Entrevista Exclusiva

“En el unipersonal hay autonomía, pero a la vez es un salto de red”

En diálogo con este multimedio, Belén Pasqualini presentó la obra que actúa y dirige, donde está plasmada la historia de su abuela, una audaz investigadora médica.

Bajo la historia familiar, la actriz y coreógrafa Belén Pasqualini puso manos a la obra para crear una pieza teatral en formato unipersonal titulada Christiane, un biomusical científico que visibiliza la historia de vida de su abuela paterna.

De esta manera, este musical que recibió premios y buenas críticas centra su hilo conductor en la vida de Christiane Dosne Pasqualini, una becaria que se abocó a la investigación de la leucemia en 1942.

Durante una entrevista con este multimedio, la actriz y bailarina dio a conocer los detalles de la función que dará el sábado 15 de mayo, a las 21, en el Teatro Estudio.

—En esta oportunidad estás al frente de la dirección, actuación e interpretación de una pieza musical que exige múltiples facetas…

—Desde siempre concebí que la actuación, la danza y el canto son elementos que conviven en cualquier hecho interpretativo. Los actores, para mí, cantan con la tonalidad que le otorgan al personaje y bailan con el modo con el que pulsan la caminata, el comportamiento físico del rol. Para mí, siempre hay música y canto en la actuación. No se puede cantar sin actuar ni bailar, todas están interconectadas. Son 3 elementos que están enredados y conviven, mutan según el proyecto Este personaje que hago tiene un ritmo fuerte, específico para que se entiendan las distintas voces del relato. Es un unipersonal con muchos personajes, está la danza presente que es un elemento crucial junto al canto.

—¿Cuáles son las fortalezas y debilidades del formato en cuestión?

—Los unipersonales se dirigen dos veces. A veces, la dirección está dada en cuánto conformación de la obra en un momento previo al estreno. Luego función a función, en el vivo de la representación hay una segunda instancia que tiene que ver con conectarse todo el tiempo junto al espectador, seguir el ritmo en esa función específica. Si bien eso funciona en cualquier obra, me parece que en los unipersonales se redobla la importancia de esa escucha. Además sucede que en este tipo de entrega hay un solo actor, no existe un elenco en la escena con el que interactuar, hay un solo interlocutor directo y único.

En una primera edición, esta obra estuvo bajo la responsabilidad de Denis Smith y después por motivos varios no continuó en el proyecto. La pieza teatral sufrió modificaciones y yo fui descubriendo cosas por el hacer. No es lo mismo aquella que estrené en el 2017 que la realizada en la actualidad después de 230 funciones o más. Es una situación adrenalínica el estar ahí, tantear el terreno. Si estás sola en escena, te olvidás la letra pero podes salir airosa cambiando cosas sin tener que hacerle entender a otra sobre la escena. En el unipersonal hay autonomía pero a la vez es un salto de red, no tenés de quien agarrarte porque estás sola en escena. Como todo, tiene sus pros y contras, pero sigue siendo una experiencia rica, nutritiva y de la cual aprendo momento a momento.

—¿Qué podés contarnos sobre el personaje que interpretás y es tan cercano en tu historia de vida?

—El personaje de la obra está centrado en mi abuela paterna por lo que no soy muy objetiva, porque hay un vínculo sentimental de toda una vida. Encima se trata de una de las 4 personas que forjó mi origen, mi raíz. Corriéndome de la subjetividad la característica más particular del personaje es que es una heroína, no hace falta tener poderes especiales para considerar a alguien como héroe o heroína. Es una mujer con mucha potencia, claridad, y vislumbre de lo que para ella es su vocación que pudo llevar a cabo en un siglo donde todo era muy difícil. En ningún momento se detuvo a ver los obstáculos sino que fue poseída por su pasión y llevó adelante cosas dignas de alguien que tiene poderes especiales.

—Con el devenir de la pandemia, las actividades abocadas al arte y la cultura en general debieron bajar los telones y recién ahora están volviendo, muy de a poco, en formatos virtuales o presenciales. ¿Qué análisis realizás de la escena actual?

—Está sufriendo una transición muy especial con todo lo de la pandemia. Así hubo un parate obligado en relación al público, más precisamente al hecho artístico. Eso lejos de un hecho trágico fue una forma de repensar hacia donde queremos dirigir la escena a partir de ahora. No solo porque será difícil volver a una normalidad sino porque el freno de la actividad tiene que servir para repensar que se quiere decir o qué nuevos modos de concebir al teatro pueden aparecer. A veces por sinergia continuamos en una lógica que propone el momento del mundo, el momento cultural del país. El parate hace que se ventile la casa y permite nuevas formas de entender el teatro. Así que es interesante, no así la falta de trabajo. Tengo fe en que la escena va a reinventarse. De hecho ya lo hace y ayuda a que el arte tome una forma tridimensional.

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