La masacre de Florencio Varela, a foja cero

El único detenido que tenía la causa recuperó la libertad, ya que no existen evidencias que lo comprometan. A más de un mes del hecho, no hay pistas firmes 

Luis Weiman, el vigilante privado detenido hace un mes por la denominada masacre de Florencio Varela, fue liberado ayer, luego de que la fiscal de la causa desistiera de pedir la prisión preventiva por falta de pruebas.

De esta manera, ya no quedan aprehendidos por los homicidios de dos adolescentes y las graves heridas sufridas por otras dos, tras un ataque a balazos cometido durante la madrugada del 11 de febrero-

“Es muy ajustada a derecho la decisión que ha tomado la fiscal. No existe el más mínimo elemento que relacione a Weiman con el hecho. Me parece que ha sido muy valiente al tomar esta decisión”, sostuvo uno de los abogados defensores. Sin embargo, el hombre de 36 años seguirá ligado a la causa “hasta el sobreseimiento definitivo”, declaró su letrado, aunque aclaró que no puede ser “vinculado” por ningún delito respecto de las víctimas, “y de la masacre menos”.

Con relación a su defendido, el profesional adujo que, como los investigadores no lograban “convertirlo en asesino”, lo sindicaron como quien “era el que manejaba la droga en Varela”, pero que finalmente “no se pudo probar” ninguna de estas acusaciones. Respecto a la causa, señaló que ahora “no hay ningún imputado por el hecho”.

En cuanto a la liberación de Weiman, la decisión del magistrado estuvo basada, en primer lugar, en que el acusado no había sido señalado por ninguno de los tres testigos presenciales de la masacre en las ruedas de reconocimiento. En las mismas habían participado un remisero y dos jóvenes, quienes no identificaron a Weiman ni a Adrián Abraham (31), también investigado en ese entonces.

En segunda instancia, se realizó un peritaje de barrido electrónico sobre muestras tomadas al vigilante privado horas después del hecho, el 11 de febrero, luego analizadas por expertos del Poder Judicial en la Asesoría Pericial de La Plata en busca de restos de deflagración de pólvora, y se determinó que no tenía rastros en sus manos de haber disparado un arma de fuego.

Tampoco se había establecido contacto telefónico entre el acusado y las víctimas el día del ataque, según los resultados obtenidos tras análisis realizados por peritos informáticos y en comunicaciones sobre cuatro teléfonos celulares.

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