Victorio D’Alessandro: “En el teatro se me cae la baba por la actuación”

Con un pie en el país y otro en España, el talentoso intérprete suma roles desafiantes sin quedarse en la zona de confort y el lugar que la industria audiovisual le reclama.

Victorio D'Alessandro es Rodrigo en El hincha, ficción dirigida por Alejandro Ciancio (El marginal) que puede verse en Flow. En los ocho capítulos de 45 minutos se cuenta cómo su personaje ingresa de a poco en el mundo de los barrabravas, rompiendo mandatos. Lo acompañan Luis Machín, Martín Slipak, Malena Villa, Silvina Acosta, Valentina Bassi y Nicolás García Hume. Hablamos con D’Alessandro para saber detalles del proyecto.

—¿Pudiste ver algo de la serie?

—Mirá, la verdad capítulos enteros no he visto, he visto escenas puntuales, bueno obviamente el tráiler, pero no vi capítulos. Estoy contento porque ya la forma en que encararon la serie, la forma en que la filmaron, mucha cámara en mano, plano secuencia, algo de mucho vértigo, me gustó. Es una historia que tiene intensidades desde que arrancás, como que empieza a correr el tiempo. Está la temática de la barra, pero también hay una familia con sus vínculos bastante frustrados entre padre e hijo, disfuncional en algún punto. El fondo barrabrava atraviesa un poco ese conflicto, y lo presenta mi personaje por las conexiones que hace a través de sus amigos que se vuelve a encontrar. Entonces es una historia interesante porque toca este lugar del fútbol pero sin caer en el lugar común de querer ir a mostrar nada más una barra brava, sino en cómo se puede meter una barra en una familia adinerada y cómo un pedido adinerado puede empezar a tomar escalafones en un lugar que no es un mundo, que no es un universo.

—La serie cuenta cómo Rodrigo se introduce o se sumerge en este universo por una cuestión de supervivencia, la ley del más fuerte. ¿Cómo fue para vos componer el personaje?

—Bueno, vos mismo lo dijiste, para mí es una historia de supervivencia, paralelamente a la historia de Rodrigo. Siempre intento buscar en los personajes, a veces construyo mucho de los dolores, lo que está reprimiendo, qué no me está diciendo este pibe y cómo actúa.

Ocurre en el caso de Rodrigo, por cómo está criado y la relación que tiene sobre todo con el padre, que es un poco el faro a seguir. En realidad no sé si él tiene, pero es la persona que es dueña de la empresa donde él trabaja.

Siempre lo tuvo bajo el ala, pero bajo la sombra, y siempre fue una persona muy relegada en la familia Rodrigo y sobre todo empezó a caer en las adicciones. La relación que tiene con el padre es una relación de mucha impotencia, no lo puede enfrentar y no se encuentra él en la vida, no encuentra su lugar. Por eso digo que la supervivencia en él aparece en la búsqueda de identidad misma, en una ambición que empieza a aparecer, pero justamente en todo este dolor que él no puede transitar enfrentando a su padre. Después lo va a poder aceptar a lo largo de la serie, esta búsqueda de identidad lo hace encontrar, o sea, termina en un centro de rehabilitación a raíz de un problema con drogas y se encuentra con un amigo de la infancia. La historia de este amigo es lo que yo digo que es la narración paralela de su supervivencia, está encontrando su lugar pero dentro de un nicho que es la barra brava, donde cada persona cumple una función. Es casi política la construcción que hay y él empieza a pensar mil cosas porque es un tipo muy rápido, es un tipo muy creativo y es cara dura. No tiene nada que perder, está en un momento de su vida donde está en un centro de rehabilitación, el padre no lo quiere ver en ningún lado, tiene muy mala relación con la familia salvo con la hermana que es la única esperanza a la hora de estar con la familia, su melliza que es interpretada por Male Villa. Su amigo lo lleva hasta los barras, empieza a encontrarse en un mundo que es muy ajeno a él pero a la vez muy cómodo para empezar a contar sus ideas, que siempre estuvieron echadas al tacho de basura por el padre. En este nuevo universo, él desde su labia y su creatividad empieza a encontrar cierta intelectualidad criolla para poder explicarse a los barras. Estas personas se dan cuenta de que su cabeza puede funcionar en el negocio de una mejor manera, es un pibito muy creativo. Empieza a encontrar su lugar, pero a su vez tiene algo dentro que es lo que laburamos con el lector que es casi especie de espejo que tiene con el padre, lo que él oiga el padre lo lleva a él, lo lleva a él adentro y lo termina consumiendo: él se termina comportando de la misma manera que se comporta el padre con los demás, con la gente de la barra. Empieza a escalar posiciones, a traicionar a su amigo, a la gente que conoce, nada le importa en todo este camino.

Por supuesto que el arco es tan lindo que le fuimos trabajando de a poco las tradiciones que tiene Rodrigo y que terminan forjando un carácter diferente al que tiene cuando entra. Eso me pareció súper interesante, el personaje que empieza a encontrarse; comienza a aparecer la verdadera imagen de este chico, eso también es muy interesante.

Nuevos desafíos y la exploración actoral

Victorio D’Alessandro, de espíritu inquieto, continúa en cine, televisión y teatro, buscando roles que lo desafíen. Estrenó en este último tiempo Existir, de Gabriel Grieco, El hincha y las obras Constelaciones y Sería una pena que se marchitaran las plantas.

—¿Cómo es no transitar los mismos lugares desde la actuación?

—La verdad que como actor tratamos de tener siempre la cajita de herramientas preparada, la intuición, el sentido común que por lo menos son los lugares que me agarro yo para la hora de crear. Es maravilloso que aparezcan estos trabajos que tengan esta dicotomía entre uno y otro. El personaje de esta obra de teatro fue muy lindo porque como decís vos toca otra tecla.

Cuando me cuentan lo de El hincha yo estaba en Buenos Aires haciendo funciones y empezaba a leer el personaje. Poder darle vida a un personaje que tenía diferentes cuerdas que yo no había tocado, con estas diferentes sensaciones que tiene este pibe como Rodrigo de estar con un pie en un lado y con un pie en otro, pero no encontrándose en el eje a mí como actor me hacen forzadamente a crecer. Me obligan a creer que la investigación y la experiencia que uno va acumulando siempre son parte del lugarcito para tomar herramientas. Sobre todo encontrar que cada personaje -como yo te decía, concebía mucho los personajes desde su dolor- tiene un lugar que por ahí cuenta a veces mucho más que lo que dice. A mí me pasa mucho en la obra de teatro que mencionaste: es justamente un pibe que no puede expresar nada y está como enfurecido. Su primer impulso sale frente a lo que le ocurre, en el caso de El hincha, la impotencia que lo lleva la relación con su padre, más allá de que lo lleva a un lugar de drogas, encuentra a un pibe que si te tiene que pegar un martillazo en la cara te lo va a pegar y no le va a temblar el pulso. Eso mismo habla del dolor contenido que tiene.

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