Impunidad
Renunció Oyarbide, el juez más corrupto
La decisión llegó ante la inminencia del juicio político que lo cercaba tras el fin del kirchnerismo. Magistrado servil y encargado de cerrar las principales causas de corrupción K, llegó al final de su carrera impune: sin ser destituido ni pagar con la cárcel
Impune. Sobreviviente de todos los gobiernos: desde la servilleta de Corach durante el menemismo hasta los Kirchner. Siempre supo trocar protección política por amparo judicial y así logró hurtar el cuerpo al juicio político, a la cárcel, para finalmente salir por la puerta grande en la primavera macrista, indemne y con la frente en alto.
El controvertido Norberto Oyarbide presentó ayer su renuncia al cargo en el juzgado federal N° 5 y el gobierno la aceptará. La noticia trascendió media hora después de que se conociera un proyecto de dictamen acusatorio en su contra en el Consejo de la Magistratura para llevarlo a juicio político.
Particularmente, la Comisión de Disciplina y Acusación de la Magistratura lo citó para indagarlo acerca de su desempeño durante la suspensión de veinte allanamientos, en 2013, luego de haber recibido un llamado telefónico de Carlos Liuzzi, el entonces segundo de Carlos Zannini en la Secretaría de Legal y Técnica de Presidencia de la Nación.
Rápido de reflejos, Oyarbide se adelantó en la jugada y le entregó en mano su renuncia al ministro Germán Garavano, la cual podría ser aceptada por el presidente Mauricio Macri la semana próxima.
Así, caerán todos los pedidos de destitución contra el exjuez, fuertemente protegido por el kirchnerismo, que durante su gestión cerró denuncias claves por supuesto mal desempeño de sus funciones. Fue una devolución de favores, porque a cambio Oyarbide se erigió en uno de los garantes de la impunidad K.
El magistrado ha sido el juez más servil al poder de la joven democracia argentina, el más injusto y supo contonearse sin apremios entre los distintos pedidos de destitución. Porque primero Carlos Menem; y después Néstor y Cristina Kirchner lo protegieron.
El estrellato de este hombre de mirada intimidante, casi siempre escondida detrás de sus anteojos oscuros, pelo engominado y anillo de diamantes (de US$ 250.000 dólares y que le valió una multa por las sospechas en torno a su patrimonio) creció en el ciclo K, cuando paralizó las principales causas por hechos de corrupción sucedidos durante la mal llamada década ganada.
Entre otros, el magistrado intervino en el denominada caso por la “mafia de los medicamentos”, así como también en la investigación contra los hermanos Sergio y Pablo Schoklender por la construcción de las viviendas sociales de las Madres de Plaza de Mayo.
Pero la causa más polémica en la que le tocó actuar fue aquella en la que se acusó al matrimonio Kirchner por presunto enriquecimiento ilícito, a quienes sobreseyó en un fallo exprés.
Además, Oyarbide quedó a cargo del caso Skanska, en el que se investigaban sobreprecios pagados por la empresa para ganar una licitación; y sobreseyó al exvicepresidente, Amado Boudou, por presuntas irregularidades en el manejo de fondos cuando se desempeñó como titular de la Anses y por el canje de bonos de la deuda en 2010 cuando se realizaron supuestas maniobras fraudulentas.
Solidaridad recíproca de por medio, los funcionarios del kirchnerismo y Oyarbide llegaron impunes al final de sus gestiones. Pero el juez temió por su suerte cuando CFK abandonó la Casa Rosada y por eso, en diciembre pasado ya anticipó que presentaría su jubilación y el 15 de marzo, cuando el Consejo de la Magistratura decidió avanzar contra él por mal desempeño, confirmó que presentaba su trámite jubilatorio.
El Consejo estaba dispuesto a suspenderlo y Oyarbide no toleró siquiera imaginar la doble ignominia: enfrentar la vergonzosa destitución y perder su jubilación de juez (100% de su sueldo). Por eso su renuncia.
Los Kirchner se hicieron “amigos del juez”; Oyarbide, del poder.
Alejado de los estrados judiciales, el magistrado debería bajar al banquillo de los acusados y, posteriormente, pagar con la cárcel. Porque fue en la Justicia lo que Ricardo Echegaray en la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP): un verdadero garante de la impunidad K.
“Necesito otras cosas para mi vida”
Ante la inminencia del juicio político y sin el paragüas protector del kirchnerismo, Norberto Oyarbide renunicó a sus funciones como juez sin autocrítica: “Jamás tuve ningún tipo de presión, me voy porque todo en la vida tiene un principio y un final”, aseguró, y amplió: “Me voy porque necesito otras cosas para mi vida”.
El magistrado seguirá ejerciendo hasta que Macri le acepte la renuncia, pero aseveró que “no hubo ningún ‘click’”que motivara su dimisión, sino que “esto llega, llega y llega, hay un agotamiento y un deseo de vivir la vida”.
Carrió: “La renuncia prueba su acuerdo con Daniel Angelici”
La diputada Elisa Carrió aseguró ayer que la renuncia de Norberto Oyarbide prueba que el juez había acordado su salida con el presidente de Boca y amigo de Mauricio Macri, Daniel Angelici, a cambio de evitar un posible juicio político.
“La renuncia de Oyarbide, el juez más corrupto de la Argentina, prueba su acuerdo con Angelici. Veremos qué hace el presidente. Esto se llama impunidad”, presionó Carrió, quien había radicado una denuncia contra Angelici y a quien calificó de “operador” en los tribunales para garantizar la impunidad del kirchnerismo.
Según la aliada de Cambiemos, Angelici intentó frenar las causas Hotesur y Repsol, por el vaciamiento de YPF, y acordó con Oyarbide su jubilación para evitar el juicio político en el Consejo de la Magistratura.
