Ninguno se salvó de un papelón histórico

Aunque el sistema táctico hizo agua por todos lados, el rendimiento individual de la Selección fue exasperante. Poco para rescatar de un equipo apático y sin alma

Decepcionante. Poco y nada para rescatar de una actuación colectiva que fue paupérrima debido a rendimientos individuales espasmódicos. A pesar de un primer tiempo que de alguna manera fue parejo, el gravísimo error de Wilfredo Caballero cambió el rumbo del partido. El golero, que supuestamente fue elegido por su bien desempeño con los pies, en vez de rechazar la pelota, intentó salir jugado y erró el pase. El balón fue al pie de Rebic que no perdonó. 

La línea de tres no dio seguridad. Las espaldas de Gabriel Mercado fueron un problema; Otamendi estuvo fuera de tiempo y Tagliafico ofreció un rendimiento de mayor a menor hasta caer en el desconcierto general. 

Salvio y Acuña mostraron voluntad pero poca efectividad. Tuvieron problemas en la marca. Mascherano, lejos de su mejor versión de años anteriores, tuvo un rendimiento decreciente. La imagen del tercer gol quedándose parado pidiendo posición adelantada, refleja su presente. Enzo Pérez tuvo bastante contacto con la pelota pero careció de verticalidad. Cuando tuvo aire mostró cosas interesantes. Se cansó y fue reemplazado. Maximiliano Meza buscó pero perdió muchas pelotas. Intentó pero no le salió nada bien. 

Capítulo aparte son los casos de Lionel Messi y Sergio Agüero. La Pulga jugó su peor partido con la albiceleste. No le llegó la pelota y tampoco generó espacios para buscarla. En cuanto al Kun, tuvo una jugada de riesgo que contuvo sin inconvenientes y no mucho más. Aunque no estaba haciendo un buen partido, el entrenador decidió reemplazarlo por Gonzalo Higuaín, quien tampoco hizo mucho mucho para cambiar la historia. Lo mismo sucedió con Cristian Pavón, un par de corridas y nada más, y Paulo Dybala. 

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