entrevista

Marina Zeising estrena Carlos Gesell, mi padre

La propuesta viene de recorrer festivales como los de AtlantiDoc y de mostrarse en el mercado Ventana Sur.

Ya se puede ver en los cines de todo el país Carlos Gesell, mi padre, de Marina Zeising que revisa, a partir de la figura de Rosemarie Gesell, la historia de su padre, el fundador de uno de los balnearios más importantes de Argentina, Villa Gesell. Para saber más del origen de la propuesta que está narrada por Cecilia Rosetto e impregna la historia con una impronta única, hablamos con Zeising.

―La película está dedicada a tu padre y habla de un padre, ¿qué tan importante es para vos que la propuesta quede como la historia de una hija que vio la transformación de su familia y su entorno?

―El documental colabora con la construcción de la memoria y los procesos históricos y en ese sentido considero que es importante para las nuevas generaciones que sepan cómo se construyó esa ciudad y quién fue Carlos Gesell. Cada persona que vivió esa época tendrá su mirada y vivencia, pero esta película propone relatarlo desde la experiencia de su hija, Rosemarie. Atravesado por el tamiz de mi interpretación desde el lenguaje audiovisual.

―¿Cómo llegaste a Rosemarie?

―Cuando me reencontré en el museo casa Gesell con la historia, leí todas las biografías y la que más me gustó fue la de ella por su cercanía con su padre. Entonces, conseguí su teléfono, le realicé una entrevista larga en su casa desde la cual construí el guion y con su aval comencé a desarrollar la película.

―¿Cómo armaste el trabajo de investigación y cómo fue imaginar desde el archivo y la narración la forma de la película?

―Teniendo la narración de la historia que transcurre durante el siglo XX, fue un desafío pensar cómo ilustrar con imágenes ese texto sin tener al protagonista vivo ni tener demasiado material de archivo de la época. Como la primera etapa de joven de Carlos Gesell fue de exploración, elegí acompañar ese derrotero de su propia búsqueda con películas en blanco y negro mudas que representaban la época y que están liberadas. Conseguí también archivo que me cedió Rosemarie, el Museo Gesell, Roberta Kuhn la hija de Rodolfo, el Archivo General de la Nación, el Museo Pablo Dukros Hicken y archivo propio. Todos esos materiales los unifiqué con el relato en off que realizó de una manera maravillosa Cecilia Rossetto y las representaciones simbólicas de Oskar Molek y Bonnie Favelies. Tuve también un buen equipo de producción que me acompañó como Noemí Fuhrer y Graciela Mazza.

―¿Cuándo entendiste que el humor iba a sumar al relato?

―Desde que leí el libro y conocí a Rosemarie entendí que esta película debía relatarse con humor. Por mi parte, me gusta darle un espacio importante al humor en la vida, para darnos un respiro en la cotidianidad, así que sintonicé muy bien con su estilo. Ese fue el disparador inicial que intenté plasmar en la película. Por eso la elección de los fragmentos de las películas mudas.

―¿Qué significa Villa Gessell en tu vida?

―Villa Gesell está impregnado en el espíritu de mi familia porque mis abuelos fueron de esos primeros turistas alemanes que vacacionaron en la villa. En los 70 se hicieron una casa en el municipio lindero de Pinamar, pero continuamos hasta el día de hoy relacionándonos con Gesell. De hecho, producto de la película, terminé quedándome a vivir en la costa atlántica.

―¿Cómo te sentís con el estreno y con qué te gustaría que se conecte con el relato?

―Es el cierre de un ciclo que empezó en pleno estallido de la pandemia y que ahora se lanza a la sociedad abriendo una nueva etapa que suele nunca cerrarse. Porque ya fui viendo que las películas atemporales persisten en el tiempo y nos trascienden como autores. Además del humor, también quise volcarle un sentido poético y sentimental porque he notado que las personas que se vinculan con la villa tienen una relación muy emocional con esa época e inclusive con la actual. A pesar de los cambios que sucedieron en la ciudad, percibo que la mística y épica que plasmó Carlos Gesell sigue viva y eso quisiera que el espectador lo vivencie. El cine debe ser un espacio de placer, reflexión y goce.

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