Geena Davis, de la actuación a la militancia de género
En un repaso histórico por los ciclos, personajes y figuras que marcaron un momento de la farándula internacional, diario Hoy recuerda el recorrido profesional de la protagonista de Thelma y Louise.
Corría 1988 cuando Geena Davis obtuvo una premiación por su primer rol importante en una película y cuatro años más tarde empezaría otra ola de popularidad gracias a su trabajo en Thelma y Louise, junto a Susan Sarandon. Sin embargo, la diva del séptimo arte, luego de obtener una fortuna importante, el respeto de la crítica especializada y el cariño de la gente, comenzó a tomar un camino que la llevó a las sombras en relación a su profesión artístico.
En los inicios de su oficio empezó como modelo: fue una de las bellezas que Victoria’s Secret tuvo en cuenta para uno de sus lanzamientos en los 80. A la par, tomó clases de teatro y tras un casting quedó para trabajar junto a Dustin Hoffman, gracias al director Sidney Pollack, en Tootsie. Asimismo, pudo estar en la comedia Transilvania 6-5000 y también conocería a su segundo esposo y colega, Jeff Goldblum. Los tortolitos se convirtieron en íconos y fueron contratados para trabajar en La mosca y Hay un marciano en mi vida. Luego, ella sería figura en Un tropiezo llamado amor y Bettlejuice.
Entrados los 90, Davis conoció al director Harlin y se animaron a invertir en una comedia romántica que tuvo buena recepción. La productora tenía estilo y buenas ideas, pero decidieron jugársela por una aventura juvenil que no era otra cosa que la temática sobre piratas. Así lo hicieron pero los resultados no fueron los esperados. Debieron cerrar la usina cultural y dedicarse a sus oficios de siempre.
Cansada y con ganas de un tiempo por fuera de los sets de filmación, Geena se tomó unas vacaciones y su fortuna comenzó a disminuir de forma considerable. Además, sufrió otro golpe al darse cuenta de que su esposo y la asistente personal de ambos mantenía un affaire. La indicada como la tercera en discordia se encontraba en la dulce espera. Dolida y separada, Geena encontró su resiliencia en el tiro al arco y logró consagrarse como una participante de alta gama. Poco a poco retomó su pasión por el arte y le fue muy bien en escuetas participaciones en Commander in chief, Stuart Little, Grey’s anatomy y Me him her. La vida le dio otra chance en el amor y pasó por el altar junto a su cirujano plástico; tuvieron tres hijos, pero se separaron luego de dos décadas.
Ahora que vuelve al ruedo poco a poco, también se comprometió con las causas de género; así, realizó estudios universitarios para investigar por qué el cupo femenino de personajes animados no se cumplía en las producciones para las generaciones más pequeñas. Fundó un centro de estudios homónimo donde analiza las cualidades de los roles femeninos en las propuestas culturales, de espectáculos y de deportes. Con respecto a esto, expresó en una entrevista: “Estoy completamente obsesionada con los números y los datos. Mi teoría es que no tenemos suficientes modelos reales de mujeres en puestos y ocupaciones importantes para impulsar el cambio y, por lo tanto, necesitamos tenerlos en la ficción para que la vida imite al arte”.
En pleno compromiso por eliminar la brecha en la desigualdad laboral entre hombres y mujeres, la artista recibió un doctorado y su obra fue reconocida por haber aportado estudios cuantitativos. A pesar de la insistencia por los salarios equitativos y la paridad, también sumó otros aspectos aprovechando el surgimiento del Me too, que denuncia las situaciones de vulnerabilidad, acoso y violencia sexual en los ámbitos laborales de Hollywood. Ella reveló que, en sus inicios, se presentó a un casting y debió sentarse en el regazo de un director para representar una escena romántica. Allí supo que la competencia era desleal. Con un cambio de paradigma y las voces visibilizadas, Geena continúa vigente con el énfasis en cambiar estas viejas costumbres para construir un mundo laboral más justo.