Marcelo Leguiza presenta Cielo rojo en el BARS

Antúnez es Bianca en la ficción que estrena este jueves en el Festival.

El prolífico realizador audiovisual Marcelo Leguiza presenta en el BARS (Festival Buenos Aires Rojo Sangre) su última película Gigantes de acero. Con un gran elenco, encabezado por Noe Antúnez, Susana Varela, Gaby Valenti y Paula Manzone, llega este jueves como parte de la Competencia Iberoamericana. Para saber más de la película, hablamos con él.

—¿Cómo surge la idea de Cielo rojo?

—Cielo rojo es mi décima película, era parte de una trilogía de encierro que se llamó la trilogía de la corporación. Son películas donde el encierro, la lisérgia y una corporación son protagonistas. Son películas de un montaje veloz, donde siempre se trata de romper con la noción de tiempo. Cada una, dentro de una trama fantástica, cuenta un subrelato que habla sobre el suicidio, la soledad; en el caso de Cielo rojo se trata de la depresión y la opresión. Surgió la posibilidad de presentarla en el FantasMercado del festival Fantaspoa (Porto Alegre). La película fue seleccionada y captó el interés de productores; finalmente la productora Morbo Films se encaminó a realizarla.

—¿Cuándo supiste que podías tocar temas sensibles y de urgencia, como el abuso de psicofármacos o remedios psiquiátricos y el abuso de la sociedad patriarcal en medio de un relato de género?

—No lo busqué, al menos no adrede. Pero innegablemente lo que señalás sobre género y psicofármacos se cuela en el relato porque es lo que vivenciamos día a día, y es casi imposible aislarlo de cualquier narración que se origine en estos días. Pensé la película como el avance de diferentes narrativas sobre una mujer que transita la depresión. El discurso médico, el mediático, el social, todo conspira para pasar por sobre su voluntad. Bianca es golpeada por la vida y afectada por diversos discursos que no le permiten transitar su dolor sino que la obligan a disociarse de la realidad. Creo que la aparición figurativa de esos gigantes de metal tiene que ver con eso, con la necesidad de la aparición corpórea de esa amenaza que no solo se aloja en su infancia o en su secuestro, sino que está en todos lados, enorme, amenazando con destruir todo.

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