entrevista

“Cuando las historias son contadas solamente por hombres, y el ser colombiano tiene un estigma, es muy difícil salirte de ahí”

La estrella internacional de la música y la actuación presenta un relato emotivo en donde los sentimientos y los vínculos son lo que importan.

Itzia, tango y cacao tiene a Flora Martínez delante y tras de cámaras, en una producción con los argentinos Marcos Carnevale y Gerardo Romano entre los créditos. Diario Hoy dialogó en exclusiva con Martínez para conocer detalles de sus comienzos en la actuación, la música y su primera producción como directora.

—Antes de hablar de la película te quería preguntar, ¿cuándo supiste que te querías dedicar al arte, al entretenimiento?

—Ay, yo creo que desde muy chiquita, ¿sabes? Mi papá me llevaba a ver con 8, 7 años, las obras de teatro, pero las de adultos, no las de Disney. Y yo recuerdo esa primera obra que yo no entendía mucho, pero… fíjate, se llamaba Las dos Fridas, o sea, era sobre Frida Kahlo, y eran dos mujeres ahí en el escenario. Yo las veía, y ahí me apasioné, y dije, no entiendo muy bien lo que pasa, pero esto me gusta, esto de ser un observador así secreto de lo que pasa en los sentimientos y la mente humana. Creo que ahí quedé enganchada y, pues, siempre hacía las obras de teatro del colegio desde muy chiquita, creo que nací ahí metida, no tenía escapatoria.

—Y cuando les dijiste a tus padres, “quiero ser actriz, quiero estudiar”, ¿te acompañaron, te apoyaron?

—No, pues, es que mis papás sí son como otra cosa. Imagínate, mi papá a los 15 años, es al revés de cómo le sucede a todo el mundo, él me sacó del colegio, o sea, me prohibió ir al colegio. Me dijo: Mira, no, el colegio a ti no te va a servir para nada, ¿qué es lo que más te gusta? Y yo ahí le dije: El teatro y la música, y me dijo: Arrancá ya de una, no pierdas el tiempo. Así que ya con 15 años, pues, ya estaba estudiando en una escuela de teatro. Al año vinieron a hacer una audición ahí a la escuela y ya entré en la tele, fue todo como muy rápido. Como que entré directo, pero sin gancho, ni gente que me conociera, por un casting, y a los 15 años ya estaba trabajando en la tele.

—Y acá estamos y no paraste nunca más…

—Nunca más, me volví hiperfamosa en Colombia, salía en las tapas de las revistas con 18 años y a los 20 años ya estaba podrida de la fama. Sentía que nadie sabía nada y me fui nada más a estudiar a Nueva York, imagínate. Quería estudiar música y fue maravilloso porque ahí no me conocía nadie, era anónima. Podía caminar por las calles sin que nadie me dijera nada y ahí como que me ajuicie, tomé, maduré y empecé. Y seguí estudiando, me volví a enamorar de la música, imagínate del jazz, del blues. Ahí fue como, cuando, empezó mi amor por el jazz y el blues, en esos bares. No se puede pedir más. Y seguí estudiando también actuación y sí, como que el camino ya estaba trazado.

—Y ahora la novedad es esto, ponerte tras las cámaras y dirigir esta película tan hermosa que acá en Argentina. Bueno, nos llega un año después, se estrena y tiene vínculos con Argentina. ¿Cuándo dijiste: “quiero contar yo la historia y dirigir”?

—Pues, mira, yo hice una película que se llamó Rosario Tijeras, que se estrenó allá en Argentina. Después me fui para España y trabajé con Bigas Luna, con Vicente Aranda, pero todos querían a Rosario Tijeras, esta exsymbol, mata hombres. Y me vi como, claro, cuando las historias son contadas solamente por hombres y cuando el ser colombiano tiene un estigma, como lo sigue teniendo todavía, es muy difícil salirte de ahí. Es casi que una trampa, que es muy difícil escaparse y realmente yo había decidido ya no hacer más películas. Un poco como le pasa a Jared en la película, que él está conflictuado porque ya me siento como que le estoy haciendo mala fama a mi país y además amando este país y con todas las cosas que tiene este país. Como que ya digo, o sea, si estos son los únicos personajes que hay, pues ya, me salgo y pues ahí conozco a mi esposo que es uruguayo, José Reynoso, un productor musical maravilloso. Empiezo a hacer música con él y él siempre me decía: Tienes que volver al cine, ¿cómo no vas a volver al cine? Y un poco accidentalmente, claro, él empieza a escribir esta historia, nosotros también conocimos a Marcos Carnevale cuando estuvimos en Argentina y él también había visto Rosario Tijeras, por supuesto. Pero quedamos con una amistad muy bonita. Entonces José le manda el guion que él había escrito y Marcos hizo la supervisión del guion, nosotros al principio queríamos que Marcos la dirigiera, pero Marcos estaba dirigiendo, entonces en una, José me dijo: tú, que siempre te peleas con tus directores, pero en el buen sentido, quiero que la dirijas. Y yo decía, no, pero ¿cómo la voy a dirigir? Y, bueno, finalmente se cayó otro director que teníamos y como que dije, sí. Porque ese nuevo director quería como que esta historia tenga otras cosas, y yo dije, no, es que no, esa no es la historia que queremos contar. Como que la vida misma me obligó a decir: mira, si lo que quieres es contar tus historias, pues vas a tener que no solamente estar frente a la cámara. Así que, bueno, eso fue un poco como sucedió todo. Se lo debo mucho a José, a mi esposo, que, pues, la escribió y a Marcos, y un poco tener como la complicidad de todos ellos. Y después de Gerardo, que hubiera aceptado actuar en la película, en esta primera película tener su presencia, pues no, es que no se puede pedir, no se puede pedir más.

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