ciencia
El rayo más poderoso no cayó a tierra: se disparó al espacio
Un estudio reveló que, sobre el cielo de Oklahoma, una nube emitió un “chorro” de 80 kilómetros y aproximadamente 300 culombios de energía. La transferencia de carga fue casi el doble de la más grande registrada anteriormente.
En un inesperado golpe de suerte, un científico radicado en Texas logró filmar desde un avión cómo una gigantesca descarga salía disparada desde la parte superior de una nube en Oklahoma antes de conectarse con partículas cargadas en la ionosfera. Esta especie de rayo, descubrieron los investigadores, se produjo muy cerca del centro de una gran matriz de mapeo de rayos (LMA). Además, estaba al alcance de varios sistemas de radar meteorológico y de una red de satélites de observación del clima. Todos esos datos combinados permitieron tomar nota del rayo más poderoso del que se tenga registro.
También conocidos como “chorros gigantes”, estos fenómenos son el tipo de rayo más raro y poderoso. Ocurre tan solo unas 1.000 veces al año y cada uno emite más de 50 veces la energía de un rayo típico. Este rayo, de acuerdo al estudio publicado en Science Advances, disparó 80 kilómetros hacia el cielo para rozar el borde inferior del espacio. Incluso, al estudiar la onda de radio del chorro con los datos satelitales y de radar, el equipo descubrió que el rayo movió aproximadamente 300 culombios de energía desde la parte superior de la nube hasta la ionosfera inferior.
“La transferencia de carga es casi el doble de la más grande anterior por un chorro gigantesco, y es comparable a la más grande jamás registrada para golpes de nube a tierra”, escribieron los investigadores. Asimismo, se descubrió que las emisiones de ondas de radio de mayor frecuencia del chorro provenían de pequeñas estructuras llamadas serpentinas, que se desarrollan en la punta de un rayo y crean una “conexión eléctrica directa entre la nube y la parte superior e inferior de la ionosfera”, dijo el autor principal del estudio, Levi Boggs, científico investigador del Instituto de Investigación Tecnológica de Georgia.
La corriente eléctrica más fuerte fluía considerablemente detrás de las serpentinas, en una sección llamada líder. Los datos también mostraron que mientras las serpentinas estaban relativamente frías, con una temperatura de aproximadamente 400 grados Fahrenheit (204 grados Celsius), el líder estaba muy caliente, con una temperatura de más de 8,000 grados F (4,426 C).
Los científicos aún no tienen del todo claro por qué los chorros disparan hacia arriba, pero es probable que se trate de algún tipo de bloqueo que impide que los rayos escapen por el fondo de una nube. “En ausencia de las descargas de rayos que normalmente vemos, el chorro gigantesco puede aliviar la acumulación de exceso de carga negativa en la nube”, concluyen los investigadores.