Entrevista exclusiva

Laura Oliva: “El empoderamiento es la consecuencia de muchísimos años de reflexión”

Con una extensa trayectoria, que le ha permitido desarrollar su talento en diferentes ramas artísticas y también la conducción, la reconocida actriz deslumbra una vez más en su regreso a los escenarios.

Un Te quiero, sos perfecto, cambiá, comedia musical que se presenta en el Teatro Astral de Buenos Aires, de miércoles a sábados, con dirección de Ricky Pashkus, Laura Oliva brilla, una vez más, como una de las protagonistas. Con una elogiada actuación por parte de la prensa especializada, en el escenario Oliva comparte el trabajo con Florencia Otero, Agustín Sullivan y Roberto Peloni. Diario Hoy dialogó con la actriz para saber más sobre su vuelta a los escenarios y otros proyectos.

—¿Cómo viviste el año pandémico?
¿Extrañaste el teatro?
—Por supuesto uno no puede abstraerse de la situación general, más allá de cómo uno lo haya pasado, que en mi caso particular venía ya teniendo actividades que no tenían tanta exposición como escribir o estudiar, entonces el cierre a nivel actividad mía no fue tan violento. Sí en cuanto al teatro, por supuesto, yo estaba haciendo una obra en El Picadero y se bajó de un día para el otro. Me parece que, más allá de la situación individual, uno no puede permanecer ajeno a lo que fue para nosotros, los actores y la comunidad artística, el parate y de sensación de cómo se vuelve, que es todo muy incierto. Por eso, esta experiencia de volver con el teatro presencial es algo positivo, tanto para
nosotros como elenco y para la gente que podrá ir al teatro con todas las precauciones.

—¿Se siente más presión?
—No sé si lo llamaría presión, si uno es flexible, la presión te dobla pero no te rompe. Desde el principio, donde los 15 días se convirtió en un mes y todo se fue alargando, entendí que esto era un cambio de paradigma y hubo que barajar y dar de nuevo, creo que habrá cosas que continuarán como el streaming, y otras como el Zoom o las plataformas, que sirvieron para achicar distancias, sintiendo la falta de stress del viaje, y llegaron para quedarse. Los que sufriremos en las funciones seremos los actores, porque los espectadores lo verán como siempre, pero nosotros veremos el cambio, una platea distinta, y vamos a eso, con la flexibilidad de saber que esto es un antes y un después, barajar y dar de nuevo, una nueva relación con el público y estoy completamente abocada a la tarea. Muchas cosas durante el 2020 las hice por plataformas y esto es bueno para no ir al escenario con la imagen en la cabeza de lo que era antes, sino con la apertura de lo que realmente nos encontraremos ahora.

—Como artistas han vivido funciones con más o menos espectadores, pero acá es todo diferente…
—Lo hablábamos con Ricky Pashkus. Como vos bien decís todos nos hemos comido un fracaso, una sala para 500 personas y había 7 espectadores, así que no hay que rasgarse las vestiduras. Él nos decía que es una platea con huecos. El público está desperdigado y la imagen de los barbijos, en una obra que es una comedia, o con pasajes cómicos, es rara. Hay que ver qué pasa con la risa con el barbijo, que es algo que uno ejercita en lo cotidiano, no sabés qué le pasa al otro, excepto que seas muy expresivo con los ojos. No lo vivo como algo frustrante per se, los desafíos son interesantes. Yo elegí esta profesión por una cuestión de considerar que los cambios y sacudones y volantazos me nutren y me alimentan, nunca pensé que esto iba a suceder y de esta magnitud, pero inevitablemente hay algo de que nadie se salva solo. N puedo hablar de algo positivo, porque hablamos de todo un cuerpo, de gente que la ha pasado y la sigue pasando muy mal, pero sí me parece una buena manera de encararlo ir lo más flexible posible.

—¿Cómo fue el encuentro y el trabajo en escena con los compañeros?
—Con Flor y con Peloni ya habíamos trabajado juntos, es gente que yo adoro, y me llevo muy bien arriba del escenario. A Agustín no lo conocía, pero es un sol de persona, con una carrera hermosa desde la miniserie de Sandro hasta ¡Hello Dolly! Y también fue reencontrarme con Ricky, con quien trabajé en la época de gloria del musical, o al menos cuando se traían estos musicales enormes, como fue Hairspray y El joven Frankenstein. Recuerdo esa época y experiencias con muchísimo cariño y encontrarme con él es reencontrarme con esa parte hermosa de mi vida, y él es un creativo, que es un loco hermoso y que sigue remando estas patriadas que son los musicales en la Argentina.

Una actriz todoterreno que se anima a varios roles

—Hiciste varias cosas, como actuación y conducción. ¿Con qué te sentís más identificada?
—Yo soy actriz, me defino como actriz y desde ahí todo lo demás. Y yo me considero actriz, no comediante o de otra manera. Si bien en el último tiempo mis trabajos se asocian a la comedia, no me considero comediante o actriz cómica, no quiero avalar eso porque si no se me encorseta y me restringe en lo que a la imaginación de los productores puede ocurrírseles. Me defino como actriz, y punto.

—¿Qué recuerdos tenés de Infómanas, programa de avanzada en cuestiones de conquistas y mirada de género?
—Siento que esto que está pasando, que es maravilloso, el empoderamiento y más, es la consecuencia de muchísimos años de reflexión, porque si no es como una epifanía, o algo de generación espontánea, y no es así, es la consecuencia del trabajo en todos los ámbitos. Y esto existía, existía Infómanas, después Grandiosas, en cuanto a lo que yo hice, y en los monólogos de este programa era un poco la feminista o la masculinizada, de eso se hablaba de mi manera. Ni hablar en Infómanas, donde se referían a Elizabeth Vernacci y Claudia Fontán como mujeres con energía masculina, por decididas, por cosas que antes se consideraban así.

Todo estaba, todo era visto de esa forma, y ahora es parte de las características femeninas, veo una publicidad en donde se dice “no me ayudes”, porque si no se asume como propia la tarea, digo que maravilla que se vea, porque cuando lo decía, con humor, decían “ay que loca”, porque era entretenimiento. Todo de pronto ahora genera un cambio, pero esto no es para nada espontáneo, es algo muy trabajado, reflexionado.

Celebré cuando vi en un colectivo yendo con mi auto atrás un aviso que decía “ni loca, ni histérica ni fabuladora, el acoso existe”. Yo soy de la generación en donde todos los días en el colectivo te tocaban, te rozaban y no podías decir nada porque te trataban de loca. Tengo una sobrina y pienso que es bueno que ella sepa que no tiene que callarse nada, y repito, esto es un trabajo de mucho tiempo y de mujeres que han podido llevar esto hasta el terreno legal.

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