¡Cuidado! Hércules vigila, un clásico que no pierde vigencia

David Mickey Evans es el director de la película que marcó a una generación. En diálogo con este medio, reveló por qué hizo una sola secuela del filme y contó en qué proyectos está trabajando

Para todo aquel que tenga más de 25 años, ¡Cuidado! Hércules vigila (The sandlot) es una película que marcó a una generación. Fueron incontables tardes de domingo viendo el clásico, escrito y dirigido por David Mickey Evans. Una historia que se centra en la aventura de un grupo de chicos apasionados por el béisbol, a los que Scotty Smalls, un vecino nuevo en el barrio, intenta acoplarse.

La pandilla jugaba todo el tiempo cerca de una casa custodiada por Hércules, un enorme perro al que todos los chicos le tenían miedo. En torno a él, se habían generado leyendas respecto a la ferocidad que mostraba con los que osaban cruzar los límites de la propiedad a la que iban a parar las pelotas que perdían, que quedaban en su poder.

La cinta no solo es una pieza de colección para el público argentino, sino también para los norteamericanos. De hecho, cuatro años atrás, en el vigésimo aniversario del estreno de la película, Evans recorrió más de treinta estadios de béisbol para saludar a los fanáticos que se acercaban a felicitarlo.

Por supuesto, no fue lo único que el director hizo, ya que en su extenso currículum figuran algunas de las secuelas de otra recordada cinta infantil , Beethoven 3. También aparece Wilder days, obra en la que, con apenas diez años, Josh Hutcherson (Los juegos del hambre) comenzó a pisar con firmeza en la industria del cine.

En diálogo con diario Hoy, Evans contó lo difícil que es conformar un elenco con actores tan jóvenes y recordó algunas anécdotas de sus trabajos con animales en el set.

—En casi todas tus películas, los protagonistas son chicos, ¿por qué elegís contar esas historias?

—Creo que en esa etapa no importa quién sos o de dónde venís. Entre los 11 y los 13 años, la parte más importante de tu vida, empezás a tomar más responsabilidades, dejás la infancia atrás. 

Pero Hollywood es un lugar muy extraño: hacés una película sobre la infancia y cada vez que alguien escribe una historia de este estilo, lo mandan conmigo, porque para ellos es seguro. Piensan que van a recuperar la plata que invirtieron. 

—¿En qué estás trabajando ahora?

—Acabo de terminar un piloto para una serie ambientada en los 60, sobre la contracultura en California y el origen del movimiento juvenil surfer: cómo nació y se expandió gracias a la música.

Por otro lado, terminé el libreto para una nueva película de béisbol, basada en una historia real. Es sobre un equipo de chicos de 13 años que no tenían entrenador, porque eran muy malos, y dos adolescentes le hicieron una petición a la comisión directiva de la liga para que los dejara dirigir técnicamente al grupo. Perdieron los primeros tres partidos de la temporada, pero después ganaron el campeonato estatal de California. Pasó en 2012, fue una gran noticia de la televisión en ese momento.

—¿Cómo hacés para armar un elenco solo con chicos?

—No me preocupa que los actores no sean estrellas, ya lo hice muchas veces. Lo más difícil es hacer el ensamble, porque a veces hay actores infantiles muy buenos pero, cuando los ponés con el resto de los chicos, no encajan. 

—¿Con ¡Cuidado! Hércules vigila fue así?

—Cuando escribí la película, los personajes tenían nueve años, pero al ver a los chicos que iban a actuar, me parecieron unos bebés. Así que tuvimos que hacer un segundo casting y pasaron cientos de chicos. El primero al que vi fue Mike Vitar (Benny, en el filme). 

Es algo que toma muchísimo tiempo, fotos y audiciones. Una vez que decidís trabajar con esos chicos, es como el ajedrez: tenés que ponerlos en el rol correcto.

—La película es un clásico para la familia, ¿planeaste hacer más secuelas?

—Tenía pensadas y escritas seis. Cada una se ambientaba en una década distinta:1962, 1972, 1982, 1992, 2002 y 2012. Hice la primera y no fue hasta doce años después que me llamaron del estudio para hacer la segunda parte. Había pasado mucho tiempo.

El problema es que dicen que a las películas de béisbol les va bien en Estados Unidos, pero no ganan plata en el resto del mundo. Sin embargo, estoy hablando con un periodista de la Argentina, que 24 años después me dice que el film es un clásico.

—¿Sentís que marcaste de alguna manera a los directores de esta época?

—No lo sé. Puedo decir que muchos directores jóvenes me contaron que, cuando vieron mis películas, les dio esperanzas para hacer algo que les gustara, contar una historia personal, expresarse de la forma que quisieran. Hoy es muy difícil producir con poco presupuesto. Está todo puesto en Amazon, Netflix y esas cosas. Ahora hacen cosas como Batman y Capitán América, pero ahí trabaja muy poca gente. Por eso busco producciones independientes. Si hoy intentara hacer ¡Cuidado! Hércules vigila, sería imposible. 

Entrenadores mentirosos y criaturas desobedientes

Además de ser un especialista en cine con preadolescentes, David Evans tiene un vasto recorrido en películas donde los animales tienen roles protagónicos. “Mi infancia fue triste, pero tenía algunos perros que me hacían sentir muy bien. Me encantan. Comunicarme con otras especies es genial”, aseguró el director.

En este sentido, contó que en esas producciones se contrata a entrenadores que, muchas veces, resultan ser personas extrañas. “En Beethoven, le había contado lo que quería al dueño del perro, pero me dijo que no podía hacerlo. Después de pensar un rato, me explicó qué alternativa había, y era exactamente lo que yo había pedido, solo quería tener el crédito por la escena”, reveló Evans.

—¿Cómo cuidás que no se lastimen?

—A todos los animales de mis películas se los trata muy bien, casi que se los malcría. En cada momento del rodaje está presente una sociedad que los protege y escribe todo lo que hacemos con ellos. A algunos directores les molesta, pero a mí me encanta. Siempre alguien va a llamar al estudio para quejarse de algo que aparece en el filme y así mostramos que los tratamos bien. 

—¿Te acordás de alguna anécdota?

—En ¡Cuidado! Hércules Vigila 2, los entrenadores nos mintieron sobre las habilidades del perro. Ni siquiera estaba entrenado, no se podía sentar, no hacía nada. En la película hay una escena en la que tenía que sacar a un chico de un agujero. Si prestás atención, nunca aparece el animal. Lo tuve que hacer todo desde el punto de vista del perro para suplirlo.

—¿Alguna vez corrió peligro un elenco?

—En una película, Wilder days, filmamos en un bote de unos 25 metros. Había un tigre que tenía que saltar y, no sé por qué, no lo hacía. Finalmente saltó, pero hasta la otra embarcación, a más de 20 metros, donde estaban toda la producción y los camarógrafos. Éramos comida para él, y no lo podían atrapar, mientras merodeaba oliendo gente. Estaban todos espantados. Incluso, uno de los camarógrafos estaba tan asustado que agarró a una productora y la puso delante del animal. Le dijimos de todo. Desde ese día, lo bautizamos como “Tony, el tigre” (risas).

Noticias Relacionadas