Iván Haidar, un artista platense que levanta vuelo

Elegido mejor director en la Bienal de Arte Joven 2017, fue becado para estudiar en el Lincoln Center Theatre de Nueva York. Antes de viajar a Lisboa para actuar en una compañía portuguesa, presentará hoy en la ciudad la obra que lo hizo brillar

¿Cuantos premios tenés que ganar para ser un artista legitimado?” se preguntó Iván Haidar, que fue elegido mejor director en la Bienal de Arte Joven 2017. “¿En cuantos festivales tenés que participar?”, insistió este joven platense, que comenzó a viajar por el mundo cuando apenas pasaba los 20 años, en escenarios de la India, Japón, Suiza, España y el Reino Unido. Las preguntas tienen su dosis de ironía y cuestionamiento al ideal artístico del mercado, pues, para él, “el arte está en todos lados, en nuestra vida cotidiana”. 

En pocas horas, Haidar viajará a Lisboa para incorporarse a una compañía que lo contrató en 2015, luego de conocerlo en Montevideo. Se instalará allá por un tiempo para hacer lo que más le gusta: bailar y crear. En 2018 deberá hacer una pausa y viajar a Nueva York, donde estudiará en el Lincoln Center Theatre gracias a una beca. 

“Sin embargo acá está mi casa, mi familia, mi gente”, dijo Iván, director y performer, que presentará hoy a las 21, en 48 entre 6 y 7, la pieza que posibilitó su despegue: Lugar monstruo, en la que se plantea el poder de transformación de los sujetos y pone en cuestión la espacialidad de la experiencia teatral. En la obra utiliza tecnología de la vida cotidiana, “nada muy caro ni robótico. No hay sensores de movimiento, sino linternas, un ventilador, una radio y una licuadora”. Sin embargo, ¿cuál es la trama? No la hay. La obra es gratis y de libre interpretación. Es una experiencia y es intensa. En su origen predominaba la danza, pero hoy es interdisciplinaria y lo sonoro juega un rol particular. 

“En Europa empecé a encontrar mi identidad artística. Yo produzco a partir de lo que hay, desde recursos, espacio hasta con quién. Desde las condiciones empieza a aparecer la obra”, contó Iván, sentado en un sillón de la redacción de este medio. Luego, agregó: “Esa es la diferencia abismal con el Viejo Continente. Allá, si no hay financiamiento, no se hace. Son realidades diferentes”. 

En La Plata, confesó, hay una disputa por la habilitación de los centros culturales: “Se viene luchando para legalizar cada una de las salas, pero nos ponen trabas. Si no podés habilitarla, te la cierran”, sin contemplar subsidios para infraestructura. “Es un poco extorsivo y cruel”, reflexionó. 

Perder el miedo, la clave para iniciarse

Pese a su buen momento, Haidar confirmó: “No es un mito, vivir del arte es muy difícil. La gran mayoría de los artistas viven de dar clases. He ganado tres becas, obtuve subsidios, pero el dinero siempre viene después de las obras, la plata es retroactiva”. Tan es así que tener un sueldo fijo le parece “raro”. Es un camino complicado, pero siempre tuvo el apoyo de su familia: “La familia hace que la maquinaria funcione para que un artista empiece a desarrollarse”. A los 5 años, sus padres lo enviaron a bailar danza clásica, pendientes de los intereses del niño Iván. En tanto, sus hermanos iban a rugby. Hoy, plantado como artista, lo recuerda e imagina la valentía y la apertura mental que tuvieron sus padres en aquellos años 90. “Tuve suerte”, aseguró. 

Después llegó el momento de tomar las “decisiones propias”. Se independizó y tuvo un quiosco con su hermano. Vendía alfajores y cigarrillos en el centro, por un sueldo fijo que le permitía llevar adelante sus primeros proyectos. “Me di cuenta que no me interesaba seguir una rutina. Quería crear, investigar, ver de qué se trataba esto del movimiento y el cuerpo”, relató, y así empezó a crear colectivamente. 

Se sumó al espacio Vuelve en Julio, que aún integra en sus vaivenes entre Europa y la Argentina. Con sus compañeros empezó a actuar en las casas de las abuelas, en los patios, en cualquier lugar. Como hoy, creaba desde su circunstancia. Por eso, siempre quiere volver. “Son tiempos difíciles, y no quiero sentir que estoy escapando”. Donde vaya, hay algo que Iván Haidar tiene bien claro: “No se construye una sociedad sin arte, es la columna vertebral de las comunidades. A través del arte se piensa y se define un pueblo. Infiere en la historia y construye estrategias para poder vivir la vida”. 

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