entrevista

Miriam Lanzoni y Osvaldo Laport estrenan Partida

Inspirada en una historia real, la propuesta refleja la lucha de una mujer que se reencuentra con su pasado y tiene que enfrentarse a una dolorosa verdad.

Partida, dirigida por Diego Suárez, tiene a Miriam Lanzoni como protagonista, guionista y productora de un relato inspirado en la historia real de su madre, Liliana Melgratti, quien logró cambiar un destino de violencia por uno de amor y compañía. En la película participa Osvaldo Laport, y tanto con él como con Lanzoni hablamos para saber más detalles del proyecto.

—¿Cómo se sienten con que finalmente la película la va a ver el gran público?

—Miriam Lanzoni: Cuando empieza un proyecto, está ese riesgo de no poder terminarlo o de no llegar con el tiempo que querés. Porque también en este país, sobre todo, todo se hace tan complejo y hay tantas variables, que que esté viendo la luz tan rápido y de la forma deseada es una bendición.

—Osvaldo Laport: Desde mí, como compañero de laburo, verdaderamente conmovido, emocionado, porque con Miriam nos conocemos desde hace muchos años, pero nunca habíamos trabajado juntos, había trabajado con mi mujer y después nace El Enganche, una obra de teatro con Arnaldo André que dirigí, y la tenía, sí, obviamente, como colega, como laburante, por su trabajo como actriz, pero no como trabajadora que saca todo adelante. Creo que los trabajadores del arte hoy en día, por esta realidad que estamos viviendo, verdaderamente somos laburantes, ya no hay tantas puertas para golpear. Y las nuevas generaciones, menos. ¿Por qué digo todo esto? Porque descubro en esta mujer una tremenda trabajadora del arte, y eso apareció desde la observación. Mientras todos estábamos almorzando, por ejemplo, tras una jornada de rodaje, ella estaba sentada con algún productor, buscando algún sponsoreo; alguien que está relacionado con la provincia, con la ciudad, con el pueblo, con los contactos, una trabajadora constante, incansable y siempre con energía.

Pero creo que se estrena la película y tiene ese doble plus, cosa que hace justicia porque además de los trabajadores, que es el producto, como factura final es un producto sensible, inclusivo, en esta intención que tenemos todos de bregar por una sociedad más inclusiva. El aporte que hace ella valientemente con una historia personal no deja de ser un referente para para tantas almas en pánico que no se animan, que no se atreven. Tal vez aquí, en una gran ciudad como la nuestra, tenemos más posibilidades de abrirnos, pero en los pueblos no, por eso me parece que no es un estreno de una película buena y punto, no, creo que tiene ingredientes que nos permiten decir que se hace justicia porque es un estreno de una película que verdaderamente tiene algo para contar, para dejar, para incluir, para enseñar, para informar, para compartir; esa es mi alegría.

—¿Vos desde siempre sabías que ibas a contar en algún momento esta historia y que además te ibas a poner en los libros en la producción?

—ML: Yo la empecé a escribir hace cinco años más o menos, a estudiar más intensamente guion, y empecé a hacer cursos, empecé la carrera de Cine y la terminé, y ahí empezó una necesidad de empezar a escribir cosas que no les había contado nunca a nadie. No empezó con un propósito, sino por el mero hecho de que eso salga hacia algún lugar, y después sí me empezaron a venir las ganas, casi que fue orgánico, que quizá se transforme en una película o que vea la luz, porque necesitaba visibilizar muchas cosas sobre todo por lo que significa la historia, no la historia de violencia, sino de resiliencia, y la historia de una mujer que sale adelante pero acompañada por un hombre, y eso solo lo remarco mucho, porque a mí me parece hermoso. Me parece que la unión en cualquier sentido es mucho mejor y es más valiosa.

Y después, sí, yo siempre fui muy productora desde que empecé a hacer teatro, yo pinto mi escenografía, me armo el vestuario, como sé coser me lo coso, y siempre soy superproductora, entonces eso casi que vino por añadidura, no había otra forma de hacerlo. Y yo quería estar involucrada en la producción, porque había algo muy de la génesis, sabía por dónde quería ir obviamente, y cada uno en su área a su vez quería aprender. El vestuario está muy bien contado, pero hay una narrativa que tiene que ver con la historia con el que pesaba, el arte igual, la dirección, y tener que firmarla en Chaco para mí era necesario, no era lo mismo recrear. Me pasó eso entonces, no había manera de que no esté en la producción, me encanta y me gusta involucrarme en todo.

—¿Cómo fue sumarte a la propuesta, que es federal, además?

—OL: Es una historia que es del lugar y que había que contar. Para mí hacer cine era una asignatura pendiente y empecé a descubrir un respeto y un acompañamiento desde el lado de ustedes que no está, por ejemplo, en la televisión; en el teatro puede ser, pero menos. El acompañamiento es lógico, es respetuoso, es criterioso; se preocupan de ver la película, analizarla, para después poder dialogar y charlar, y eso a mí me puso en un lugar de felicidad, de alegría, porque yo me reconozco también, más allá de los aciertos o desaciertos como trabajador en el arte, un laburante y un respetuoso del otro, empezando por mí mismo.

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