyó a empeorar el panorama comercial, ya estancado por la recesión que vive el país. La clase media, se sabe, comienza a reducir sus gastos en tiempos de crisis, y cambiar el auto no es más que darse el gusto en la gran mayoría de los casos. Por eso, cuando los salarios apenas alcanzan para los gastos cotidianos, las pequeñas inversiones del soberano quedan relegadas para tiempos mejores.
Es por esto que el primer punto dudoso del plan K es la supuesta baja de los precios, de entre un 3% y un 13%, promediando un siete por ciento en la mayoría de los 26 modelos ofrecidos. Durante las negociaciones previas se buscaba una rebaja del 20%, pero Débora Giorgi, la ministra de Industria, fracasó, y por eso mismo se negó a modificar el impuesto a los autos de alta gama.
Las trampas
Los “precios cuidados”, decíamos, resulta un mentira si se consideran los valores que los mismos vehículos hace apenas un año. El Peugeot 207 Allure, por ejemplo, costaba en junio de 2013 $96.800, mientras el plan del gobierno lo fijó hoy en $131.300. Es decir, una suba del 36% en sólo 12 meses, más que cualquier mejora salarial. El mismo porcentaje subió el Chevrolet Classic, encareciéndose en un año 28 mil pesos. Por ello, el titular de ACARA, Abel Bomrad, mostró su malestar ante las ínfimas rebajas argumentando que los propios concesionarios, desde hace meses, vienen ofreciendo quitas mayores y las ventas igual se desplomaron.
De aquí se desprende la otra mentira: la financiación, que en el Pro.Cre.Auto es del 17 al 19,2%. Sin embargo, como lo confirmaron especialistas del sector, este costo puede llegar al 29 por ciento anual considerando otros gastos financieros y obligatorios a la hora de comprar un auto. Además, se debe considerar el alza en los costos de mantenimiento que hoy implica un 0km, con la nafta por las nubes, la patente, el seguro, y otros.
Por otro lado, para poder acceder a los créditos de financiación que ofrece el plan K se debe tener un ingreso superior a los ocho mil pesos. Si consideramos que esta semana el propio Indec reconoció que la mitad de la población tiene ingresos que no superan los $4.500, y el 70% no llega a los seis mil pesos mensuales de salario. Claramente, así como no es un programa de “precios cuidados”, tampoco el plan podría llamarse “autos para todos”.
Recesión, baja de la actividad comercial, miles de trabajadores del sector automotriz suspendidos o con reducción de horas, despidos en distintas ramas de la economía, inflación y pérdida de poder adquisitivo, el país al borde del default, y Cristina que propone un nuevo parche, esta vez para los autos. Ya son 11 años de parches. Queda uno más, y sólo la crisis se avizora en el horizonte.
Dificultades para revertir la tendencia a la baja
Durante la década K, el sector productivo ha sido desmantelado, y los grandes beneficios han recaído sobre el sector financiero y los grupos concentrados que saquean nuestros recursos naturales, en manos extranjeras. Así pues, la recesión ha entrado recién en su etapa inicial, ya que los especialistas aseguran que la industria nacional, o lo poco que queda de ella, no llegará a recuperarse en el corto plazo, tal como pretende la Casa Rosada.
Desde la Fundación de Investigaciones Latinoamericanas (Fiel), aseguraron que “en el segundo semestre de este año, seguro que no va a revertirse la tendencia”, luego de que el Indec confirmara que la actividad industrial lleva diez meses consecutivos de caída interanual. “Hoy el indicador de la actividad ajustado por estacionalidad sigue cayendo y no vemos señales técnicas de que se pueda salir rápidamente de esta situación”, explicó Guillermo Bermúdez, economista de la Fundación.
En parte, las perspectivas se explican por la caída del sector automotriz (35%) y el poco entusiasmo que generó el plan del gobierno para apuntalar las ventas, y por los malos resultados del sector de la metalmecánica, que se deben, a su vez, a la gran caída de los productos de línea blanca y también por las autopartes.
“Tal vez en 2015 deje de caer. Probablemente haya una recomposición en algunos sectores pero es difícil que se recupere el nivel de caída de este año”, dijo por su parte Fausto Spotorno, economista de la consultora Ferreres & Asociados. En este sentido, el especialista esgrimió como argumento que “no hay capacidad de crecimiento, la inversión es baja, el salario real está negativo y el empleo tampoco crece”.
