Cuadernos, coimas y el espejo impune de la Argentina

Con “los cuadernos de las coimas”, el Presidente abrió una caja de Pandora sin tapa que ya no podrá cerrarse.

Con “los cuadernos de las coimas”, el Presidente abrió una caja de Pandora sin tapa que ya no podrá cerrarse.

Su ingenua intención, intentando tapar la crisis económica y política de su Gobierno con el barro de la corrupción K, se le fue de las manos. En primer lugar, porque la corrupción no es partidaria ni unilateral. Porque también lo envuelve a él, a su padre, ya jubilado pero contratista del Estado desde los tiempos de la dictadura, a su primo, Ángelo Calceterra y a buena parte de su entorno. Socma e Iecsa han integrado por años el club de la obra pública que ahora se investiga y que salpica también a empresas de renombre como Techint, al extitular de la Cámara de la Construcción, Carlos Wagner, y a poderosos y adinerados como Aldo Roggio, por solo citar algunos de los ahora “arrepentidos”.

Precisamente Roggio, ayer se “arrepintió”, habló y confesó el pago de retornos por los subsidios que recibía para Metrovías.  

¿Cómo evitará el Presidente que estos empresarios con riesgo de prisión queden en silencio, sin delatar a quien creían un par pero los empujó fuera del circuito?

En pleno auge de la Patria contratista K, incluso siendo parte de ese fango, Macri y la Gobernadora eran a su vez los gobernadores de la Capital del país. Unidos en el espanto, callaron mientras la corrupción pasaba ante sus ojos. Tan fuerte parece ser esa unión que ayer, por falta de quórum, se frustró la sesión del Senado en la que se debían debatir los allanamientos a la expresidenta Cristina Kirchner. Al oficialismo le faltó un legislador: Esteban Bullrich, que adujo que estaba “de viaje”. Él, justamente, es uno de los principales investigados, junto a la Gobernadora, por el caso de los aportantes truchos.  

Como sea, ahora que la caja de Pandora se abrió, el silencio de los empresarios, antiguos pares de Macri, será caro e imposible para el Gobierno.

Pero, lo más grave aún es que el escándalo ensancha la herida profunda que recorre al país. Ante una crisis económica que empobrece, cuando los recursos, la obra pública y el empleo escasean, un caso de semejante envergadura aumenta la desconfianza, espanta a los inversores. Tristes consecuencias del espejo impune de la Argentina cuyo reflejo se extiende hasta nuestros días.