entrevista
Silvia Freire: “Me encanta que lo mío sea útil”
La escritora y conferencista, con una amplia carrera en la televisión, abre el debate sobre la preparación para la maternidad / paternidad.
Tras años de alejarse del foco de los medios de comunicación, Silvia Freire regresa con su nuevo libro Prohibido tener hijos, a menos que te capacites, en la que reflexiona sobre la responsabilidad y la preparación necesaria antes de la maternidad y paternidad. Con ella hablamos para saber más sobre su vuelta y su presente.
―¿Cómo te estás sintiendo con la recepción que estás teniendo sobre esta decisión que tomaste de “volver”?
―Me estoy sintiendo sorprendida, porque en realidad la intención de aparecer otra vez en los medios tiene que ver con la presentación de mi nuevo libro, que es bastante polémico. Y bueno, yo en realidad salía a contar esto, hablando directamente a las madres, que sean responsables de las actitudes, de sus acciones, de sus elecciones, vos podés equivocarte y tener un hijo con una persona adicta, agresiva, pero no podés equivocarte y tener dos y tener cuatro, no. Llega un momento en que uno tiene que tener la conciencia de ver qué es lo que está haciendo y cómo está viviendo, consciente. No solamente para los hijos, que sí, pobrecitos, son carne de cañón, pero para uno mismo vivir con una conciencia, así que bueno volví a los medios. Que en realidad te confieso que yo volví porque me preparé una carta, para ver qué quería, qué me gustaba más y puse: ¿te gustaría ir con una motorhome por todo el país?, y me fui. ¿Te gustaría volver a los medios a hablar de algo?, y volví. ¿Te gustaría escribir otro libro y editarlo y presentarlo?, y lo hice. ¿Te gustaría irte a Europa? Entonces, lo que estoy haciendo es tratar de sufrir lo menos posible por un hecho extremadamente doloroso, tratarme bien, hacerme bien, ayudarme lo más que se pueda y dentro de todo estaba la presentación de este libro, ir por los medios a presentarlo y fue muy impactante. Evidentemente, que una mujer de 66 años, viuda, sabiendo la mayoría de la gente que me conoce que amaba profundamente ese hombre, porque a veces hay gente que está por estar, o que se odian, y que es un alivio, porque no se animaban a separarse, y que desaparezca de tu realidad eso es extremadamente doloroso. Entonces, se ve que a la gente, el impacto de ver que esta señora de 66 años se sube a una motorhome y se va hasta Ushuaia fue fuerte.
―Es que has estado en tantos programas durante tantos años que te tienen presente…
―Yo lo había perdido de vista. Yo no lo hice para eso, ¿entendés?, o sea vuelvo a los medios a entender. Yo quería hablar del libro. Me preguntaron otras cosas que les interesaron y a mí me encantó que les interesara. Me encanta que lo mío sea útil, que yo puedo ser un ejemplo. De hecho, hace 30 años que yo trabajo de eso, escribí para mostrar cómo lo estaba haciendo yo, para que copien la receta, cómo había logrado yo... esto de llevarme bien con mi marido, cómo lo logré, cómo logré ser feliz, cómo logré vivir feliz de la mañana en la noche sin que lo interrumpa. Yo tengo en mi estado de celular: feliz, sin alternativa, sin darme opción a la infelicidad, no es una opción, porque no conduce a nada, porque yo no beneficio a nadie, porque yo no le hago ningún bien a nadie, no siendo feliz, ni siquiera al que no está. Porque si vos me dijeras que a mi marido le encanta que yo sufra, bueno, vale, entonces sí que te cierro la puerta y me pongo a sufrir, pero yo creo que no le hago un bien a nadie de esta manera y él claramente me dejó una estampita de San Agustín que decía: si me amas, no me llores. Me lo dijo superclaramente, lo dijo antes, lo siento ahora y bueno, soy fiel a ese mensaje.
―¿Cómo fue esta experiencia de subirte al motorhome?
―A nosotros nos gustaba mucho viajar. Nos gustaba mucho la ruta, a mí, más que a él, porque en realidad el que manejaba era él, era machista, viste, los machistas de antes que creían que las mujeres no manejan. Entonces, cuando yo tuve que planificar un futuro dije, bueno, tratá de hacer locuras, legales, trata de hacer cosas que te sorprendan, que te llenen de adrenalina. Porque estudié mucho neurociencia y sé que necesito sustancias que vayan a patearla en contra de la depresión. Te baja la adrenalina, te sube la depresión. Te baja la dopamina, te sube la depresión. Te baja la endorfina, ¿qué sube? Pensé cómo podía hacer para liberar endorfina, adrenalina, dopamina, y las mujeres sabemos que nos compramos un par de zapatos y tenemos un sacudón, pero resulta que yo zapatos tengo un montón, así que por ahí no era. Dale, a ver, adrenalina, cómo sería tirarme en paracaídas, y a ver si te subiste arriba de una motorhome, andate sin rumbo fijo a recorrer el país, a parar donde quieras a mirar el paisaje que quieras me pareció una opción divertida, ingeniosa. Tenía acceso a poder hacerlo, porque hice un enroque de vendo acá, pongo allá, saco de acá y pongo de aquel lado y bueno, me jugué y me compré la motorhome y me fui primero a San Luis, Mendoza, Córdoba, San Juan. Y no pude con mi genio y empecé charlas gratuitas para que la gente conectada con lo que me estaba pasando, con el dolor que estaba viviendo, no necesariamente un duelo, cualquier cosa que te esté doliendo, quiero que sepas que te podés parar en otro lugar. Yo hace 30 años que me entreno en el pensamiento positivo, que antes no tenía ningún fundamento, porque antes ese pensamiento positivo era una pobre con celo. Porque Méndez o Luis no tenían con qué demostrar qué es lo que le pasa a la mente con un pensamiento positivo hoy con estándares cerebrales. Y en un monitor ves perfectamente como si hicieras una ecografía, una radiografía, cómo llegás a un estudio profundo el cerebro. Ven las imágenes de lo que le pasa a tu mente, con un pensamiento positivo, cuando hay un pensamiento negativo se gasta mucha energía y el cerebro consume mucho más oxígeno. Hay un montón de cosas que están en juego alrededor, viste. Hay mucho del tema de la obesidad que tiene que ver con esto, con el pensamiento negativo y el estrés, porque es como si la glucosa te bajara el cerebro, pide consumir mucho y el cuerpo, con la glucosa que bajó, pide consumir dulce. Entonces vas a consumir y te creés que sencillamente porque sos golosa y no es que esté siendo golosa, sino que el grado de estrés que tenés hace que necesites un sacudón de azúcar, son cosas muy complejas, muy complicadas, que yo fui estudiando todo este tiempo.