ENTREVISTA EXCLUSIVA

Carlos Portaluppi, entre el freestyle y el cine independiente

El prestigioso actor se encuentra en un momento importante tras protagonizar con éxito una serie y una película. Anteriormente estuvo en Lo inevitable, de Fercks Castellani, con un pequeño rol.

Dueño de un profesionalismo y talento únicos, Carlos Portaluppi es uno de los protagonistas de Días de Gallos, que se ve en HBO MAX, y es parte de El perro que no calla, de Ana Katz, película que está en los cines. Con él hablamos sobre ambos proyectos.

En Días de Gallos, el actor compone a Elche, un profesor de literatura que se introduce en el mundo del freestyle para guiar a León (Ecko) en sus pasos para profesionalizarse en el canto y las letras. En la perfecta combinación de profesor y alumno, cada uno con sus particularidades, la serie toma vuelo y poesía en cada escena que tienen juntos.

—¿Conocías algo del mundo del freestyle antes de ingresar a Días de Gallos?

—Hay una referencia que es a partir de 8 Millas, de Eminem, pero a mí me llega más a partir de las grabaciones de El Marginal. En el patio de la Sub 21, en la excárcel de Caseros, donde la filmamos, había varios actores que cantaban, rapeaban y bailaban entre toma y toma, en esos tiempos muertos del rodaje. Así que mi acercamiento a este mundo viene un poco desde ahí.

—¿Te gusta ser extraño en un mundo que no conocías?

—No conocía más allá de esto que anticipaba antes, del mundo de El marginal y 8 millas, y es un mundo ágil, rápido, porque la construcción de imágenes es como una sucesión de fotos en el lenguaje que proponen en un breve lapso; es muy potente lo que dicen, comparando un poco con mi personaje, que se mete más desde la literatura, la poesía, para enriquecer el lenguaje y la manera de atacar del personaje que hace Ecko. Me fascinó e incluso pude darme algún lujo en los ensayos, de que tiren algún beat e improvisar. Fue un placer y una sorpresa que me gustó hacer.

—¿Cómo conectaste con los compañeros para lograr ese verosímil de los vínculos?

—Tuve escenas solo con Nacho, con Ecko, y algún cruce con Lautaro Delgado Tymruk, que es el tío en la historia. Antes de entrar al set tuvimos un trabajo previo. Conectamos rápidamente en los ensayos, de manera divertida, y él fue muy generoso conmigo, facilitándome algo que era complejo, porque si bien tenía referencias; él me dejó construir esa escena que luego más adelante se me ve rapeando. Fue hermoso, de mucha contención y fue una experiencia dinámica, ágil; tengo oficio, pero Nacho era la primera vez y de María Laura Berch, que fue la coach de ellos. Fue todo muy fluido y lindo.

—¿Tenías miedo de que el cuerpo no respondiera como debía en la interacción con el otro al rodarse en pandemia, con protocolos?

—Hubo mucha rigurosidad en los protocolos y la paranoia no estaba ajena al lugar, porque decían acción y éramos los únicos sin barbijo en el set, pero el cuidado y protocolo disipaban todo eso. Había paranoia, no tanto en esta, pero sí en otra que comencé antes y también era el único sin la protección del barbijo. Ahora seguí trabajando, con hisopados todos los días, y si bien nada te garantiza la inmunidad contra esta pandemia que atraviesa a todos, nos queda la tranquilidad del cuidado con el que se movió la producción.

El perro que no calla, una historia única

Ana Katz estrenó hace unas semanas la profética película que tuvo a la pandemia como uno de los temas, aún antes de que existiera siquiera. En la película Carlos Portaluppi tiene una pequeña pero contundente escena con el personaje protagónico, Sebastián, que interpreta Daniel Katz. En el intercambio con él, se determinarán ciertos puntos de la historia que sucederá.

—¿Cómo llegás a la película?

—Ana me habló de la historia de El perro que no calla, que se iba armando de acuerdo a los tiempos que uno podía, sabiendo que era una historia fraccionada. Pero viéndola no es para nada fraccionada, viendo cómo evoluciona el personaje e involuciona la humanidad. La película tiene la sensibilidad más extrema, característica de Ana, pero aún más, esta película es realmente una obra de arte.

—Esto es cine...

—Totalmente de acuerdo, es una historia sensible, con este personaje que hace Daniel, increíble. En ese amor que tiene por su perro comienza a tener problemas en el trabajo, con sus vecinos, encontrando trabajo en una granja ecológica y con una historia que se anticipa a la pandemia, con su sensibilidad, y no es casual, ella tiene esa sensibilidad. Hay una mirada sobre lo cotidiano que no se representa y como espectador me siento muy feliz por trabajar con una mujer sensible y talentosa.

—Y se va a ver en cine...

—Sí, creo que es una película de visión obligatoria, te guste el cine o no. Tiene algo esperanzador tras pegar algunas cachetadas y es una película que se hizo con cero presupuesto.

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