Belén Revollo y Bruno Barreto, con el cine en la sangre

El cine andino, particularmente de Jujuy, pisa fuerte gracias a la promoción y difusión que está haciendo el Festival Internacional de Cine de las Alturas.

El pasado viernes se dieron a conocer todos los ganadores de las competencias oficiales del octavo Festival Internacional de Cine de las Alturas, un evento que año a año crece y que permite a realizadores locales demostrar su talento y expandir las fronteras de sus proyectos. Así, Belén Revollo y Bruno Barreto, exponentes del cine jujeño, avanzan con producciones que demostrarán su identidad cultural. En el caso de Revollo, uno de ellos ha sido premiado en la sección de Work In Progress de la edición que ayer culminó en San Salvador de Jujuy, con la proyección de las películas ganadoras.

—¿Cómo ayudará a los proyectos en los que están trabajando, en conjunto, y en solitario, la reciente promulgación de la Ley de Cine de Jujuy?

—Bruno Barreto: Hay algo que se empezó a gestar hace algunos años aquí y que se hizo más como política pública, entró en la agenda el tema del cine, impulsado por el Festival y la escuela de cine. Si bien yo no pude estudiar acá, tuve que hacerlo en Córdoba, ahora volví y veo el cambio del estado de las cosas, y eso creo que impulsará a los realizadores de acá, se abrirán oportunidades, porque cuesta mucho hacer cine en las provincias.

—Belén Revollo: Yo estudié Cine acá, soy egresada de la primera camada de la ENERC de Jujuy, me había ido de acá, para estudiar Fotografía y cuando abrió la escuela volví. Acá hay una escuela de especialización secundaria, el Festival, la ENERC, y eso permite producir cine desde el propio lugar, y ahora con la promulgación de la Ley es muy emocionante.

—¿En qué propuestas están trabajando?

—BB: A mí me interesa mucho el territorio, la geografía. Mi historia está en Jujuy y volví con la idea de escribir ficción y documental de autor. Con Belén estamos trabajando en Galope, una coming of age, que cuenta el último día de Josué que debe dejar a su familia y amigos para comenzar la adaptación a la Gendarmería nacional. Se va a rodar en San Salvador de Jujuy, que se la muestra muy poco y está anclada en la idea de frontera, con Bolivia, Chile, que marca muy fuerte la identidad. Además estoy con otro proyecto autobiográfico sobre mi abuelo, Tito Mangini, y su obra, que fue fotógrafo en Tucumán, pude filmarlo muy poquito y luego murió y de hecho la idea es recuperarlo desde sus materiales, encontré 30.000 negativos, que se estaban deteriorando, y que la preservación de materiales es una deuda que tiene el país, y hace años que estoy buscando trabajos de él, por ejemplo una película de Mario Cañizares, realizador jujeño que vivió en Salta, en la que él trabajó, y me enteré que mi abuelo había participado allí por materiales que aparecieron.

—BR: Estoy con varios proyectos, uno es este junto a Bruno, otro es otra ficción que se llama Aída, y un documental sobre Lourdes Ibarra, activista trans que murió el año pasado, además del documental que está en posproducción Wacay, mujeres del tabacal, que narra de manera coral las historias de vida y anhelos de estas mujeres que trabajan en los tabacales, así que trabajando para terminarla, porque es mi ópera prima. Con Galope queremos mostrar las dinámicas de la ciudad de San Salvador de Jujuy y queremos salir de la búsqueda tradicional de la montaña.

—BB: Porque además el territorio también se trabaja en el lenguaje, y acá hay mezcla quechua, aymara, en todo está el territorio, no sólo en el paisaje.

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