Entrevista Exclusiva
Darío Yazbek Bernal: “Me llama la atención la gente indiferente”
Tras La casa de las flores, el actor llega al cine de la mano de Michel Franco con la reciente película ganadora del Gran Premio del Jurado en el último Festival de Cine de Venecia.
Con la actuación como legado, el talentoso Darío Yazbek Bernal se abre camino a fuerza de carisma y pasión en el mundo del cine y la televisión. Diario Hoy dialogó con el actor de La casa de las flores en exclusiva para la Argentina.
Él es ahora uno de los protagonistas de Nuevo orden, película de Michel Franco que ha levantado polémica y que se podrá ver online en Cinig de Cinemark/Hoyts.
—En México la película ha sido recibida con mucha polémica. Además, también es la número uno en taquilla, ¿cómo vivís actualmente esta vorágine?
—Ha sido una locura lo que ha sucedido con Nuevo orden en todos los sentidos, desde que pudimos ir a Venecia y ganamos el premio. Durante el estreno se creó mucha polémica y se habló mucho sobre el tema, y creo que la película sufrió una especie de prejuicio, es decir un juicio previo y discusión y visión de la película a partir del teaser tráiler, sin haberla visto nadie. Es la película más vista del año, no deja a nadie indiferente, y es importante eso, confronta a la gente con muchos temas que en América Latina en general han sido un tabú.
En México tuvimos la fortuna de no tener una dictadura militar y que la relación con los militares fuera bastante tranquila, aunque hubo momentos oscuros, de matanza, pero ni cercano a lo vivido en países como la Argentina, Chile, Brasil o Uruguay. Por eso es importante para mí escuchar ahora que se estrena, sobre todo en estos lugares que les tocó vivir una dictadura militar, esa especie de violencia masiva desde el Estado.
En México se decía que no podía pasar, eso fue parte de la polémica, y en estas cuestiones uno nunca sabe, menos sobre qué es la violencia, dónde está y cómo se manifiesta. De hecho es algo que no te das cuenta que puede pasar y un día está pasando y ya estás ahí. Nuevo orden maneja distintas violencias, y una visual, que es la pigmentocracia en México, donde la gente más blanca es la dueña de la casa y la gente con tez más morena y con rasgos indígenas es la que trabaja en allí, y esa división brutal se hace en el día a día. Eso es brutal al verlo, es una violencia visual con la que convivimos y nos hemos vuelto indiferentes a ella.
—Y además el reciente cine mexicano romantizó eso, tal vez lo que choca es cómo la muestra Nuevo orden…
—Claro, hubo muchas películas que romantizaron la pobreza, que buscan como una cuestión muy bressoniana, por decirlo así, donde dicen que es el México de verdad. Somos una sociedad muy compleja, y faltan voces y representación en las historias y la industria en general, es clarísimo, y la película busca retratar la violencia en el día a día de nuestras relaciones, además de la violencia estructural, donde la persona que peor sale es una mujer indígena, como pasaría y como pasa en México.
A pesar de que se digan otras cosas, los que más sufren en México son mujeres y niñas indígenas de bajos recursos, es parte al final del día de la realidad espantosa que se vive en el país. La película busca de una forma muy cruda retratar qué pasaría si sucedería todo esto y cómo se desenvolvería la situación, a partir de una lectura muy realista de la sociedad, a pesar de que se pueda ver como distópico o como una realidad alterna de la nuestra.
—Cuando te llegó el guion de Michel Franco, con quien ya habías trabajado anteriormente en una propuesta en la que se reflejaba la violencia, ¿qué sentiste al leerlo con ese ritmo imparable y crudo?
—-Cuando lo leí por primera vez no lo dejé, ni por dos segundos, y sentí el viaje que es, en el cine te pega, es como un boxeador que te golpea durante noventa minutos, y necesitás aire. Los que la vieron me dijeron eso, dame un momento, dame un par de horas porque estoy movido por todo, y eso estaba desde el guion. Cuando lo leí no entendía cómo podía ser una película, con la ambición que tiene de hablar de un tema social a nivel país y no solo de un país, sino de todo el mundo. Recientemente en Nigeria hubo una manifestación así reprimida por la Policía, y resuena en toda la región, en Chile, con los movimientos, en Argentina.
Está a flor de piel el tema y mi reacción también tenía que ver con cómo mi personaje es indiferente, me llama la atención siempre la gente indiferente, socialmente, políticamente ante temas que son tan claros, si el país se está cayendo a pedazos, ¿por qué harían una boda? O ahora mismo en pandemia, qué urgencia de hacer una boda, no veo la urgencia. Y esa falta de empatía y conciencia social, en un país tan complejo y tan problemático como México, ante lo demás, no puede parar a uno, tienen que seguir con frivolidades, ahí está a crítica a esa clase tan privilegiada que sí vive en otro mundo y alejada a lo que vive el país, y eso se ve reflejado en la pandemia, de cómo están las cosas mal y tan insostenible.
—En otros papeles, como Julián, en La casa de las flores, te hemos visto muy extrovertido y hacia afuera, Daniel, en cambio, es introvertido, ¿cómo fue encarnarlo? ¿Es el contraste entre roles lo que buscas a la hora de elegir papeles?
—Sí, me gustan mucho los retos y la diferencia de tonos. De La casa de las flores a lo de Michel ha sido un cambio gigantesco, estaba filmando la segunda temporada de la serie, terminamos e hice Nuevo orden. En ese sentido el cambio de tono es importante y liberador, tener dualidades, dos tonos, comedia, drama, y también dos tipos de actuación, uno hacia afuera, otro más contenido.
Volver a rodar con Franco y su herencia actoral
Hijo de la talentosa actriz Patricia Bernal, que también está en Nuevo orden, y hermano de Gael García Bernal, la interpretación se presentó como uno de los posibles caminos para su carrera profesional. Pero no fue el primero. Aquí cuenta cómo fue la vuelta a rodar con Michel Franco y el momento de la elección profesional.
—Venís de una familia de intérpretes, pero, ¿cuándo supiste que la actuación era lo que ibas a hacer profesionalmente?
—Yo no quería ser actor, quería ser otra cosa, perfilaba para ser la oveja negra de la familia. Cuando hice con Michel Daniel y Ana me di cuenta de que me gustaba mucho y quería seguir ese camino. Después de la primera semana tomando algo con el equipo me senté al lado de Michel y le dije: “Sí me gusta esto, sí podría hacer esto” y me dijo “Qué tranquilidad escuchar esto porque me tenías muy nervioso con eso que querías ser político”. Haciéndolo fue, siempre estuvo la espinita de probarlo y luego de Daniel y Ana quise probar, porque estaba en la familia y me terminó gustando.
Creo que fue eso del “nunca digas nunca”, la lección de no decir que uno nunca va a ser así. En Nuevo orden tuve mucha suerte de ya haber trabajado con él anteriormente, ya sé el tono, el ritmo, lo que le gusta ver y qué exige a los actores, y tal vez es cambiar por completo la escena, o los diálogos, o recortarlos, es una forma de trabajar muy interesante la de él, de hecho me preguntaban los compañeros si era así, o era normal, y yo le decía que sí y que confía y él es muy bueno llevando a los actores a niveles que tal vez no sabían que iban a llegar. Eso es interesante para mí, continuar eligiendo proyectos que sean muy distintos entre sí, el uno del otro, y creo que ese camino está muy interesante de llevar.