Avanza de gran forma el primer proyecto de restauración de algas en el país

La Fundación Rewilding Argentina viene llevando a cabo este proceso en las costas de la reserva Patagonia Azul, ubicada en Chubut. El objetivo es que el ecosistema vuelva a estar íntegro y sea completamente funcional.

El año pasado se procedió a dar inicio a un novedoso proyecto en el territorio nacional. El experimento, llevado a cabo y organizado por la Fundación Rewilding Argentina en las costas de la reserva de biosfera Patagonia Azul, consistió en restaurar una especie de alga roja llamada gracilaria gracilis, que debido a una serie de eventos cuenta en la actualidad con una clara disminución de su abundancia, lo que trajo aparejado un ecosistema más débil y menos sustentable.

La primera etapa consistió en plantar una hectárea dentro de una bahía cerrada llamada bahía Arredondo, en la costa del portal isla Leones. Tras el éxito de este primer proceso, se plantaron dos hectáreas más dentro de la misma bahía y el equipo a cargo, gracias a un importante monitoreo, ya puede observar al día de hoy cómo el alga gracilaria comienza a cubrir el fondo, generando un nuevo ambiente mucho más sano, fortalecido, completo y funcional.

“Como crece en fondos blandos, arena y fango, disminuye la acción y erosión de las olas en el fondo. De esta manera en los fondos con esta alga vemos una diferencia de altura con los suelos vecinos que no tienen cobertura de esta. También sirve como sustrato para el crecimiento de otras o como refugio para peces, crustáceos, moluscos y otros invertebrados marinos. A su vez, son fijadoras de dióxido de carbono, con lo cual contribuyen a la disminución de este gas que es uno de los principales en las causas del efecto invernadero”, le explicó a diario Hoy Lucas Beltramino, coordinador del proyecto e integrante de Rewilding Argentina, sobre la relevancia de esta especie. “Este proyecto es experimental y se está desarrollando en una pequeña bahía en Patagonia Azul, en bahía Arredondo. Allí ya plantamos dos hectáreas de forma manual. Esta tarea se realiza con dos buzos que van plantando manualmente mechones de alga en el fondo. Si esto sigue funcionando y vemos que la cobertura de gracilaria empieza a aumentar, en algún momento nos gustaría escalar la plantación a otras áreas, sobre todo a aquellas zonas en las cuales la exploración fue mayor y en las cuales ya no ocurren las arribazones, que son las llegadas a la costa de gran cantidad de alga desprendida por efecto del oleaje y el viento, que dieron origen a su explotación”, agregó el especialista.

Las algas de Patagonia Azul son el hogar de miles de especies marinas y durante un gran lapso de tiempo fueron un recurso económico relevante para la zona. Desde la década del 50, la gracilaria fue cosechada de las costas chubutenses para la extracción del agar-agar, un gelificante natural utilizado en la industria gastronómica y como espesante en la cosmética. Debido a que la actividad perdió rentabilidad y que las poblaciones del alga se redujeron drásticamente, hace unos 20 años que no se cosecha esta especie. A pesar de esto, derrames de petróleo y la llegada de una especie de alga exótica de gran potencial invasivo también explican el negativo contexto de la gracilaria, como a su vez el aumento de turbidez del agua como producto del lavado de los sedimentos de los campos que presentan alguna condición de sobrepastoreo y la pesquería de arrastre.

“La idea de este proyecto no es que retome la actividad extractivista sino recuperar las praderas de alga originales y en buen estado. Actualmente las concesiones dentro del parque aún existen, con lo cual no escalaríamos el proyecto de restauración mientras corra riesgo de ser extraído”, cerró Beltramino.

De esta forma, este proyecto de restauración de ecosistema que coordina la Fundación se suma a otros tantos que viene desarrollando desde hace años en otros puntos específicos del país, como en El Impenetrable o en Iberá.

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