César Jones

“Disfrutamos del presente absoluto de ese cuento de hadas para adultos que es el porno”

En una entrevista exclusiva con diario Hoy, el cineasta César Jones reflexionó sobre la contemporaneidad del género XXX. También contó cuál será el título de su próximo lanzamiento audiovisual

Dueño de un lenguaje exquisito y una mente innovadora, César Jones es un rea­lizador platense que se dedica al amado y polémico cine porno.

En diálogo con diario Hoy, se expresó sobre su prolífica carrera
y presentó la producción que pronto saldrá a la luz.

—¿Bajo qué circunstancias sucede el proceso de casting?
—Se realiza desde nuestra web y redes oficiales. También se aprovechan las ocasiones de entrevistas y, last but not least, se apela a la interconsulta con otros colegas. Además, y tras dos décadas de fatigar el género, el boca a boca también funciona. El o la aspirante atraviesa varias fases, primero virtuales y luego, eventualmente, “reales”. Lo que rastreo en ellos es, para condensarlo, una intensidad, una sed por atravesar la experiencia sexual y fílmica que juzgo crucial para transitar la arena pornográfica. Esta premisa hace que la búsqueda se torne más dificultosa pero los encuentros también más felices. Con los actores y actrices se trabaja desde varios planos. Supongo que es sobre todo una propuesta tendida de encuentro con todas las resonancias posibles entre las personas que se acercan atraídas por la idea y nosotros en tanto grupo realizador.

—En este contexto feminista,  ¿hay prejuicios a la hora de hacer tu trabajo?
—Creo que la principal conquista del feminismo de estos años es la de haberse erigido como discurso único, que disciplina inmediata e higiénicamente a cualquiera que ose tocar una nota disonante respecto de sus nuevas tablas de la ley, incontestables y bajadas de no sé qué monte. 

Frente a semejante panorama, los únicos prejuicios posibles nacen del seno del propio feminismo (lo cual de ningún modo es mi problema) y, en tanto ideología extorsiva, de la posibilidad de censura directa o inducida en terrenos de materia creativa (única cuestión que de verdad parece excitar a estas criaturas). Pues en mi caso, si ha generado algún efecto, debe ser el llamado “efecto rebote”: más victoriano torna el mundo, más libertinas y bestiales se vuelven mis “pelis”.

En cuanto a la cosificación, ocurre que no tengo la menor intención de salirme de ella.  En el porno y fuera de éste, en materia lúdico-sexual, es no sólo deseable sino necesaria. Todos la practicamos, al ver porno, al mirar a alguien atractivo por la calle o cuando, en pleno juego sexual, nos extraviamos en el cuerpo de nuestro amante parcelándolo por tiempo indeterminado.

¿Esto significa que estamos olvidando su condición de ser vivo, de semejante? Claro que no, significa que estamos embriagados en la sensualidad de los cuerpos o disfrutamos del presente absoluto de ese cuento de hadas para adultos que es el porno. Luego, no me puedo hacer cargo del puritanismo y la mala conciencia reinantes: la “anempatía” criminal es patrimonio de psicópatas, no de la pornografía. Y la neurosis del que ve pecado en todo lo que se mueve debería volcarse en un diván, en lugar de pretender imponérsele al mundo.

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