La casa, la parra y conchita: el cuádruple homicida da pelea
El 15 de noviembre de 1992, en la casa de calle 48 entre 11 y 12, con una escopeta marca Víctor Sarasqueta, el odontólogo Ricardo Barreda mató a su esposa, Gladys McDonald (57), a su suegra Elena Arreche (86) y a sus dos hijas Cecilia ( 26) y Adriana ( 24), quienes eran odontóloga y abogada respectivamente.
Ayer, el cuádruple homicida regresó a La Plata. Repitió dos de sus hábitos: caminó por el centro y lo hizo con una bolsita de papel, repleta de papeles. Pero su itinerario, que a primera hora de la mañana lo encontró paseando por la plaza Moreno, se desvió después de mucho tiempo en los tribunales penales de 8 y 56. El mismo lugar donde hace 20 años recibió la condena de reclusión perpetua.
Se lo vio muy delgado. Tanto, que campera y su jean, ambos muy degastados, parecía de varios talles más. Al llegar al segundo piso, sobre la calle 57, Barreda ingresó en la Sala I de la Cámara de Apelaciones y Garantías. Y se entrevistó con uno de los camaristas.
El motivo, hace unos años atrás, no hubiera llamado la atención. El odontólogo está preocupado por el destino de algunos bienes, sobre todo de la casona de la calle 48 donde acribilló a tiros a toda su familia.
Según contó en su momento Barreda, en la mañana del hecho, se despertó y le dijo a su mujer que iba a limpiar las telarañas del techo. Ella le respondió, despectivamente, "Andá a limpiar, que los trabajos de conchita son los que mejor hacés".
La mala relación ya llevaba un tiempo y Barreda recordó siempre "los oprobios y humillaciones" que habría sufrido por parte de su esposa, hijas y suegra.
Entonces, decidió podar la parra, al ir a buscar un casco encontró la escopeta Víctor Sarasqueta que su suegra le había traído de Europa.
Tomó la escopeta, la cargó y se llevó cartuchos adicionales en los bolsillos. En la cocina de la casa se encontraban su mujer y su hija menor, Adriana. Primero mató a Gladys, y luego a Adriana. Por las escaleras bajaba su suegra, a la que le disparó, y por último mató a su hija Cecilia, quien bajaba detrás de su abuela.
Luego de esto recogió los cartuchos y los guardó en el baúl de su Ford Falcon. Con la intención de hacer pasar esto como un robo, Barreda desacomodó los muebles y tiró papeles. Al mediodía tomó su auto y se deshizo de los cartuchos (arrojándolos en una boca de tormenta) y de la escopeta (que tiró en un canal en un lugar cercano a Punta Lara). Se sintió tranquilo y se fue al zoológico, luego al cementerio y más tarde a un hotel alojamiento con su amante, Hilda Bono.
El Falcon verde, la moto y el antiguo DKW
Barreda llegó al fuero penal de 8 y 56, acompañado por sus abogados que lo asisten en la causa abierta en el fuero Civil y Comercial de La Plata donde se litiga por la herencia de bienes: la casona de 48 entre 11 y 12 (escena del crimen), un viejo Ford Falcon color verde, una moto Siambretta y un antiguo DKW. Son los tres bienes registrables por los que pelea el odontólogo, ya que su casa de veraneo en Mar del Plata está usurpada y, hasta el momento, no mostró interés en recuperarla.
Desde mediados de 2013 se intercambiaron varios oficios entre los fueros Civiles y Penales con pedidos de información sobre el estado de las causas.
Libertad condicional y expropiación
Ayer, Barreda fue a la Cámara platense a realizar un trámite vinculado a la sucesión de los bienes de sus víctimas. En rigor, se trata de una serie de oficios que intercambiaron los fueros penales y el civil donde tramita la causa por la sucesión de los bienes que tenía con su esposa. Entre esos bienes se encuentra la casa de 48 entre 10 y 11.
El odontólogo a fines de marzo de 2011 obtuvo la libertad condicional y desde esa fecha vive en un departamento de la ciudad de Buenos Aires que comparte con su nueva pareja Berta “Pochi” André.
A su vez, la casa fue expropiada por una Ley de la Legislatura de la provincia de Buenos Aires para desarrollar en ese inmueble un Centro municipal de Prevención contra la Violencia de Género.
“Cómo pude haberlas matado”
En el libro Conchita. Ricardo Barreda, el hombre que no amaba a las mujeres (Libros de Cerca), el periodista y escritor Rodolfo Palacios cuenta la vida del odontólogo después de los crímenes: la cárcel, el enamoramiento de su actual novia Berta y la extraña idolatría que el asesino sigue despertando entre hombres y mujeres. También cuenta cómo, por primera vez, Barreda se muestra arrepentido. –¡Cómo pude haberlas matado! ¡Por qué lo hice! ¡Yo era un buen tipo! ¡Soy un desgraciado! ¡No puedo vivir así!", confiesa.
“¿Qué calles es esa?”
Tras la reunión con uno de los camaristas, Barreda se retiró sin hacer declaraciones. Al salir del edificio de 8 entre 56 y 57, se lo vio desorientado y preguntó a la guardia policial “qué calle es esa” señalando hacia la esquina de 8 y 56. “Parecía (el ex presidente Fernando) De la Rúa cuando fue a lo de (Marcelo) Tinelli”, detalló un testigo.
