Virginia da Cunha: “Siendo disc jockey me conecté con el sonido del mundo”
En una charla íntima con este medio, la exintegrante de Bandana habló del nuevo oficio que le permitió pasar música hasta en el restaurante de Enrique Iglesias y Rafael Nadal
El salto a la fama de Virginia da Cunha ocurrió cuando integró Bandana, la emblemática banda pop que surgió a partir de un reality show llamado Popstars: tu show está por empezar. El grupo estaba integrado también por Valeria Gastaldi, Lourdes Fernández, Ivonne Guzmán y Lissa Vera.
Por ese entonces, hace 16 años, la rubia estudiaba Comunicación Social, pero abandonó la carrera para entregarse por completo a la música. De esta forma, su vida cambió de rumbo y ya nada sería igual.
Durante casi cuatro años, Bandana produjo un éxito tras otro como lo fueron sus 170 shows en el Teatro Gran Rex, las giras nacionales e internacionales y los 3.000.000 de discos vendidos. Además, en 2002 fueron la primera agrupación musical argentina en grabar la banda de sonido de una película infantil de Disney, Lilo y Stitch.
A mediados de 2005, las cinco jóvenes decidieron darle fin a su unión y cada una de ellas encaró proyectos diferentes. En ese momento, fiel a su espíritu libre, Virginia viajó alrededor del mundo, conoció diferentes culturas y llevó su música a todas partes.
A paso firme, la compositora construyó una sólida carrera como deportista, cantante solista, compositora e incipiente disc jockey. En una charla con este medio, la artista se refirió a sus pasiones y al estilo de vida que lleva.
—Durante 2016, cuatro de las cinco integrantes de Bandana regresaron para una serie de shows, pero ahora continuaron solo tres con el proyecto, ¿por qué fue así?
—Fue una decisión tomada previamente. Yo regresé solo para algunas presentaciones porque estaba en el mejor momento de mi carrera. Es decir, vivía de lo que amo, viajaba a todos lados, eso para mí es el éxito. Crecí musicalmente, uno debe ser fiel a su verdad y allí radicaba la mía. Fue hermoso volver a Bandana por un ciclo de shows, una especie de revancha por todo lo vivido cuando éramos más chicas.
—¿En qué momento comenzaste a trabajar como DJ? ¿Qué es lo que no se debe hacer?
—Hace seis años un amigo me invitó a pasar música en un evento. Lo miraba de reojo porque me parecía una involución, ya que yo componía y tenía un proyecto con cinco músicos. Una vez que lo probé, la experiencia derrumbó los prejuicios, tuve una herramienta más y siendo disc jockey me conecté con el sonido del mundo. Las bandejas son todo un instrumento para mí.
Una vez que viajé a Miami me propusieron musicalizar el restaurante de Enrique Iglesias y Rafael Nadal. Ahí estuve algunas noches, pero como soy inquieta no quería sofocarme quedándome en un solo lugar. Así que el año que viene iré a Ibiza para trabajar en otra de las sucursales que ellos tienen allá.
Con respecto al oficio, no hay que obsesionarse con las mezclas, sino buscar un estilo propio y más espontáneo.
—Inmersa en tantas actividades, ¿tenés tiempo para el amor?
—Le doy todo el lugar, aunque los años en los que viajé era difícil. Tuve la suerte de tocar en Grecia, Estados Unidos, Indonesia, y no podría pedirle a nadie que se ancle a mí. Hoy elijo trabajar menos, exijo ir acompañada y así puedo disfrutar de hacer todo. Estoy en pareja con alguien que es deportista, es su propio jefe, entonces todo es más simple de esa manera.