Scaloni es un tipo líder, inteligente y con mucho sentido común

Por Daniel “Profe” Córdoba

Lionel Scaloni es un gringo de campo adentro, simplote y muy inteligente. Con mucho sentido común. De hecho, cuando asumió en la Selección Argentina le dije a mi hijo: “Si es el mismo chico que yo conocí en Estudiantes, teniendo en cuenta sus quince años en Europa y rodeado de grandes entrenadores, este muchacho tiene que saber mucho”. Scaloni era una esponja, lograba absorber todos los conceptos que uno le brindaba. Hoy en día tenemos un joven entrenador que actúa como si fuese un experimentado con muchos años.

Yo se lo escribí a Scaloni en su momento. La Selección juega tal cual jugó el Deportivo La Coruña, campeón de España del que él fue parte, con el 4-4-1-1 bajo la conducción técnica de Irureta. Luego jugó en el fútbol inglés y contó con el fogueo de grandes entrenadores. Es un tipo líder y bonachón. Y sé que le va a doler muchísimo cuando tenga que definir la lista definitiva para el Mundial. Párrafo aparte, armó un cuerpo técnico brillante. Y esos muchachos hicieron un trabajo bárbaro para descubrir jugadores que nadie tenía en los planes: Dibu, Cuti Romero, Nahuel Molina, el resurgimiento de De Paul, la confianza plena en Lo Celso, y así podría seguir enumerando. Y no nos olvidemos de cómo acomodó el vestuario cuando llegó, teniendo que hacer un trabajo complicado con varios de los jugadores de la antigua camada.

Además de un pasado en común con el técnico del conjunto nacional, guardo un profundo respeto por Luis Martín, el preparador físico de la “Scaloneta”. De hecho, aprovecho para agradecer las palabras que Luifa tuvo para conmigo en este medio hace algunos meses, donde habló de la época en la que fui su profesor universitario y de la admiración que tenía hacia mi trabajo.

La sorpresa puede venir por el lado de un equipo africano o asiático como cuarto semifinalista. No veo a un conjunto europeo sin historia en mundiales logrando un batacazo. El mayor problema de los técnicos para este Mundial es lograr manejar bien los egos, cosa que por suerte no sucede en nuestro combinado nacional. Francia es el claro ejemplo.