Entrevista exclusiva a Betiana Blum: “A la rutina la tenés si querés, pero si te decidís a vivir... buen viaje”

La actriz Betiana Blum visitó la redacción de este medio. En una conversación distendida y amena adelantó su llegada a la ciudad con la obra Yo amo a Shirley Valentine, que se estrenará este sábado en el teatro Coliseo Podestá

Coqueta, Betiana Blum entra a la redacción de Hoy e inmediatamente pide refrescar su maquillaje. Se mira en el espejo, comenta que se arregló temprano y que le gusta estar presentable. Se nota. La presencia de la actriz es contundente y, en el momento en que comienza esta distendida charla, transmite calidez y amor por la profesión. 

“Estoy muy feliz de hacer este espectáculo. Es una obra que me ofrecieron cuando se iba a estrenar en Buenos Aires, hace muchos años, y en ese momento preferí hacer otro proyecto. Pasó el tiempo y alguien volvió a mencionarla, entonces la volví a leer y supe que era el momento de interpretar esta pieza. Tenía la madurez, no solo como actriz, sino porque lo que dice es tan hondo y sencillo que me pareció genial”, dijo la actriz sobre el éxito Yo amo a Shirley Valentine, la obra que presentará este sábado a las 21 en el Coliseo Podestá, sito en 10 entre 46 y 47, obra que ya había traído a nuestra ciudad anteriormente.

—¿Cuál es la trama de la obra?

—Es un personaje irresistible. Shirley es una ama de casa, que pela papas y habla con la pared (risas), está desahuciada. Si bien habla con la pared, la gente se da cuenta que ella expresa la deuda interna que tenemos todos de amarnos, valorarnos, tratarnos bien, respetarnos. De ser sinceros y preguntarnos qué quiero, y ahí está el tema. Lo que muestra el ahora es que ese “qué quiero” no significa tomar un caballo blanco y querer ser Juana de Arco, no. Es ser sincero con uno mismo y ver qué se quiere en el aquí y ahora.

El personaje, no voy a decir más, va dando pasitos en su camino hacia la liberación de sí misma (…) Es uno el que se da el permiso, el coraje de hacer en dirección a lo que uno quiere. Este gusanito, ama de casa, llega a la libertad eterna, a ser una mariposa.

Willy Russell, el autor, es un genio y solamente él pudo crear este clásico, que es reconocido a nivel internacional en todo tiempo y lugar. Pasan los años y mantiene la misma repercusión, la misma relación con la realidad, en fin, tiene vigencia (...) Es una obra espectacular, un canto a la vida. No es para pensar, sino para sentir.

—¿Cómo es la respuesta de la gente?

—El público se conmueve y se ríe. También se enternece, y la ternura es uno de los sentimientos más dulces y que mejor nos hace. Uno siente ternura por los niños, los animales, la belleza, la sencillez y todo eso lo tiene Shirley Valentine.

Es una obra para disfrutar y no pensar. La gente me dice cosas muy hermosas. Yo elijo trabajar con obras de ternura, amor y agradecimiento a la vida. Obras sobre la posibilidad que tenemos de ir hacia lo que nos hace bien, a de­sarrollarnos y valorarnos. De modo contrario, si viene de afuera, no lo entendemos como una valoración.

—Shirley tiene una rutina muy marcada, ¿cómo es la rutina de Betiana?

—Nuestra profesión es impredecible. Trato de quedarme en blanco y recrear cada noche este personaje. El teatro no se trabaja en soledad, se crea con el público. Cada público se renueva, interactúa con palabras, diálogos, sentimientos, silencios, carcajadas. 

La función nunca debería ser una rutina, debe cambiar cada noche, como empezarla por primera vez. El poder del ahora es maravilloso, mágico (...) Eso es lo que tiene que pasar en el escenario. La rutina, gracias a Dios, no me sucede, no me interpela. Cada día que te despertás, hay cosas nuevas: nuevos frentes, las giras, los alumnos, los viajes, mi perra, mi gato, mi nieto, la prensa, las personas. A la rutina la tenés si querés, pero si te decidís a vivir... buen viaje.

—Fuiste nominada a los Premios ACE por la obra, ¿cómo te hace sentir este reconocimiento?

—Muy agradecida. Me parece genial como nominaron al rubro, que fue obra teatral con un solo personaje. Esa es la descripción real. Porque, si bien tiene una sola protagonista, está acompañada de tres actos, con imágenes multimedia y la música original. Realmente es un espectáculo con todo.

Hay mucho talento en Argentina, y como te toca a vos, le puede tocar al de al lado. Lo ganás y hay que seguir trabajando, no cambia nada, es muy rápido (risas). Se siente como que te hacen un mimo.

De los mandatos familiares y el amor

Siendo muy joven, Betiana se mudó desde su Chaco natal a Buenos Aires. Su idea era estudiar Letras, pero rápidamente se volcó a la actuación. En ese entonces estaba en pareja y, por un mandato familiar, decidió pasar por el altar. 

“Me casó mi mamá. (Risas). No la juzgo, me pienso con la consciencia de ese entonces. Ahora, me siento libre. En ese momento no opuse resistencia. Creo que el error del ser humano es juzgar con la consciencia del presente los actos del pasado. Uno no debe volver a ese pasado, ya no tiene nada que hacer, pues ya está. Si tuviéramos que vivirlo, estaría en el presente. Ahora, el que quiera mirar el pasado, que doble su cuello. Me parece un horror”, reflexionó la actriz. 

“El presente es para entenderlo, para tener compasión, para perdonar, para comprender, pero no para juzgar. Me cuido mucho de no juzgar, uno lo hace todo el tiempo y no tiene sentido”, agregó.

—Hace un tiempo decías que tus parejas no te duraron más de cinco años…

—Siempre fui egoísta. Hay personas que están casadas hace veinte años y se odian, no se soportan. Yo no las juzgo, pero para   mí eso no lo elijo. Mantuve cada relación hasta que duró y no hubo problemas. Cada relación fue buena, como las separaciones, sin escándalos. Respeto lo que hace cada uno, pero en mi caso siempre fui hasta donde me sentí bien. Tuve varias separaciones y tuve que empezar de cero, pero de todo aprendí.

—¿Qué pensás sobre el amor?

—Estoy bien. Creo en el amor absolutamente, sino me pego un tiro (risas). El amor es nombrado en vano, porque el amor es lo que mantiene unido al universo, une a cada célula, es como un glue, eso es el amor. Después tenemos sentimientos y ahí se complica. 

Cuando pasás algunas etapas en la vida, se tiene que agradecer, en vez de pedir más. Si uno se enamoró y fue amado, hay que recordarlo bien y no decir: ¡ay!... ¿cuándo me voy a enamorar?, porque ya lo pasaste. Hay que pensar lindo y eso te da otra cara, te permite sonreír, generar otra energía.

Esperando la carroza caló hondo

Pasaron 31 años de su estreno en los cines argentinos, sin embargo Esperando la carroza sigue siendo uno de esos recordados filmes, que ganaron el corazón de varias generaciones gracias a su elenco estelar y sus diálogos, que están grabados en la mente del público.

“Tengo un agradecimiento infinito a esa obra. Tuve el honor de haber formado parte y trabajado con personas entrañables”, recordó Betiana. “El talento de la dirección de Alejandro Doria y los escritos de Jacobo Langsner fueron inolvidables. La gente, hoy, rememora las frases de la película”, comentó la actriz.

Blum recuerda que en esa época la película recibió malas críticas, pero que “el público la amó” y que hasta el día de hoy la siguen recordando por las grandes escenas junto a la reconocida actriz China Zorrilla. 

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