entrevista exclusiva
Juan Pablo Buscarini: “Me di cuenta de que las hermanas Mirabal no estaban instaladas”
Tras producir y dirigir películas icónicas de la cinematografía nacional, se embarca en la tarea de llevar adelante un relato necesario.
Juan Pablo Buscarini es el showrunner y uno de los directores de El grito de las mariposas, que ya se puede ver completa en Star+. En diálogo con diario Hoy, cuenta los detalles de esta superproducción que habla de las emblemáticas hermanas Mirabal.
—¿Por qué pensaste en traer nuevamente la historia de estas hermanas en este momento y en el formato de serie?
—Yo tenía la percepción de la película que había hecho Salma Hayek, por supuesto, y en 2018, yo soy de Rosario, estaba ahí y me encontré con un pariente que estaba en el trámite de ponerle “Hermanas Mirabal” a una pequeña plaza en un barrio periférico de Rosario. Él me dice: “¿Sabés de las hermanas Mirabal?”. Además, yo tenía presente también La fiesta del Chivo, sabía quiénes eran, pero en ese momento lo que yo no sabía, no linkeaba, era que la fecha 25 de noviembre, que es su muerte, había sido definida por las Naciones Unidas como el Día Universal de la Lucha contra la Violencia hacia las Mujeres. Entonces ahí, cuando hice ese clic, me puse a pensar y dije de volver a traer esta historia. Creo que la película de Salma Hayek que dirige Mariano Barroso, que es una película del 2001, no tuvo, digamos, la trascendencia, ni está instalada tanto en la gente, o sea, en los que no son quizás un poco más cinéfilos. Entonces, para las nuevas generaciones, empecé a trabajar, como suele pasar, a preguntar. Yo tengo tres hijas mujeres y me di cuenta de que las hermanas Mirabal no estaban instaladas. Incluso hubo un evento un poco posterior, el 25 de noviembre, una enorme convocatoria en Rosario, en el Monumento a la Bandera, con transporte público y 25.000 mujeres, y vos les preguntabas qué había pasado el 25 de noviembre y no sabían, estaban ahí celebrando el día, pero no había vínculos con las Mirabal. Y dije, bueno, este es uno de los típicos casos en que si estos personajes hubieran sido anglosajones, ya tendríamos por ahí varias películas de Hollywood, varias series. Y bueno, los personajes latinos... uno se va dando cuenta que le toca a uno contar la historia, sino desde el otro lado no te la van a contar, es lo desentendible, digamos; y siendo el día universal de la lucha contra la violencia de género y que no tengan la difusión... Es más, otra cosa que a mí me molestó en cierto modo cuando me puse a investigar más es que había mucho más sobre Trujillo, sobre la dictadura, sobre la perversidad; o sea, hay series de Trujillo, películas, La fiesta del Chivo, el propio libro de Mario Vargas Llosa, muy bien escrito, pero le dedica apenas algunos párrafos. Y entonces ahí me surgió, en el primer abordar, decir, bueno, acá la verdad que vale la pena contar esta historia. Y si no la contamos nosotros, sumado a que ellas provienen de un país cuya producción audiovisual o cuya cinematografía local tampoco es tan activa o no llegan cosas que se expandan tanto al mundo. La primera idea siempre fue pensar —a veces uno viene más del cine— en una película. Después me di cuenta de que la historia de Mirabal era en una época y eran 12 años fundamentales, no era un hecho más. Justamente, una de las características de Minerva Mirabal es que tuvo una épica, no tanto de acción ni de guerrilla, sino que tuvo una lucha continua de valores, luchando contra tiranos durante 12 años de su vida, pasándola mal. Y cuando ves la extensión, ves el contexto, la idea de encariñarse, seguir esos personajes: no cabía en una película. Sumado a que hoy —y esto también tiene que ver con uno que está dentro de la producción y de los contenidos— es un momento en que hay mucha mejor receptividad para nosotros que somos realizadores latinoamericanos, o productores, o creadores de contenido, en proponer una serie que quizás en proponer un largometraje.
—Claro, una superproducción…
—Y entonces así fue el año 2018, en el que todo esto que te estoy resumiendo fue tomando forma y fue terminando entre principio de año y fin de año con un argumento bastante sólido y bastante similar a lo que terminó siendo la serie, con la convicción de que daba para hacer una serie, y con las primeras charlas con, en esa época, Star+ —todavía ni siquiera era la plataforma, era Buena Vista International Disney—. Nuestra productora había estado involucrada haciendo Monzón, la serie, entonces había un vínculo de confianza, porque el proyecto de primera fascinó. Una de las primeras cosas que pasaban era que decían: “Pero de esto, ¿cómo no hay nada hecho?”. Entonces la receptividad del proyecto fue muy buena, también daba la idea de un proyecto de demasiada envergadura. Creo que ahí nos ayuda que veníamos de haber producido algo que había funcionado bien, y de la confianza. Hay como un respaldo de que hace muchos años en cine también Dísney nos había distribuido muchas de las cosas que hicimos, entonces daba esa confianza, digamos, cuando proponés un proyecto grande.
El contexto en que se dio todo
—¿Qué otros detalles podés revelar sobre el espacio y el relato en la realización de la producción?
—Vino todo un año 2019 de viajes, de investigación, de cómo contar algo, con una ventaja: en ese momento teníamos los argumentos desarrollados, sumando talento, casting, quizá por el tema, quizá por cómo estaba contada. No tenemos descritos a fondo los capítulos, los grabamos sí en todos los ámbitos. Pocas veces me ha pasado soñar un proyecto por ahí de cierto tamaño y que tenga respuesta tan favorable... Cuando llegó este tema a la plataforma, Leonardo Langhi, Fernando Barbosa, de entrada dijeron: “Hay que hacer una serie de esto”.
El detrás de escena de una superproducción
Juan Pablo Buscarini revela más detalles de El grito de las mariposas, que se puede ver en Star+.
—¿Cómo fue empezar a imaginarlo? Si bien la historia es de República Dominicana, la serie había que rodarla, había que sumar el elenco internacional. ¿Cómo fue un poco el armado detrás de escena?
—Te diría que hubo un proceso bastante hermético primero, yo le propuse a Ricardo Rodríguez, guionista, que se sumara, y al poco tiempo sumamos a una guionista española, Susana Rodríguez. Pero te diría que el primer tramo de trabajo fue muy ligado a decir: vamos a tener algo sólido, porque por más que, viste, uno sueña a veces el proyecto, pero si no es sólido lo que quiere contar... Y a mí me torturaba un tema que era un problema, que creo que lo terminamos transformando en una ventaja, que era que hay que ser honestos con estas mujeres que fueron tan honestas. Y la realidad era que la vida de Minerva—después se suman sus hermanas—, no era una vida épica de acción, de guerrilla, era un poco un cuchillo metido en el paracaídas de un avión. No había invasiones, lo que había era vivir, casarse, pero luchar contra un dictador, decirle que no... y a un dictador brutal que la había visto: ella se lo cruzó, algunos historiadores dicen tres veces en la vida, dos veces seguro, pero nada más que dos veces, a lo largo de una lucha de 12 años. La coherencia, la constancia, salirse de lo cómodo de decir que sí, perseverar; no la dejaban entrar a la universidad porque la mujer no podía estudiar, querían torcerle el brazo; después vio que se le empezaban a dar mal las cosas, iba a anotarse para el segundo año y no la dejaban anotarse... Toda una locura, también propia de una tiranía muy particular, muy grotesca. Pero no había otro vínculo, y el régimen era muy rico, por eso la tentación de otros de contar siempre el régimen de Rafael Trujillo de adentro. Y es ahí donde nos surge un dato muy interesante, que creo que es lo que terminó implicando que nuestra historia sea distinta, que la hayamos podido contar bien y siendo honestos con la historia Mirabal. Se trata de lo que había pasado con la migración de los españoles exiliados, o sea perdedores de la guerra civil, en un tratado en el que Franco se sacó de encima a personas que sabía que le iban a generar conflictos internos. Es una gran cantidad de españoles, encima con pensamiento bastante de izquierda, que caen a Dominicana pensando que se escapan de Franco, y caen ahí. Eran tipos que estaban bastante ilustrados. Entonces, hay un personaje construido con partes de personajes reales. Con Arantxa, la protagonista, y esa amistad lo que logramos es tener un personaje dentro del sistema, dentro del régimen de antagonismo ideológico con Minerva.