Pidieron perpetua para dos represores de la última dictadura

Son considerados partícipes necesarios de los delitos de secuestros, torturas y homicidios contra una treintena de personas.

En los últimos días, la fiscalía solicitó que se condene a prisión perpetua a los militares retirados Alejandro Salice y Roberto Sifón, por considerarlos como coautores y partícipes necesarios de los delitos de secuestros, torturas y homicidios contra una treintena de personas en lo que era conocido como el centro clandestino Sheraton, que funcionaba durante la última dictadura cívico-militar.

Según expresaron las autoridades judiciales, los implicados tuvieron un “rol fundamental” en dicho plan de exterminio, y enfatizaron: “No fueron cartón pintado”.

De esta manera, luego de unas cuatro audiencias partidas en un plazo de un mes y medio, la fiscal Ángeles Ramos y la auxiliar Nuria Piñol diagramaron el alegato, basándose en los importantes roles que ocuparon Salice y Sifón como jefe de Logística y jefe de Finanzas del Grupo de ­Artillería Mecanizada 101 de Ciudadela, respectivamente.

“Las planas mayores tenían instrucciones precisas y concordantes con los objetivos del Ejército, que, sumados a los objetivos criminales vinculados a la lucha contra la subversión, se tradujo en una adaptación a las necesidades de personal, inteligencia, operativos, logística y finanzas”, explicaron, y remarcaron que los implicados “tenían un rol de toma de decisiones importante en todas las acciones vinculadas en la lucha contra la subversión”.

Vale mencionar que, al momento de fundamentar el motivo de las penas solicitadas, la fiscal Ramos remarcó que no solo se tuvo en consideración la responsabilidad directa de los acusados, sino también en la “proyección” que los crímenes tuvieron hacia las familias de las víctimas, “quienes se vieron destruidas por este tipo de accionar”.

“Ninguno de los imputados en este juicio se hizo cargo de su accionar. Muchos envejecen impunes, muchos, por no decir todos, se guardan la información que ayudaría a reconstruir un poco lo que pasó para lo que nos falta averiguar y para devolver parte del dolor que provocaron”, remarcó.

Así, finalizó: “Ni Salice ni Sifón aportaron ningún dato que permitiera ubicar a ninguno de los desaparecidos. Esto tiene que ser tenido en cuenta al momento de condenarlos, pues el silencio es también otra forma de tortura vigente para los familiares de desaparecidos”.

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