Le mató a la familia y lo perdonó: ¿Locura, amor o enclitofilia?
La historia de Romina Martínez sorprende y conmueve, mientras un fiscal pidió investigarla por supuesta complicidad en los crímenes de su abuela, su hermana y su hijita. Su pareja, Juan Carlos Cardozo, sería condenado a perpetua. Pese a todo, están juntos de nuevo. Opinan los especialistas
"La A tiene las piernas abiertas. La M es un subibaja que va y viene entre el cielo y el infierno. La O, círculo cerrado, te asfixia. La R está notoriamente embarazada. Todas las letras de la palabra AMOR son peligrosas”, escribió hace mucho Eduardo Galeano. ¿Qué análisis cabe –pues- para aquellos cuya historia de amor tiene a un hecho sangriento como telón de fondo, ya como disparador o a pesar de todo?
La pregunta surgió cuando Ricardo Barreda (condenado por masacrar a su familia entera) consiguió novia, o cuando Fabián Tablado (aquel de las 113 puñaladas a Carolina Aló) tuvo dos hijas con una mujer que lo terminó denunciando por violencia doméstica. Pero las dudas ceden paso al desconcierto cuando los protagonistas de la historia amorosa deberían encontrarse en veredas opuestas, por estar involucrados en un mismo drama.
Sucedió a fines del año pasado con Víctor Cingolani y Edith Casas, él condenado a 12 años de cárcel por el crimen de la hermana gemela de ella, apenas revelaron que estaban de novios y pretendían casarse. Y pasó de nuevo hace una semana, cuando Romina Martínez (27) declaró ante la prensa que había perdonado a su ex pareja Juan Carlos Cardozo (25), a pesar de que después de denunciarlo por golpes mató a su hijita de 6 años, su hermana de 15 y su abuela de 76. Contó también que estaban juntos de nuevo, que esperaba un hijo suyo y hasta se mostró convencida de que Cardozo hizo lo que hizo “poseído”.
A principios del siglo XX, fue el pionero de la criminalística, Edmon Locard, quien definió con la palabra “enclitofilia” a la atracción sentimental y sexual que algunas mujeres sienten por asesinos, delincuentes o presos.
Para el criminalista Raúl Torre el caso más famoso de enclitofilia en el mundo es el de Ted Bundy, “un criminal que fue condenado por veintipico de homicidios (en el listado oficial se habla de 36 víctimas en Estados Unidos) pero se calcula que mató más de cien: las torturaba, las golpeaba y después las mataba a golpes o mazazos".
Según su registro, "se formó el club de admiradoras de Ted Bundy y lo iban a ver a la cárcel para tener relaciones íntimas con él".
Pero no hay que tan lejos, ni temporal ni geográficamente, para toparse con historias parecidas, aunque el psiquiatra forense Miguel Maldonado aclara que el caso de Romina Martínez “no es una encriptofilia”, porque conocía a Cardozo “desde antes del triple homicidio, y además, tenían una hija en común”.
“Pasiones ocultas”
Para el especialista, aquella patología definida por Locard “se da en mujeres que conocen un preso acusado de crímenes resonantes, y se enamoran de él. Y no es este el caso”.
“Cardozo comete este hecho para vengarse de Romina Martínez porque lo había abandonado”, explica Maldonado, agregando que esa revancha “despertó pasiones ocultas en Romina, y a partir de allí se re-enamora del criminal”.
Consultado por la posibilidad de que la joven haya actuado como instigadora, cómplice o encubridora de la masacre (hipótesis que el fiscal de juicio pidió investigar la semana pasada), el psiquiatra forense no la cree posible: “No ha sido cómplice, pero tiene un trastorno de personalidad, alguna perversión a estudiar y diagnosticar”, aclaró.
Al declarar en la primera audiencia del juicio, el jueves pasado, Cardozo lloró ante los jueces Victoria Díaz García Maañón, Eduardo Lavenia y María Coelho, reconociendo que estuvo en la casa donde se cometieron los crímenes, pero que no fue "consciente".
"Salía de mí una voz gruesa que me decía ´tengo que matar´. En ese momento fue todo segundos para mí", afirmó Cardozo, quien dijo que no sabía qué podría haber pasado si allí también se encontraba su pareja y la hija de ambos. Un día después, y en un canal de televisión, Romina abonó la teoría de la posesión y responsabilizó de todo a la religión umbandista, que ellos practicaban.
“En el umbandismo hay una serie de ceremonias de características y contenido esotérico, donde la posesión está presente, y para ahuyentarla veces se hacen sacrificios de animales. Lo terrible es cuando se decide que esos sacrificios sean de humanos”, analiza Maldonado, sin pasar por alto que la religión católica “también acepta la figura de la posesión satánica, donde un cura sanador practica el exorcismo hasta expulsar al Diablo del cuerpo poseído”
“Influjo nefasto”
Para el especialista en seguridad Luis Vicat, “el recurso de la mística o de la posesión demoníaca no alcanza para explicar satisfactoriamente los hechos de Benavídez. Válido como argumento para ejercer la defensa técnica, pero inconsistente a la hora de una evaluación de quienes jurídicamente deben mensurar en un todo las implicancias y circunstancias del hecho”.
A criterio del experto, “alevosía, sevicias, y aflorando por sobre todo una brutalidad y ferocidad que remite a una novela de horror, tampoco alcanza para entender la decisión de Romina de acceder a dar vida al autor de tanta muerte”.
“Suponiendo que existiera un demonio inquieto que susurraba al oído de Cardozo, pareciera que su influjo nefasto se extendió a Martínez”, dice Vicat, “fascinándola al punto de aceptar su relación y quedar embarazada del victimario de su familia”. Pero el especialista no descarta que “la hipótesis de una complicidad entre ambos para eliminar molestias, al decir de familiares de las víctimas, sea la posibilidad que se va corporizando”.
Para Maldonado, este es “un caso más donde campean la promiscuidad, la primitivez de sus autores, y la presencia del pensamiento mágico, tan frecuente en los individuos de un precario intelecto”.
El crimen que terminó con el “avenimiento”
Carla Figueroa tenía 19 años cuando el 10 de diciembre de 2011 Marcelo Tomaselli (26) la mató a puñaladas frente al hijito de ambos, de 3 años, en la localidad pampeana de General Pico. La pareja arrastraba un historial de violencia. En abril, cuando estaban separados, él llevó a Carla a un descampado y la violó. Estuvo ocho meses preso. Pero ella lo perdonó y aceptó su propuesta de casamiento. Los jueces Carlos Flores y Adolfo Jensen -con el disenso del magistrado Pablo Balaguer- accedieron al pedido y Tomaselli quedó en libertad. Siete días después, Figueroa fue asesinada de 11 puñaladas.
La conmoción social que provocó el caso llevó al Congreso a derogar la figura de "avenimiento".
En diciembre del año pasado Tomaselli fue condenado a perpetua. El declaró no recordar nada por haber actuado bajo emoción violenta. Nadie le creyó.
Crónica de una mañana sangrienta
El 27 de agosto de 2012 Juan Carlos Cardozo faltó a su trabajo. Fue a la casa de Uruguay 633, de Benavídez, detrás de la vivienda de sus suegros y don-de por entonces vivía Romina. Lo recibió la abuela de su ex pareja, Nilda Ludovica Ham (76). Declaró que una voz gruesa le dijo “tengo que matar". Y que la mató nomás de unas 20 puñaladas. Después asfixió a Marisol, de 6 años, la hijita de Romina que dormía en su cuarto. Después entró la hermana de Romina, María Florencia Martínez (15), para darle remedios a su abuela. La chica era experta en karate y se defendió. Recibió 40 puñaladas.
“La gente cree que estoy loca, pero yo estoy bien”
“Cuando lo veo a él pienso que no fue él, que fueron su manos. Y le creo, porque lo conozco y se que amaba a mi hija, se llevaba bien con mi hermana y tenía una relación cariñosa con mi abuela”, dijo Romina Martínez, entre muchas otras cosas, en una entrevista con el noticiero del canal América, el viernes pasado. Es consciente de que “la gente cree que estoy loca, pero yo estoy bien. No se va a repetir porque ya no participamos de esa religión”, explicó, poniendo toda la responsabilidad en el umbandismo.
Horas antes, el fiscal de juicio Ricardo Juan había pedido al Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 7 de San Isidro que condene a Juan Carlos Cardozo a la pena de reclusión perpetua, por el triple femicidio en Benavídez.
El defensor oficial de Cardozo, Jorge Del Río, planteó que su defendido demostraba “una incapacidad psíquica de la culpabilidad”.
“Mi asistido no ha podido dirigir sus acciones en el momento de los hechos”, aseguró, por lo que solicitó a los jueces que sea absuelto por los tres crímenes o que, de forma subsidiaria, el Tribunal reconsidere la figura de la alevosía como la accesoria de reclusión por tiempo indeterminado. Finalmente, Cardozo dijo en sus últimas palabras que le pedía “disculpas” a la familia de sus víctimas y, llorando, rogó “misericordia”.
El juicio se reanudará el 30 de agosto a las 12.30, cuando se conocerá el veredicto.
Víctor Cingolani y las gemelas
Johana Casas (20) fue asesinada de dos disparos en julio de 2010, en la localidad santacruceña de Pico Truncado. Su ex novio Víctor Cingolani fue condenado en 2012 a 13 años de prisión como autor material del crimen, pero, curiosamente, el mes pasado la justicia santacruceña sentenció a otro hombre -Marcos "El Tosco" Díaz- por el mismo delito y a la pena de 12 años de cárcel. Pero la historia tomó una repercusión pública impensada cuando a fines de 2012 Cingolani contó que planeaba casarse con la hermana gemela de Johana, Edith Casas, algo a lo que la familia de la joven se opuso con firmeza. Finalmente lo hicieron el 14 de febrero de este año.
Fabián Tablado: te amo, te odio
El 27 de mayo de 1996 Fabián Tablado mató de 113 puñaladas a su novia Carolina Alí, que entonces tenía 16 años. Lo condenaron a perpetua, hasta que en 2008 gozó de salidas transitorias, que un tribunal de San Isidro revocó por maltratar a quien era su mujer, Rosana López.
La alevosía con que Tablado mató a Carolina no amedrentó a todas las mujeres. Estando en prisión tuvo varias novias e incluso se casó.
Días atrás un juez correccional de San Isidro abrió una nueva causa en su contra, otra vez por violencia de género contra su actual pareja.
Barreda: volver a empezar
Condenado a perpetua por matar a escopetazos a su suegra, su mujer y sus dos hijas, Ricardo Barreda logró rehacer su vida junto a Berta "Pochi" André, a quien conoció en la Unidad 9 de La Plata a través de otro preso y con quien vive en el barrio porteño de Belgrano desde que salió de la cárcel.
Ella no sólo le abrió las puertas de su vida y su departamento. Ante la Justicia aseguró que podría sustentar con su jubilación la convivencia
Se fugó un peligro violador serial
Un hombre condenado a 38 años de prisión por haber cometido una serie de violaciones y que estaba alojado en el penal de Ituzaingó se escapó durante una salida transitoria cuando fue a visitar a un familiar, informaron fuentes penitenciarias.
El hecho ocurrió el sábado, cuando el convicto estaba custodiado por entre uno y tres efectivos del Servicio Penitenciario de la provincia de Buenos Aires.
El ahora prófugo estaba alojado en la Unidad Penal 39 de Ituzaingó, cuyas autoridades fueron separadas de su cargo de manera preventiva mientras se investigan las circunstancias en las que se produjo la fuga.
Los mismos voceros señalaron que se procura determinar cómo el convicto eludió el accionar del o los efectivos que lo custodiaban durante la salida transitoria y que ya se puso en marcha el protocolo de búsqueda para recapturarlo.
Sin embargo, las fuentes consultadas no precisaron dónde ocurrió la fuga ni la ubicación de la vivienda del familiar del preso.
