Otra gran dosis de hipocresía K

La presidenta Cristina Fernández anunció ayer que trazaría medidas contra los “monopolios y los oligopolios”. Sin embargo, durante su Gobierno permitió las más groseras concentraciones de capitales

Ayer la presidenta Cristina Fernández aseguró sin sonrojarse, en la inauguración de las sesiones legislativas del Congreso, que activará una serie de medidas para "sancionar instrumentos" contra los "monopolios y oligopolios" que aumentan los precios y "saquean el bolsillo de los argentinos".

¿Puede este Gobierno decir que va a pelear contra las concentraciones de capitales después de una década de haber alentado un proceso absolutamente contrario? La mandataria pretende que los argentinos de un día para el otro olviden que ha sido esta gestión la que permitió la concentración absoluta del mercado de telefonía celular, la que avaló el monopolio del mercado de la fruta, del cemento, del aluminio, de la exportación de granos, y la que adoptó como socios a los bancos, grandes beneficiarios del modelo K.

Discurso vacío

Ante la afirmación de Cristina Fernández, el presidente de la Unión de Consumidores de Argentina, Fernando Blanco Muiño, aseguró a Hoy: “El Gobierno tiene un discurso que no se comparece con las acciones que lleva adelante. En el caso de telefonía móvil está demostrado, la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia autorizó la fusión de Telefónica y Telecom creando un monopolio y eso se hizo durante esta administración”.

Es que el caso de la telefonía celular es uno de los más visibles procesos de concentración de capital avalados por el Gobierno: el 97,9% del mercado está concentrado en Claro, Movistar (de Telefónica) y Personal (de Telecom), con el agregado de que éstas dos últimas son prácticamente la misma empresa dado que se integraron empresarialmente en Italia, situación que contó en su momento con el aval de la CNDC y del expresidente Néstor Kirchner en 2007.

De hecho, Muiño recordó que “el gobierno no quiere tratar en el Congreso la ley para declarar a la telefonía celular como servicio público”. Esto implica que el monopolio telefónico no puede ser controlado y puede tener un servicio pésimo al mismo tiempo que posee una de las tarifas más altas del mundo.

Tanto en este sector como en otros (ver aparte), el Gobierno ha estimulado la concentración monopólica, y en algunos casos a costa de arruinar a las economías regionales y de estimular el alza generalizada de los precios. Todo lo demás, es puro discurso.

Los granos en pocas manos

A pesar de protestar contra la concentración empresarial, el Gobierno pretende sancionar una Ley de Semillas que profundizará el control de los granos y el comercio de los mismos por un puñado de empresas multinacionales, que son las que además monopolizan el comercio de pesticidas y herbicidas.

Se trata de Monsanto, Syngenta, Cargill y Nidera, que han levantado en pala durante los últimos diez años el dinero que entró por el alto precio que mantuvo la soja.

A su vez, hay otros sectores exportadores que tienen un carácter monopólico y el Gobierno no mueve un dedo para combatirlos, como la fabricación de aluminio: la única empresa en el país que lo hace y lo exporta es Aluar.

Las leyes están, falta aplicarlas

El titular de Unión de Consumidores de Argentina, Fernando Blanco Muiño, destacó a Hoy que “la presidenta más que pedir al Poder Legislativo nuevos instrumentos para hacer cumplir los derechos del consumidor, tendría que poder aplicar los que están vigentes: la Ley de Defensa al Consumidor, la Ley de Defensa de la Competencia y la Ley de Libertad Comercial”.

“Estas leyes no se han cumplido ni se han hecho cumplir. Las herramientas legales el Gobierno las tiene, lo que pasa es que las debe utilizar, y no las utiliza porque indudablemente hay una relación con los monopolios poco transparente”, señaló el especialista.

En ese sentido, recordó: “Esto ha pasado también en el caso del Repsol, si Argentina quería recuperar la soberanía hidrocarburífera no expropiaba el 51% si no que expropiaba el 100%. Se quedó sólo con el 51% de Repsol, pero el resto de los porcentajes pertenecen a amigos del Gobierno y por eso se los dejó y están en manos privadas. Es un discurso armado para la gente que va a la Plaza afuera del Congreso pero que en realidad no se comparece con lo que el Gobierno realmente hace”.

La destrucción de las economías regionales

La presidenta Cristina Fernández hizo referencia ayer a su “supuesta” pelea contra los monopolios, pero evitó referirse a casos puntuales, dado que habría muchas cosas que no podría explicar. La concentración monopólica del mercado de la fruta, es una de ellas.

En este sentido, hay que tener en cuenta que el productor de manzanas recibe apenas unos centavos de los 3 pesos que cuesta en la verdulería. Esto está íntimamente relacionado con que apenas un puñado de empresas manejan el sector.

Una de ellas es Expofrut, que tiene sólo en nuestro país 25.000 has propias, y más de 21 galpones de empaque distribuidos en varias provincias. Es la segunda empresa mundial de comercialización de frutas y hortalizas, ya que posee hectáreas y galpones de empaque en varios países de Europa, Africa y América entre otros. 

Esta empresa es seguida por Patagonian fruit, Ecofrut, Pai, Orsero y Salentein fruit. Todas forman parte de la CAFI (Cámara de fruticultores) a través de la cual coordinan con el Gobierno el precio mínimo de la fruta, perjudicando siempre a los pequeños productores. 

Al igual que como pasa con la yerba o con la leche, el precio de la fruta en la verdulería o en el supermercado tiene subas constantes mientras que los pequeños productores apenas reciben entre 14 y 19 centavos por kilo, lo que no alcanza para amortizar sus costos.

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