Macri ante empresarios: pocas "ideas" y mucha policía

En el Hotel Sheraton de Mar del Plata, el Presidente cerró ayer un coloquio empresarial en el que dijo sentir "la angustia de todos". Sin embargo, afuera lo esperaban cientos de miles de trabajadores separados por una guardia pretoriana de policías y vallas

Separado por una guardia pretoriana que rodeó de vallas y cientos de polícias el Hotel Sheraton de Mar del Plata, el presidente Mauricio Macri encabezó ayer el cierre del 54º Coloquio de Idea, la cumbre empresarial que tiene al debate y la discusión de propuestas como ejes.

Claro que entre la realidad y el ámbito cerrado que lo distanciaba de ella hay un abismo. “La angustia de todos es mi angustia”, intentó empatizar el jefe de Estado al referirse a la crisis económica. 

Mientras, afuera, cientos de miles intentaban, no ya ingresar al evento por el que cada invitado pagó entre $50.000 y $500.000, sino siquiera acercarse al Presidente, contarle lo que de verdad es la angustia, lo que sienten los bonaerenses que perdieron el trabajo, los que lo conservan pero andan bajo la línea de la pobreza y a esta altura del mes prenden velas para que sea 1º.

Entre ellos, pescadores que hoy están fundidos, pero que supieron de un mar riquísimo, en el que navegaban barcos construidos en el Astillero Río Santiago, trasladando la riqueza del país y del mundo, alimentando a millones, alimentando con proteínas a compatriotas que hoy las necesitan, y cuya falta explica que un cuarto de la población viva en la marginalidad, a la intemperie, sin esperanzas de futuro.

Adentro el Presidente bromeaba ante un auditorio serio que “el viento en contra me acompañó hasta Mar del Plata” o el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, se empecinaba en asegurar que “la gente sigue manifestando su apoyo” al Gobierno; afuera las pancartas decían que “la inflación y la devaluación licuó nuestro salario”. 

Esa pérdida de poder adquisitivo se traduce en un enfriamiento del consumo, con hoteles y restaurantes vacíos que hunden en la profunda desazón a los pequeños empresarios que en ciudades como Mar del Plata viven del turismo. Sufren ellos la impotencia de trabajar a pérdida, porque trasladar el total de los costos imposibles del tarifazo, de la devaluación y de una inflación con piso del 45% a la gente singificaría un menor consumo. No les quedaría más remedio que bajar la persiana y retirarse a meditar la crisis en la soledad de su casa. 

Quienes detrás de la vallas y la policía se manifestaron ante la imponencia del Sheraton hubieran querido contarle algo de todo esto al Presidente, intervenir, por ejemplo, al escucharlo decir con su mantra de cabecera que la crisis actual obedece a los embates del “contexto internacional” y a “los cuadernos”, en referencia al caso de presuntas coimas que involucra tanto a políticos como a importantes hombres de negocios, entre ellos su primo, sus amigos, su padre, tan beneficiado con la elasticidad de la Justicia.

Nada pudo decirle la gente. Pues, terminada su disertación, el mandatario voló raudo en el helicóptero presidencial.