Entrevista Exclusiva

“Es muy necesario volver al teatro para sentir que estamos vivos”

En una charla con este medio, la intérprete Ana Padilla reflexionó sobre el regreso a las tablas a través de Nina, una pieza artística bajo la dirección de Jorge Diez.

Debido a la pandemia imperante, los artistas tuvieron que buscar la forma de continuar en movimiento a través de la virtualidad.
Ahora, existe una apertura paulatina que permite que las obras transcurran bajo ciertos protocolos.

De esta manera, Ana Padilla regresa con todo el talento para interpretar a Nina, una pieza realizada por Patricia Suárez, dirigida por Jorge Diez.

La cita obligada será el sábado 20, a las 22, en el Teatro Estudio, calle 3 Número 386.

Durante una entrevista con este multimedio, la actriz, directora y coreógrafa presentó el unipersonal que protagoniza, recorrió su trayectoria y habló sobre la vuelta al teatro.

Ana supo trabajar en Amas de casa desesperadas, Locas de amor, Los simuladores, Son amores y en el cine se desempeñó en El nido vacío o Sol de otoño.

—La vuelta al teatro se hace con el público presente con una obra en formato unipersonal…

—Hacer un unipersonal es algo muy especial porque sos vos con vos, el otro no existe. De alguna manera, es como si te hablaras y respondieras a la vez. Es una forma de teatro muy única donde se necesita determinada valentía porque tenés que confiar plenamente en vos, en tu instrumento, en tu memoria, en tu sentir, en tu pasión. Sucede que estás solo en el escenario, nadie te va a tirar una mano si te olvidás la letra, por ejemplo. Considero que es una experiencia que cualquier actor, todos los actores, deberían transitar. Es muy impresionante e increíble, casi de riesgo, ¿no? Pero a la vez es altamente gratificante.

—Estás al frente de la obra Nina, ¿cómo viviste la experiencia del personaje? ¿Qué más podés detallarnos?

—Se siente muy bien. Nina está sola pero su imaginación vuela todo el tiempo y habla con su público personal que es la ropa que está con ella en el guardarropa donde trabaja. Allí, en esos momentos, tiene la tranquilidad de confesar se y decir sus secretos, hablar de sus amores, del pasado, de su hijo y toda la intimidad. Es como el momento secreto que se dedica donde expresa toda la intimidad inmersa en su soledad, cuando se queda con ella misma. Creo que, al hablar como lo hace, la mantiene viva, alerta, y muy sana.

—Al inicio de la pandemia imperante, las actividades abocadas a la cultura en general fueron suspendidas por un tiempo prudencial mientras que ahora existe una apertura paulatina. En ese contexto surgieron las experiencias virtuales y los streamings. ¿Cuál es tu visión al respecto de estas nuevas formas de arte?

—Las puestas digitales nos ayudaron muchísimo para poder hacer en este momento tan duro, crudo y cruel que ha sido la pandemia que estamos viviendo. También nos han hecho reinventarnos. Por ejemplo, estoy haciendo un espectáculo que transcurre en una vidriera y el público está en la vereda. Como digo todas las funciones cuando termina, no es que el teatro independiente haya vuelto, al contrario está en emergencia, las salas por sobre todo.

Es increíble la cantidad de ellas que están cerradas. Si bien la virtualidad es bárbara y nos dio la posibilidad de seguir, pero tanto los actores como el público necesitamos de lo presencial. Es decir, ver la transpiración del actor, escuchar el aplauso del público, sentir su energía. Creo que, de a poco, vamos a ir volviendo aunque sean con presencia del 50 por ciento. Es muy necesario volver para sentir que estamos vivos. Al realizar mi show en la vidriera, siento que volvió mi alegría, estaba muy triste y esta experiencia de hacer Nina de forma presencial en el Teatro estudio es muy maravillo. Siento una felicidad que es impagable.

Volver a hacer teatro es increíblemente placentero. Amo esa sala, hice varias funciones y es un orgullo tener una persona como Gastón Marioni que trabaja tanto, tiene ese espacio maravilloso, una especie de joya. Tengo agradecimiento, alegría por esta posibilidad que tanto amo y me hace sumamente feliz.

—Entonces, para finalizar, ¿por qué recomendarías al público que concurra al teatro a ver la mentada obra?

—Es un texto maravilloso que fue escrito por Patricia Suárez y está basado en el personaje Nina, inherente a la obra La gaviota de Chéjov, que habla del desencuentro, del desamor, de la vida misma, de las relaciones humanos, es un escrito sobre los vínculos que tiene ese rol, del teatro mismo, de los clásicos, de lo mágico. Se mezcla la realidad y la ficción. Es una obra de puro amor, emoción y vida. Es muy gratificante. La gente saldrá con el alma llena.

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