Ana García Blaya: “La uruguaya fue un enorme desafío”

Tras la brillante y potente Las buenas intenciones, la cineasta vuelve a la dirección en un proyecto por encargo pero que hizo muy propio.

La esperada La uruguaya, de Ana García Blaya, que adapta el best seller de Pedro Mairal y que tuvo un sistema de producción independiente del Incaa para su realización, llega hoy a los cines de todo el país. La propuesta es un hermoso relato atravesado por el deseo que tiene el país vecino como escenario y a la maravillosa Fiorella Bottaioli en el rol de Guerra, la mujer que despierta a Lucas (Sebastián Arzeno) de su letargo eterno y juntos atravesarán diferentes aventuras y algo más.

“Al presentar esta propuesta se me cruza por la cabeza que puede haber una tercera; con la primera decía que si hacía una segunda iba a poder decir que era directora, y en esta oportunidad, que me llamaron, además había mucha expectativa, porque después de una primera que fue tan bien recibida, con tanto amor, estaba esa espera. Igual siento que le puse, con libertad, algo mío a la película, el rock que hay en mí. No sé cómo será recibida, pero es lo mejor y lo que yo podía ponerle. Acá me convocaron y me dieron el dinero para ­trabajar con total libertad, en dólares, en la mano, y pude hacer lo que quise”, contó García Blaya, feliz, sobre su trabajo en la propuesta, y profundizando sobre un hecho real que tiene que ver con que el cine argentino tiene muchas realizadoras mujeres que lamentablemente no llegan a dirigir una segunda película.

“La uruguaya me dio la posibilidad de hacer una segunda película, es así. Con un Incaa muy parado en pandemia, con muchas dificultades siempre para conseguir dinero, la verdad es que me llamaron para ofrecerme una película ya financiada. Tenemos esta plata, juntamos esto entre tantas personas, las reglas son así, y si bien me parece importante la presencia del Incaa en los proyectos, en ese momento, en esa coyuntura, me pareció una oportunidad para seguir haciendo y juntando kilometraje como directora, porque además las razones por las que me llamaron, gente de otro palo, muy nueva en lo audiovisual, como yo, muy novata, y por haber tenido la suerte que tuvo el recorrido de Las buenas intenciones, que su recorrido fue un sueño del principio a fin, que tuvo la suerte de ser finalizada y vendida y con promesa de estreno casi en el mismo día en Ventana Sur, fue tan hermoso, de cuento de hadas, que imaginé que la segunda película iba a ser muy difícil de llevar en ese sentido, de que las expectativas de los demás estaban muy arriba, porque justamente Las buenas… fue una cosa que no sé cómo salió tan bien, tal vez por una necesidad mía de contar la historia, sacarla, hacerla, acá más allá del productor final, que siempre dicen que en la segunda, si te fue más o menos bien, la segunda es una decepción para el resto, para mí terminarla fue un lujo”, continuó.

Para financiar La uruguaya, Orsai Cine emitió 6.000 bonos con un valor de 100 dólares. En menos de dos meses se vendieron todos: 1.961 personas invirtieron, a riesgo, financiando 100% del proyecto cinematográfico. Según la cantidad de bonos adquiridos, tienen su equity correspondiente. Según IMDb, será la primera película en tener casi 2.000 productores asociados. Pero lo más interesante es que dicho crédito no está justificado solo por el aporte económico. Orsai Cine, coordinado por Hernán Casciari, creó una aplicación, exclusiva para los productores, a fin de que participen de forma activa durante todo el proceso creativo y ejecutivo. Muchas decisiones se han tomado a través de votaciones vinculantes (como ejemplo representativo, el casting). A esto se suma la implementación de un sistema que les permite a los productores, repartidos a lo largo y ancho del mundo, colaborar de forma directa en diversas áreas de producción.

A propósito de esta particular manera de hacer cine, Blaya contó a diario Hoy: “Había presión porque 1.961 personas, que aman el libro, la literatura, estaban tras la propuesta. 1961 visiones diferentes que al hacer la película se borra esa imaginación y a ellos, los productores, les decía que esta película es la mía, que en colaboración es la que hicimos”.

Sobre el proceso de trabajo de esta película, que dista mucho de su primera obra, la directora expresó: “Fue todo muy distinto, trabajando con un guion que no es mío, con una historia que no me pertenece, desde todos los lados, por dónde lo mires. Acá tuve también el compartir al hacer, que requirió de energía extra, compartiendo cada instancia, reuniones de producción, cada uno de los departamentos, la decisión del casting, con 1961 productores, no porque sea tedioso lidiar con ellos, al contrario, sino por la energía que había que poner con cada uno para explicar lo que estábamos hacien­do. Fue muy interesante, porque cuando contás lo que estás haciendo, entendés lo que estás haciendo, y podes detenerte a pensar, y está muy bueno, y esa red de gente nos permitió llegar a muchos lugares, donde 40 personas o menos, que trabajan en una película, pueden acceder”.

Y agregó: “Fue un enorme desa­fío, aportando mi mirada a una obra y una historia ajenas, que luego fue un guion, otra obra colectiva y que fue muy acompañada por el autor, Pedro Mairal, todo me parece espectacular. Pase lo que pase, ya con dos películas, la tercera es la vencida, ojalá exista, y siento que, con dos películas, puedo decir que soy directora, pero todavía me falta mucho por aprender, y esto fue un aprendizaje enorme”.

Originalmente, su segunda película también era un proyecto personal y familiar, del cual dijo: “Estoy investigando material previo. Por suerte con esta no tuve muchos reclamos, excepto mi ma­má, que me dijo: Esto no fue así, y le expliqué que era mi punto de vista y es una película”. Sin embar­go, fue convocada en pandemia para trabajar en La uruguaya, y espera pronto poder concretar el que sería su tercer filme.

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