Hacete amigo del juez y a molestar no te metas

El procurador interino, Eduardo Casal, resolvió anular la designación de Juan Pedro Zoni en la fiscalía federal que ocupaba en Comodoro Py desde hacía tres años y mandarlo a una fiscalía criminal y correccional. El dictamen está hecho a la medida no solo del interés de Mauricio Macri

“La ley es tela de araña, y en mi ignorancia lo explico, no la tema el hombre rico, no la tema el que mande, pues la rompe el bicho grande y sólo enrieda a los chicos”.

Lastimosamente, los versos que José Hernández puso en boca del gaucho Martín Fierro recobran vigencia con la decisión de desplazar al fiscal que investigaba el escándalo del Correo Argentino -empresa del Grupo Macri- y que había imputado al Presidente por el intento de la condonación de una deuda que en la actualidad acumula $4.000 millones (y $70 mil millones al cierre del plan de pagos).

En concreto, el procurador interino, Eduardo Casal, resolvió anular la designación de Juan Pedro Zoni en la fiscalía federal que ocupaba en Comodoro Py desde hacía tres años y mandarlo a una fiscalía criminal y correccional. El dictamen está hecho a la medida no solo del interés de Mauricio Macri, que pretende salir indemne del caso, sino también de buena parte del Gabinete presidencial: Zoni, además, había imputado al ministro de Comunicación, Oscar Aguad y al ministro de Finanzas, Luis Caputo, por la emisión del bono a cien años. Desplazarlo es, sencillamente, disciplinarlo y, a través de él, dirigir un tiro por elevación hacia toda la Justicia.

Tan torpe como lamentable, el desplazamiento no hace más que arriar las banderas del cambio con las que Macri ganó la Presidencia. Es entonces cuando se comprueba que la lucha contra las injusticias, la corrupción y la mentira no han sido más que meras promesas de campaña para ganar una elección. Olvidadas al momento de ocupar la Casa Rosada.

¿Acaso no era una práctica K usar el Estado como una empresa, hacer negocios con él y desplazar jueces o fiscales cuándo decidían investigar? ¿Acaso no es una práctica macrista?

La causa del Correo lleva 17 años en trámite. Pero nunca se decretó la quiebra (que arrastraría a las controlantes Sideco y Socma) de la empresa que, por decisión de Franco Macri, supo presidir el último gobernador bonaerense de la dictadura, Jorge Rubén Aguado. Además de la deuda, que continúa impaga gracias a distintas maniobras del clan empresario que gobierna, las denuncias que investigaba Zoni apuntaban al intento de vaciamiento del Correo con movimientos de dinero hacia Socma.

También, la fiscal Gabriela Boquin, denunció la situación por “abusiva” y “ruinosa” para las arcas públicas. El Gobierno buscó sacarla del juego. No pudo con ella, pero sí con Zoni, que hasta días antes de su apartamiento había pedido nuevas medidas de prueba. Ahora, si el fiscal decide accionar judicialmente por su desplazamiento deberá hacerlo en el fuero contencioso administrativo, plagado de jueces afines al Gobierno.

 Ante este cuadro de situación, ¿qué valor moral le garantiza al soberano que la Justicia no está manchada por intereses subalternos? ¿Quién le puede asegurar aquello de que todos somos iguales ante la ley?  

Lo grave, además, es que quienes nos gobiernan pretenden una licencia para llevar a sus arcas el dinero de todos los argentinos. Perdonarle al Correo su millonaria deuda es privar a la AFIP de los impuestos que cualquier hijo de vecino debe pagar. La maniobra es un espejo de aquella otra por la que el zar del juego, Cristóbal López, cayó preso: la evasión de impuestos por más de $17.000 millones. López no pudo ejecutar sus planes sin aval de los funcionarios kirchneristas de turno. Quienes gobiernan ahora pretenden que el Correo sea beneficiado con artilugios similares, con el visto bueno del Ejecutivo. Porque son lo mismo, porque están de ambos lados del mostrador.

Y sin embargo, los contribuyentes, ingenuos tal vez, continuamos haciendo un noble esfuerzo pagando los impuestos. Porque creemos en esa rueda virtuosa que nunca acelera, confiando en que alguna vez lo que dejamos en la AFIP no se esfumará en los bolsillos de los poderosos, sino que volverá en escuelas, caminos, rieles, barcazas y créditos blandos para las PyMes. Contribuimos con la esperanza de un futuro mejor, en el que triunfe la justicia y no se aplique, como hasta ahora, la perniciosa ley del embudo.