Comodoro Py
López confesó sobre los US$ 9 millones: “Es dinero de la política”
El exfuncionario K declaró por primera vez desde que estalló el escándalo de los bolsos en el convento. Comenzó a “prender el ventilador” y en el kirchnerismo más de uno está nervioso
Finalmente, el exsecretario de Obras públicas de la Nación del kirchnerismo, José López, decidió declarar ante la Justicia. Lo hizo ayer durante más de tres horas y frente a él estaba el magistrado Daniel Rafecas. El exfuncionario k no hizo más que confesar, en parte, lo que tanto se sospechaba:
López señaló que el dinero de los bolsos encontrados en el convento de General Rodríguez provenía de la política, aunque no dio mayores detalles. Además, aclaró que cuando recupere su “fortaleza física y psíquica” va a relatar cómo llegaron esos millones a su casa.
“Lo que voy a decir por ahora con respecto a ese dinero, es que no me pertenecía. Ese dinero era de la política”, dijo López. ¿Y quién era la máxima autoridad política del gobierno anterior? La expresidenta Cristina Kirchner. En ese sentido, el exsecretario de Obras dio a entender que era un recaudador. Y dio indicios de que prenderá el ventilador en su próxima declaración, donde se espera que dé nombres concretos.
López indicó que el dinero estaba oculto en “un cuartito” de su casa de Tigre y, según aseguró, su mujer no sabía nada al respecto. También buscó desligar a las monjas del convento ya que contó que la noche en que fue hasta allí con los bolsos, en principio no tenía destino porque estaba “en un estado de paranoia”.
Tal como habían anticipado sus abogados, el funcionario kirchnerista habló por primera vez ante la Justicia, ya que durante la primera audiencia con Rafecas se había negado a declarar. Esta nueva audiencia judicial estuvo enfocada en las dudas que genera en la Justicia la relación con los empresarios Andrés Galera o Eduardo Gutiérrez, dueños de la casa de Tigre donde vivía el funcionario. El juez Rafecas sospecha que esa propiedad, pese a no estar a su nombre, podría ser suya.
López también dijo que su esposa, María Amalia Díaz, y las monjas del convento de General Rodríguez, no tenían nada que ver con los bolsos. Dos de ellas, María y Marcela, ya declararon como testigos. En el caso de Inés fue a indagatoria porque ayudó en el traslado de los bolsos. Todas coincidieron en que no sabían del dinero y que la relación de López era directamente con el obispo Rubén Di Monte, una suerte de confesor, y con la hermana Alba, de 95 años.
¿Delirio persecutorio?
López ya había estado ante el juez Rafecas, pero en aquella ocasión se negó a declarar. Según dijo ayer, no estaba en condiciones de hacerlo y cuestionó a su entonces abogada, Fernanda Herrera, más conocida como la abogada hot: “Ninguna persona en su sano juicio elegiría como defensora a la que dicen que yo elegí, porque en realidad en ese momento no estaba en condiciones de valerme por mis propios actos”.
López ratificó ante el juez que se sentía “perseguido por los servicios de inteligencia”, y que sigue convencido de que la madrugada del convento lo siguió un auto en su trayecto. Su “persecución” se acrecentó en mayo cuando un compañero del bloque en el Parlasur, Alejandro Karlén, le habría dicho: “A vos, a mí, a Rossi, y a otros parlamentarios más, nos están investigando”.
Luego tuvo varios episodios extraños con su cuenta de mail de Yahoo, donde recibía detalles de una maestría que estaba cursando en la Universidad de Salamanca, y también con sus teléfonos. El 13 de junio, por ejemplo, dijo que en el chat de Whatsapp que compartía con los parlamentarios del Mercosur, le apareció este mensaje: “Este es el día. Con Google no vas a poder”. Ese mediodía fue al centro. En la puerta de su casa había unos cincuenta operarios trabajando. López también pensó que eran espías o gente vinculada a la inteligencia.
Contó que al llegar a su oficina del Microcentro, tuvo otro episodio inusual. Una pareja se le acercó y le dijo: “¿Qué llevará en ese maletín? ¿Droga? ¿Dólares? Nosotros queremos ese maletín”. Él siguió caminando y fue al encuentro de su mujer.
Horas después regresaron juntos a la casa de Tigre. Su nivel de paranoia no cedía. “A la noche cuando llegué a la casa encendí el televisor y escuchaba voces burlonas, incoherencias, cosas sin sentido, la TV estaba en un canal”, relató López.
En ese momento, su mujer decidió llamar al convento y le comunicó con la hermana Alba, que intentó tranquilizarlo. No lo logró. Entonces López fue a buscar su pistola Glock. No la encontró, pero bajó con la carabina.