La violencia política y las fake news, el caldo de cultivo del atentado contra CFK

Muchos medios difundieron información falsa y minimizaron la gravedad del hecho.

El intento de magnicidio de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner en el 2022 reveló las peores miserias de la política y de los medios de comunicación que en muchos casos difundieron información falsa y minimizaron la gravedad del hecho en medio de un clima de creciente crispación que se vivía en el país.

“Chorra, mafiosa, corrupta, asesina”, formaban parte de los gritos de una ciudadana en una marcha. Palabras cargadas de odio. “Te vamos a sacar a patadas en el c..., te vamos a ahorcar, ya hiciste demasiado”, también le espetaba otro hombre con un megáfono en plena calle. “Muerte a Cristina, Máximo y a la hija, muerte”, gritaba otra manifestante en el marco de una serie de protestas que se daban en el marco del juicio por la obra pública, en el que el fiscal Diego Luciani pidió 12 años de prisión contra la expresidenta en la causa Vialidad.

En este contexto, el diputado nacional con mandato hasta el 2023, Francisco Sánchez, pidió “pena de muerte” para Cristina Kirchner, por medio de sus redes sociales, al asegurar que se debería aplicar en “delitos de corrupción”.

El hombre, reconocido por sus posturas ultraconservadoras, como integrante de Acción Republicana fue uno de los mentores de que se colgaran bolsas mortuorias en las puertas de la Casa Rosada.

No llama la atención entonces que a esas alturas que la primera en “criticar” las declaraciones del entonces presidente Alberto Fernández sobre el caso fuera la entonces presidenta del PRO, hoy ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, quien apuntó en X: “El presidente está jugando con fuego: en vez de investigar seriamente un hecho de gravedad, acusa a la oposición y a la prensa, y decreta un feriado para movilizar militantes. Convierte un acto de violencia individual en una jugada política. Lamentable".

Otro que también brindó un papel lamentable fue el entonces diputado de Evolución Radical, Martín Tetaz, que señaló: “Llamemos a las cosas por su nombre”, fue lo primero que escribió. Y continuó: “Esto no es violencia política. No hay ningún movimiento político armado, ni nadie adjudicándose lo que hasta ahora parece ser la torpe acción de un desequilibrado sin conexión con la política, que dejó en evidencia el fracaso de la custodia”.

“¿Alguna vez se harán cargo de algo? ¿Quién es responsable de la seguridad de la vicepresidente? ¿Renunció alguien a su cargo? ¿La irresponsabilidad del santuario de Recoleta de quién es? Ah... pero la oposición”, tuiteó el radical Ricardo Buryaile.

Una oportunidad perdida para la política

Luego del atentado, el Congreso intentó lograr un repudio al hecho. La Cámara de Diputados realizó una sesión especial para exigir “una pronta investigación y condena a los responsables”. Sin embargo, el presidente del bloque del PRO en la Cámara de Diputados, Cristian Ritondo, expresó su desacuerdo en que se vincule ese pronunciamiento con los “discursos de odio”.

“En la sesión se dará un repudio institucional. El Congreso tiene que repudiar el intento de homicidio que sufrió la vicepresidenta. Pero no estamos de acuerdo con el texto que ha presentado el Frente de Todos, con la parte que tiene que ver con los discursos de odio y con poner la responsabilidad en la oposición y en medios de comunicación”, dijo Ritondo entonces.

Por el lado del Senado, las mezquindades políticas hicieron que la mitad del hemiciclo estuviera vacío debido al faltazo de Juntos por el Cambio.

El rol de los medios

Los medios de comunicación “dominantes y hegemónicos” tuvieron un rol “fundamental” en la construcción de un discurso público que “deshumanizó” la figura de Cristina Kirchner y propició el contexto social en el que se planificó y llevó a cabo el intento de asesinato.

“Los medios de comunicación fueron fundamentales en la construcción de la cosificación y la deshumanización de Cristina, que llevó a que se convirtiera en un otro absoluto al que había que eliminar. Se la cosificó y deshumanizó tanto que se la convirtió en un objeto al cual había que exterminar, condenarla sin pruebas, allanarle la casa de manera arbitraria, hacer un escarnio público en todos los medios de comunicación, decir cualquier barbaridad de ella y, finalmente, hasta intentar asesinarla”, evaluó Hernán Brienza, autor, entre otros libros, de El loco Dorrego, publicado en 2007.

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