Entre ellos se pelean y nos devoran a todos

En Cambiemos, las internas están a flor de piel, pero la cuestión aquí es que los devorados somos nosotros

Si entre ellos se pelean, los devoran los de afuera, reza aquel clásico verso que José Hernández le hace cantar al gaucho Martín Fierro.

En Cambiemos, las internas están a flor de piel, pero la cuestión aquí es que los devorados somos nosotros. Pues, lo que importa es ganar la elección y, en ese plan, el ajuste y el dinero disponible para una u otra provincia, para uno u otro destino, van en función del objetivo primigenio.

Veamos, como si no le faltaran pobreza y desocupación a la Provincia que habitamos, el Presupuesto 2019 implicará, como anticipamos, un recorte de $41.000 millones, que significarán menos obras, salarios y jubilaciones más bajas, a la par que, más impuestos o tarifazos para afrontar esa falta de recursos. Nadie o muy pocos pagarán esos impuestos: entre comer y contribuir a un Estado que no los contiene, los bonaerenses optarán por lo primero.

A la Gobernadora se la ha visto preocupada en estos días. ¿Qué la preocupa? Por ejemplo, no contar con el dinero suficiente para contener al siempre olvidado Conurbano, último orejón del tarro donde la miseria crece y las necesidades básicas se satisfacen cada vez menos; la preocupa no poder seguir manteniendo siquiera la esclavizante ayuda social en familias que sueñan con salir de pobres con un empleo genuino que el Estado no les garantiza; la preocupa, más que la precariedad en que viven esos compatriotas, no tener escriturado el voto de ellos en la próxima elección.

Las encuestas arrojan una caída fuerte de su imagen, dato que la complia a ella y a Macri: se sabe, quien gana en la Provincia, gana en el país. Por eso, que en medio del recorte, el jefe de Gabinete nacional, Marcos Peña, haya deslizado que la Provincia deberá arreglárselas “con lo que tiene”, es para Vidal un atajo hacia la derrota, que puede arrastrar al Presidente y a los intendentes que vayan bajo la bandera de Cambiemos.

Una presunta derrota para una elección a la que le faltan poco más de nueve meses. Muy poco dirán algunos. Demasiado para quienes lo miden con el tiempo de sus urgencias: los que más sufren y piensan en el plato de comida que quizá no verán hoy, ni mañana, ni pasado.