entrevista

Virna Molina y Ernesto Ardito presentan su nueva película

Tras la multipremiada Sinfonía para Ana, la dupla vuelve a la ficción indagando el alcance del nazismo en Argentina.

Tras presentarla con gran suceso en los festivales de cine de Málaga y Calcuta, Virna Molina y Ernesto Ardito estrenan en salas La bruja de Hitler, una poderosa producción en la que trabajan sobre cómo en el sur argentino convivieron jerarcas nazis con políticos y la sociedad civil. En diario Hoy cuentan detalles de su nueva película en conjunto.

—¿Cómo fue imaginar el proyecto, sabiendo lo ambicioso e impactante que iba a ser?

—Cuando empezamos el proceso de realización de esta película, no pensamos en lo ambicioso, sino en lo que la historia necesitaba, y le dimos libertad creativa para que crezca. Eso fue avanzando en complejidad y nos lo fuimos poniendo encima de nuestras espaldas y empujándolo sin pensar demasiado en lo difícil que podía ser, movidos por la pasión de hacer la película. En esa aventura se fue sumando el equipo, y recién cuando terminamos todo el recorrido y el film estuvo listo creo que tomamos conciencia de la hazaña. Si lo hubiéramos pensado al comienzo, nos hubiéremos paralizado y el film nunca hubiera existido. En relación a lo impactante, recién sabés si va a serlo o no cuando el film entra en contacto con el espectador, y es una incertidumbre total, aunque uno puede tener cierta intuición. Después de la reacción del público en Calcuta, ahí nos dimos cuenta de lo poderoso del film y de que lo que habíamos construido —algo original, que era trabajar el género de terror desde lo político—funcionaba.

—¿Y volver a trabajar juntos?

—Lo necesitábamos, porque nos enriquece mutuamente, porque salen cosas nuevas completamente distintas a las que podemos arribar en solitario. Ambas formas de realizar las sentimos necesarias y complementarias. Trabajando solos escuchamos rincones de nuestra voz más ocultos, en el trabajo colectivo se da un intercambio permanente de ideas que construyen conceptos que en solitario probablemente no existirían.

—¿Con qué les gustaría que se conecten los espectadores al verla?

—Nos gustaría que la película permita sentir el horror del odio desde la experiencia artística. El terror desesperante que el espectáculo cinematográfico te permite vivir. Porque justamente esto es ficción, es mentira, es un sueño o pesadilla. Para eso sirve el arte.

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