cultura
Carlos Cabrera, el cantor de La Plata que es sinónimo de tango
Fue durante un cuarto de siglo el cantor de la orquesta de Atilio Stampone y compartió escenario con algunas de las principales figuras del 2x4. Diario Hoy habló con él.
Nació en nuestra ciudad, en la avenida 7 entre 42 y 43, el 30 de junio de 1940. Época en que los grandes comercios lucían iluminados a giorno y los cines rebosaban de público. Años en los que un chico empezaba a soñar con ese futuro al que su voluntad y talento le permitirían llegar con los años: cantar con el trío de Néstor Marconi; compartir escenario con el Polaco Goyeneche; o ser la voz de una de las mayores orquestas de la historia del tango, la de Atilio Stamponi. Diario Hoy lo entrevistó para repasar algunos momentos de su historia.
—¿Qué imágenes tiene de la ciudad de su infancia?
—La primera imagen que me aparece es la de los 19 de noviembre, cuando delante de mis ojos de pibito, casi al alcance de mi mano, pasaban Evita y Perón, de pie en un automóvil negro rodeados de la fanfarria de Granaderos a caballo. El pelo de oro de ella y debajo sus ojos tristes, junto a la sonrisa gardeliana del General. Era un momento impresionante para un niñito de 8 o 9 años. Luego, las casas bajas y los adoquines del empedrado sobre el que, en la esquina de 7 y 41, jugábamos al futbol hasta la noche, frente a la panadería Sarmiento.
—¿Cómo era su casa?
—Era de las llamadas “casa chorizo”. Puerta de calle, luego puerta cancel, y después los enormes patios de la infancia con infinitas habitaciones asomando y la familia festejando cuanto aniversario había... Eran fiestas inolvidables llenas de italianos (mi vieja era italiana), entre ellos el tío cantor de tangos, pintón y de voz maravillosa. Tal vez de allí viene mi vocación por el canto...
—¿Cómo ingresó a la orquesta de Stampone?
—Yo había grabado un disco con temas míos y uno que me habían escrito Homero Expósito y Berugo Carámbula, con quienes había hecho una gran amistad. Stampone estaba proyectando un disco acerca de los mayores amores de su vida. Las letras eran de Eladia Blazquez, y andaba buscando una voz nueva que respondiera a sus expectativas. El disco llegó a manos de Stampone y, al ver un tema de Homero, lo llamó para que nos reuniéramos. Así comenzó una historia que duraría unos 24 años.
—¿Cuáles considera que fueron los momentos cumbre de sus años en esa orquesta?
—Uno de ellos fue el espectáculo Frente a Frente con la Orquesta de Osvaldo Pugliese, donde las orquestas formaban juntas en el escenario y se alternaban en los tangos. Fue un éxito enorme. Otro momento, los tres años corridos de actuación en el mítico Caño 14. Pisar ese escenario fue algo mágico. Otro fue la grabación del discoVivencias, con letras de Eladia Blazquez, y disfrutar el ser dirigido por esta mujer portentosa y de enorme corazón.
—¿Puede contar alguna anécdota con el Polaco Goyeneche?
—Actué en el Café Homero durante 10 años corridos con los grandes de ese momento: Goyeneche, Rubén Juarez, el Negro Lavié y Luis Filipelli. Tuve una gran amistad con el Polaco que ya venía del Caño 14. Un día se apareció en mi camarín con un saco negro, hermoso... y me dijo: “Yo quisiera que usted tuviera algo mío pibe”. Y ahí nomás me dió el saco. Luego, fallecido ya el Polaco, escribí un tema titulado El saco del Polaco, que dio origen a un CD con el título de ese tango.
—¿Cómo era Rubén Juarez?
—El Negro Juarez era un artista genial. No solo cantando sino tocando el bandoneón. A veces impensadamente me llamaba al escenario y me acompañaba con su fueye. Era una delicia cantar acompañado por él.
—¿Puede compartir algún momento de su vida que quiera salvar del olvido?
—Hubo momentos extraordinarios y otros abiertamente malos. Como debe ocurrir en la vida. Prefiero recordar los buenos. Los viajes. Los públicos multitudinarios en Suiza, en Chile, en Cuba junto a Héctor Negro en el Teatro Nacional de la Habana repleto, las diez veces. El haber sido acompañado por los mas grandes del género, como Néstor Marconi, Leopoldo Federico, Suárez Paz, Agri, Aníbal Arias, Bragatto, Osvaldo Tarantino, Julio Pane, Daniel Binelli, y otros que la memoria olvida.
Del ayer al hoy
Hoy, a los 82 años, Carlos Cabrera sigue presentándose en recitales y cantando: “Me doy el lujo en estos momentos de cantar con una gran orquesta, Orquesta de Tango Norte, dirigida por una mujer bandoneonista: Anita Escalada. Ana quiere mantener en alto la presencia de las grandes orquestas, tal cual lo eran en los año 40. Seguramente quedan cosas en el tintero. Son 50 años con el tango y son muchas las cosas que hice. Ahora solo pienso en lo que me queda por hacer que, si la vida me lo permite, será mucho...”.