Por Juan Pablo Ferrari

La potencia más “austral” del mundo…

La Selección despachó a Australia con un partido memorable de Lionel Messi. Otra vez el equipo le regaló una alegría inmensa al país y el viernes que viene se enfrentará a Países Bajos.

Doha - Catar

Enviados especiales al Mundial

Por Juan Pablo Ferrari

La potencia más austral del mundo se llama Lionel Messi. Hombre tenaz, el más argentino de todos los jugadores de la Selección, capaz de superar cualquier barrera y de lograr que hinchas de India o Bangladesh salgan a la calle a festejar un triunfo ajeno a las 3 de la mañana. Messi va por la Copa. Pero antes, ya salió campeón del mundo a nivel cariño popular.

Ayer, con otra actuación descollante de su capitán, la Selección se sacó de encima a Australia y clasificó a los cuartos de final de la Copa del Mundo.

El técnico Graham Arnold, quien en la semana había adelantado un triunfo de su seleccionado, se rindió ante el potencial del astro argentino y en la conferencia de prensa de prensa pospartido recordó el cruce con el diario Hoy y fue tajante: “Muy bien Argentina. Merecido triunfo”.

El país está feliz, porque en el primer fin de semana del último mes del año el equipo sigue firme en su camino para conquistar el Mundial. Costó un poquito sobre el final. Pero nunca está de más una cuota de suspenso para terminar disfrutando un triunfo que arrastra la pasión del país más austral, que sueña con llegar a la cima del mundo de la mano de un genio amado a quien nadie quiere que le vaya mal.

Australia se asustó

Más que respeto, temor. Eso fue lo que demostró Australia en los primeros 15 minutos del partido, cuando se replegó en su campo y corrió atrás de la pelota.

Argentina, aunque sintiendo un poco más el rigor en la marca que en el partido anterior con Polonia, no tardó en hacer girar la pelota de un costado a otro.

Los australianos se desgastaban corriendo y Argentina intentando buscar los espacios. La ausencia de Ángel Di María, sin embargo, se fue notando con el correr de los minutos. A tal punto que en un momento del primer tiempo el técnico Scaloni tuvo que cambiar de banda al Papu Gómez, quien terminó jugando por la derecha.

Hasta los 30 minutos Argentina dominó, pero Australia no dio respiro. En la primera de cambio, cuando pudo insinuar una llegada, el joven equipo australiano ganó confianza y se soltó. Por primera vez en el partido logró adelantarse en la cancha y amenazó con fricción y mucha presión alta.

Argentina recuperó el aire y volvió a intentar: Messi ordenaba, De Paul manejaba y Enzo Fernández acompañaba. Pero recién en los últimos minutos de la primera etapa, después de un tiro libre, Lionel Messi recibió un rebote y definió en el escaso espacio que le dejaron. El público estalló de alegría y en el estadio Áhmad bin Ali: todos ya tenían bien paga y justificada la entrada.

En el segundo tiempo apareció el equipo y en la parte final el líder sepultó los sueños del rival.

Messi jugó, reguló y asistió. También buscó y estuvo cerca de volver a marcar. Pero lo más importante es que cuando las cosas se pusieron difíciles, dio la cara, pidió la pelota y empezó a gambetear australianos.

Una potencia mundial que está a solo tres partidos de ponerle el broche de oro a la carrera más exitosa que un futbolista haya podido tener.

Vamos por más…

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