entrevista

Agustín Toscano: “El Incaa me permitió hasta ahora expresarme libremente como artista”

Fue galardonado con el premio al Mejor Director en la Sección en Competencia Rebeldes con Causa del Tallinn Black Nights Film Festival.

Agustín Toscano reinventa la manera de narrar un hecho inspirado en una historia real. Con En vos confío, que llega a la Argentina este jueves, revisa la historia de Nélida/Daniel y Susana, presa desde 2006 por la desaparición de una compañera cuyo cuerpo nunca apareció. Sobre la película y el difícil contexto actual de la producción audiovisual hablamos con Toscano en exclusiva.

—¿Cuándo supiste que querías contar esta historia?

—Esta historia me da vuelta en la cabeza desde hace un tiempo largo, digamos seis, siete, ocho años atrás. Pero desde el primer momento, o sea, desde mucho antes que yo sepa incluso que iba a hacer películas, yo ya era un poco fan seguidor de este caso policial. De otros, la verdad no tanto, pero hubo tres casos policiales enigmáticos en épocas similares que son el de Paulina Legos, el caso de Beatriz Argañaráz y el caso de Marita Verón que suceden en un Tucumán, de un tiempo en el que yo vivía en Tucumán y en el que yo estaba un poco atento a eso. Estoy convencido de que hay casos así todo el tiempo, pero esos tres fueron los que se transformaron en los célebres de mi juventud, por decirlo de algún modo, y de los que se hablaba entre amigos, se especulaban cosas. Después pasaron y quedaron ahí, los olvidé y alguna vez retomé la idea de hacer algo relacionado al teatro, cuando yo todavía hacía teatro, pero nunca supe manejar mi inquietud al respecto. Hasta el año 2018 que me mandé a intentar conocer a esta gente que termina estando en la película y conocía a la hija de Susana y Daniel, Érica a través de una abogada que me llevó hasta el campo a verla. Cuando logré conocerla, le dejé una carta dirigida a Susana y Daniel para que cuando ella fuera a la cárcel, se las dé en las que les contaba que era un seguidor de la historia, de lo que había pasado hasta el momento y que siempre había escuchado el lado de la familia de Argañaráz. Que quedaba un gran misterio por resolver alrededor del silencio que ellas habían dejado. Confiadas de que no iban a ir presas, no contaron nada y empecé a convencerles de que quería acercarme a su historia a través de su propio testimonio. Fue ahí que empecé a descubrir realmente que quería hacer una película, que no solamente estaba ahí por investigador, o por curioso, porque capaz que podría haber hecho una novela con esto, una obra de teatro como al principio. Pero en un momento se me puso bien claro que era algo que tenía que ver con el documental testimonial true crime, pero afectado por esta historia tan singular, tan significativa para mi época.

—¿Y cuándo que la manera de contarlo era este híbrido de ficción/documental/musical?

—Mi accionar de teatrero, de director de cine de ficción, siempre tuvo el impulso de llevar algo de esto al grado de la representación. Desde que empecé, pero tardé mucho muchos años del proceso en entender cómo. Por suerte no hice ninguno de los intentos anteriores porque pensé varios, pero me guardé siempre que tuve algún pequeño presupuesto para filmar. Lo usé en seguir avanzando en materia de entrevistas, investigaciones y todo hasta que tuve la idea, digamos, que vos ahora ya conocés. Y que tardó bastante en llegarme, de llevarlo para el lugar de la ópera del musical, cuando eso llegó, bueno, ahí empecé directamente una nueva etapa en donde me volví como un músico hacia la composición y a pensar en algún punto si no tenía que ser una ópera, digamos, una cosa que se cuenta en un teatro con música y casi abandonar el documental. Después, por suerte para mí, volvía hacia la senda del documental y mezclé las dos cosas y es lo que tenemos ahora por película.

—¿Sensaciones de estrenar la película en medio de un contexto complicado para el audiovisual?

—La sensación de estrenar esta película en este contexto es desoladora. En cualquier contexto, esta película sería incómoda. Pero, dicho al revés, en este contexto toda película es incómoda. Toda película que haya sido hecha pura y exclusivamente con el apoyo del INCAA, ese gran Instituto de Cine que al menos a mí me permitió hasta ahora expresarme libremente como artista, investigar, tomarme el tiempo para hacer las cosas, producirlas, pagar todo lo que hace falta pagar para hacerlo, con buena calidad, con la gente trabajando bien. Fue un proceso maravilloso, no solo de esta película, sino hablo de los últimos 10 años, que es lo que yo trabajé en películas producidas con fondos casi exclusivamente del Instituto de Cine y, en este caso, dependemos de los Espacios INCAA para estrenarla. Siento que de no existir el INCAA en un futuro lo tendremos que inventar, tendremos que buscar la forma de encontrar la resistencia. Porque, al menos, el cine que pretendo hacer yo en los próximos años, es un cine aliado a una manera de pensar que hoy está, a mi forma de ver. Por supuesto, alejada de lo que está pasando en las streamers, en las plataformas, en al menos en las principales y que le da una pluralidad al cine argentino que yo principalmente adoro. Yo soy un convencido de que tenemos una de las cinematografías más importantes del mundo y de las que yo más valoro por mi situación puntual de Argentina. Por supuesto, y no por nacionalistas, sino porque realmente conozco bastante bien nuestro cine y sé cómo es abarcador de un país muy grande, muy complejo, que nosotros conocemos bien y que probablemente afuera no se conozca. Entonces, somos nosotros los que podemos dar cuenta de cuán importante y valioso fue el instrumento, ese por el cual el Estado y los ciudadanos mismos que consumen cine. Porque es principalmente de él mismo de dónde vienen los fondos para hacer películas, y supieron mantener en el tiempo y sostener hasta lograr esta cosa tan gigante y tan diversa que es nuestra cinematografía.

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