Heredero del Cantor del pueblo

Gonzalo “Yuyo “ Masseroni, artista de San Miguel apadrinado por Guarany, recuerda a su gran maestro a un mes de su fallecimiento. “Se fue el último gaucho que nos quedaba”, precisó 

Gonzalo “Yuyo” Masseroni, nacido en San Miguel, era un niño de 9 años cuando arrancó con sus dos hermanos a recorrer escenarios del país. Primero apareció en la televisión: Susana Giménez, Marcelo Tinelli y Roberto Galán fueron los tres próceres de la pantalla chica que le dieron el empujón a su carrera artística, a fines de los 90.

Sin embargo, el espaldarazo de fuego vendría tiempo después, en un verano de 2003, cuando tras una recomendación previa de su bombista, Miguel “Palito” Acuña, Horacio Guarany lo convocó para ser la primera guitarra en su orquesta estable, y en ese puesto quedó, acompañándolo por más de quince años hasta la triste partida del cantor del pueblo hace exactamente un mes, en la localidad de Luján.

Yuyo lo recuerda con la emoción de un hijo, tras haber heredado un legado criollo que lo marcó para toda la vida.

—¿Cómo lo definirías a Horacio?

—Como el último gaucho que nos quedaba. Cantorazo de todos los tiempos, que con su ausencia hizo que los festivales estén de luto por largo tiempo porque él era el festival. Era la gente que lo seguía y lo aplaudía. Hoy ha quedado un vacío gigante, tanto en las fiestas criollas como en nuestra cultura.

—¿Qué podés contarnos sobre el primer encuentro compartido?

—Llegamos con mis hermanos a Gral. Pico, La Pampa, y nos dio la mano. Después, arrancamos con cinco temas, Horacio se dio vuelta cuando yo estaba empezando a tocar Piel Morena, se sentó al lado mío y me dijo: “Tocás bien la guitarra, pibe”, y ese momento fue como una prueba superada.

—¿En qué sentís que te marcó este vínculo?

—Mucho. Es más: tengo el pelo largo y la barba por Horacio. Yo apenas arranqué era flaquito y estaba fresquito, después él me dijo: “Yuyo, tenés que dejarte el pelo largo y la barba”.  Incluso porque íbamos a hacer obras de Martín Fierro y Moreira en Luján,  en el Teatro que él estaba levantando para dejárselo a todos los músicos y cantores. Horacio quería hacer obras  ahí porque la gente que viene de afuera, los turistas, van al centro, a la Capital. Hay muy poquito folclore, entonces quería hacer su propio teatro criollo “Horacio Guarany”, que ya está terminado, pero aún no se pudo inaugurar.

Yuyo no para: está presentando por el país y el extranjero su noveno disco, que lanzó en diciembre de 2016 con una canción a dúo con el Chaqueño Palavecino y todos los domingos, como buena misa criolla, tocan en lo que denomina el templo del folclore: “Plumas verdes”, la casa de Horacio Guarany en Acceso Oeste y Magnolia, partido de Luján.  “El 19 de marzo le vamos a hacer un gran homenaje allí mismo, con autorización de su familia, quedan todos invitados”, dijo Gonzalo, y para sintetizar su amor por el artista largó unos versos que el viejo cantor le regaló antes de su viaje final: “Cantor de verdad/ no muere/ se va un ratito nomás/ y en cuanto uno se descuida/ vuelve por el pajonal / quiso cantar la verdad/ por algo nació cantor/ y lo echaron de su tierra/la pucha que lo tiró./ Cantor si canta bajito/ sordos te van a escuchar,/ cantar es con toda el alma/ la oreja grande parar./Quiso cantar la verdad/ por algo nació cantor/ y lo echaron de su tierra/ enanos de la traición./ Quiso cantar la verdad/ por algo nació cantor/ y lo echaron de su tierra/ a ellos, a ellos, los perdone Dios”.

Noticias Relacionadas