San Pedro: desmonta sus campos frutales y vende el predio por la crisis


Las redes sociales permiten acceder a historias íntimas que reflejan el dolor del productor agropecuario de la Provincia. Y vía Twitter, revisando el hashag #NoMatenalCampo, diariohoy.net encontró la queja que parte el alma de un productor de frutas que decidió desprenderse del viejo legado familiar por la crisis del sector. “Con gran dolor, decidí arrancar el monte frutal y venderlo como leña", contó.

Lo dice un sanpedrino de cuna, Juan José Batalla (34), el referente de la empresa en la que lo acompañan la madre y dos hermanos, luego de que hace dos años falleciera el cabeza de familia, el pasado mes de julio comenzó a cortar y a desmontar el monte frutal de 20 hectáreas (con 8 mil plantas de naranjas) con la intención de vender el predio.

Cerrada las exportaciones, los productores de fruta de San Pedro vuelcan su producción al mercado interno, y cobran la décima parte de lo que el consumidor paga que es entre 10 y 12 pesos el kilo. Si la fruta no es de calidad y su uso se destina a las jugueras, el valor es la mitad. "Los impuestos siguen llegando, las deudas crecen, los costos son excesivos y tenía que tomar una decisión", comentó el damnificado que le ofreció el campo al Municipio y a políticos regionales, a cambio de los impuestos que debe y para que les sigan dando trabajo a los jornaleros. Nunca tuvo respuestas.

La filial de Federación Agraria Argentina (FAA) en San Pedro está preocupado por éste y otros casos de pequeños productores. Su presidente Ariel Alvarez expresó que “esto es producto de las pésimas políticas que se instrumentan desde el Gobierno, cuando dicen que quieren cuidar el mercado interno y la mesa de los argentinos, lo que terminan haciendo es que los consumidores paguen cada vez más caro y los productores cobremos cada vez menos, a estos precios es imposible cubrir los costos que tenemos, y termina empujándonos al abandono de la actividad”.

Batalla, que haciendo honor a su apellido le buscó todas las vueltas posibles al asunto, terminó resignándose a la venta de lo que años atrás era la gallina de los huevos de oro: “Lo que más duele es pensar que mi viejo, planto cada una de estas plantas pensando que se aseguraba su jubilación y  nos dejaba un capital de trabajo importante para nuestro futuro. El ya no está, pero creo que con un fuerte dolor entendería lo que hago”.