El reino del revés
En la Argentina, por obra y gracias del kirchnerismo, estamos perdiendo la capacidad de asombro. Nos estamos acostumbrando a las situaciones más insólitas, como si viviéramos en “el reino del revés”.
Por ejemplo, ayer, mientras el gobierno se sigue empeñando en evitar mencionar la palabra inflación, y recurre a absurdos artilugios gramaticales como “variación de precios relativos” y “problemas en la cadena de valor”, se puso claramente de manifiesto que el incremento del costo de vida no parece tener techo. Concretamente, se conoció el índice inflacionario mensual más elevado desde 1990: 2,4% en noviembre (ver página 5).
Lo más insólito es que, la máxima autoridad económica del país, como los es “el marxista” Axel Kicillof, sigue sosteniendo que en la Argentina no hay inflación ya que “las tarifas no aumentan”. Y ello no ocurre por los multimillonarios subsidios, más de $140 mil millones al año, que se sostienen con una alocada emisión monetaria del Banco Central, que precisamente es uno de los combustibles principales de la ola inflacionaria.
La maquinita, mal que le pese a los K, ya no da abasto para sostener semejante despilfarro y por eso el tarifazo sería inminente. De ahí que, para describir el posible impacto de esta verdadera bomba de tiempo, la palabra inflación hasta podría quedar chica. Si como todo esto no fuera suficiente, y pese a la salida del polémico Guillermo Moreno, el INDEC sigue insistiendo en que se puede comer con $6 por día. Si no fuera trágico, hasta resultaría cómico.
La inflación fue uno de los principales causantes de la rebelión policial de la última semana, ante agentes que cobran salarios que los obliga a vivir en situación de pobreza. Los distintos gobiernos provinciales intentaron apagar ese incendio con aumentos significativos que llevaron los haberes iniciales de los policías a un promedio de 8750 pesos, prácticamente el doble de lo que cobra un auxiliar docente. Por ende ahora se viene una fuerte ofensiva del resto de los gremios para que se masifiquen los aumentos (ver página 4). El interrogante a plantear el siguiente: ¿de donde saldrán los recursos, en las provincias, para cumplir con los reclamos de los trabajadores?
Impunidad judicial
El reino del revés también se da en el ámbito judicial, donde los K –sabiendo que la Constitución nacional les pone fecha de vencimiento- intentan garantizarse impunidad, para evitar estar tras las rejas cuando dejen el poder. No fue casualidad, en ese sentido, que ayer se haya decidido suspender al fiscal federal que se animó a investigar a Lázaro Báez, sindicado de ser un presunto testaferro de la familia presidencial (ver página 7).
Así es como ayer nos tuvimos que desayunar con la noticia de que siete simples bomberos fueron imputados por la Justicia, al no haber podido encontrar el cadáver del joven Lucas Menghini Rey entre los fierros retorcidos del tren que chocó en la estación de Once en febrero de 2012, mientras todos los funcionarios K que participaron del saqueo y de la destrucción del sistema ferroviario gozan de absoluta libertad. Y hasta se dan el lujo de tener un lujoso yate escondido en Uruguay.
Nos estamos refiriendo, específicamente, al exsecretario de Transporte, Ricardo Jaime, que ocupó ese cargo durante todo el mandato de Néstor Kirchner y comienzos de la gestión de Cristina Fernández, teniendo línea directa con el santacruceño. No por casualidad, el ministerio de Planificación, que es conducido desde el año 2003 por Julio De Vido (que ni siquiera fue salpicado por la investigación judicial por el siniestro ferroviario), y que incluía a la secretaría de Transporte, es considerado “una de las principales cajas políticas” de los K. Estamos hablando de cientos de millones de dólares en concepto de subsidios al transporte que, durante años, en lugar de haberse destinado a mantener y mejorar la red ferroviaria, le terminaron llenando los bolsillos a funcionarios y amigos del poder, en un país donde cada persona que se sube a un tren no tienen la garantía de poder llegar sano y salvo a destino.
La embarcación se encuentra en el puerto de Piriápolis, una amable localidad balnearia del este uruguayo. El yate está valuado en 1 millón de dólares y forma parte de los bienes sospechados de formar parte de un enriquecimiento ilícito. Esa embarcación estuvo antes en un amarradero privado de Florianópolis, Brasil, proveniente de Punta del Este y camino a las aguas que rodean la ciudad más norteña de Angra dos Reis.
Falsa sonrisa
El broche de oro del reino del revés estará a cargo del Ministro de Interior y Transporte, Florencio Randazzo, que volvió a mostrar su amplia sonrisa para anunciar, con bombos y platillos, que el Banco Mundial aprobó un crédito para la construcción de un Metrobús de 26 kilómetros que unirá al partido bonaerense de La Matanza con la ciudad de Buenos Aires.
La Matanza es el distrito con mayor nivel de pobreza e indigencia de la Provincia de Buenos Aires, donde las necesidades de la población poco tienen que tener “un trencito de la alegría”, como el que ayer anunció el gobierno.
Asimismo, la historia reciente de los manejos que ha hecho el gobierno K, con los préstamos del Banco Mundial, no han sido para nada exitosa. Por ejemplo, se habrían pagado importantes sobreprecios en obras de refacción de estaciones ferroviarias, que habrían sido una mera fachada para hacer negocios oscuros con empresarios amigos del poder.
El mega metrobús de Randazzo se parece mucho al tren bala que, con mucho énfasis, impulsaron Jaime y Kirchner, en momentos en que el sistema ferroviario se caía a pedazos. De hecho, fue tan ridículo lo que anunció el hombre de la eterna sonrisa, que ayer mismo, por la falta de inversiones y mantenimiento, descarriló un tren de la línea Sarmiento que ingresaba a estación Once. Es la propia realidad la que se empeña en desmentir a la administración K.