Judith Gabbani: “Los años 80 fueron una época dorada en todo sentido”

La actriz es un ícono de belleza argentino que ha trabajado con Alberto Olmedo, Jorge Porcel y también participó en La familia Benvenuto. Hoy, brilla en el teatro con la obra La vagina enlutada

A sus 59 años, la actriz y exmodelo Judith Gabbani luce resplandeciente, algo que se refleja en la luz que emanan sus ojos azules.

En los años 80 supo ser una de las preferidas de la platea masculina gracias a su belleza, y trabajó con grandes del humor como Alberto Olmedo y Jorge Porcel. En la década siguiente, fue una de las protagonistas de La familia Benvenuto, junto a Guillermo Francella, programa que acompañaba la mesa del domingo de los argentinos. 

Hoy, Gabbani brilla en la obra La vagina enlutada, bajo la dirección de Gastón Marioni y acompañada en escena por Jessica Schultz,  Mónica Salvador, Ana Padilla y Cecilia Tognola. Este viernes y el próximo, se despedirá de la ciudad en el teatro ubicado en calle 3 entre 39 y 40 nº 386, a partir de las 21.30. En diálogo con este medio, Gabbani habló sobre el pasado que le ayudó a construir este presente actoral y de la pieza que protagoniza.

—Trabajaste con grandes capocómicos como Jorge Porcel, Alberto Olmedo y Guillermo Francella, ¿qué recordás de aquellos años?

—Trabajé junto a ellos, Nito Artaza, Diana Maggi, Darío Vittori, el Negro Álvarez, Javier Portales y Ana María Picchio, entre otros. Por suerte, fueron pocos a los que les dije que no quería trabajar con ellos. Los años 80 fueron una época dorada en todo sentido y guardo los mejores recuerdos. Teníamos tanto trabajo que no parábamos nunca, los 80 y los 90 fueron momentos intensos en lo laboral. También con hice mi debut Verónica Castro en las telenovelas. 

—La familia Benvenuto era una ficción que se transmitía en vivo, ¿cómo fue ese trabajo?

—Fue increíble porque estuvimos cinco años. Era como hacer teatro en televisión, nada más que nos veía más gente. Al ser una comedia, los imprevistos podían suceder naturalmente. Guillermo es tan gracioso que podía decirte cualquier cosa. Cuando estás sobre las tablas y te pasa algo, tenés que salir al ruedo como sea, para que no se note. 

—¿Cómo ves a este país para ejercer la profesión de actriz?

—No muy diferente a otros países. En Estados Unidos solo vemos a las estrellas de Hollywood, pero hay muchos actores que tienen empleos de meseros para pagarse los estudios y que posiblemente no llegan a ningún lado. Lo mismo ocurre acá: hay muchos intérpretes, pero ¿cuántas series hay en donde trabajen actores? Por eso hay más teatro comercial que programas en televisión, y más actores empleados sobre las tablas que en producciones audiovisuales. 

Antes, cada canal tenía tres o cuatro novelas y ni hablar en la época de Alejandro Romay. Ahora son todos enlatados extranjeros, que traen costumbres que no son nuestras, formas de hablar ajenas. Si fuera a la inversa, posiblemente no aceptarían nuestra tonada. Si bien no lo critico, asumo que son las reglas del juego. Es lo que hay. 

—¿Cuál es el argumento de  La vagina enlutada? 

—Es un libro escrito por Walter Guerín, que fue un psiquiatra y sexólogo. Años después se hizo la adaptación de la obra y el responsable fue Gastón Marioni, quien también dirige la pieza teatral. La historia transcurre en la estación de tren de un pueblo que queda a ocho horas de Buenos Aires. Son cinco amigas que van al velorio del marido de una sexta integrante del grupo, a la que se nombra pero nunca se la ve. Las mujeres deciden viajar por un fin de semana a este lugar. La situación ya de por sí es estresante y se le suman las largas horas de espera en la estación, donde todo está cerrado. Ellas comienzan a estar incordiosas y a responderse mal. 

En este contexto de caos y tedio comienzan a surgir secretos íntimos. Después, cada una tiene un monólogo emotivo donde relata por qué somos como somos. Mi personaje es una mujer separada, cuyo marido la dejó por alguien más joven. Nunca pudo rehacer su vida y además vive con un resentimiento que la carcome. Cada una tiene un personaje bien diferente y todo está basado en situaciones reales.

—¿A qué herramientas apelaste para construir el personaje?

—A diferentes aspectos de la vida, aunque jamás podría vivir con el resentimiento encima como lo hace esta mujer. Por el contrario, yo dejo todo suelto. Apelo a pensar a cómo sería en determinadas situaciones y trabajo en base a eso. También, como soy la antítesis de este personaje, tomo estas contradicciones y actúo. Son cinco papeles muy ricos y para cualquier intérprete es todo un desa­fío poder llevarlos a cabo.

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