De la ciudad, al pueblo: por semana, unas 300 familias quieren migrar al interior

El contexto de aislamiento que impuso la pandemia promovió el interés por repoblar el interior del país, donde se puede encontrar ­ más libertad y seguridad.

La pandemia no solo introdujo nuevos hábitos y costumbres en la vida de las personas, sino que reconfiguró el horizonte de expectativas y deseos. Este tiempo de aislamiento disparó las consultas de muchas familias para mudarse de las ciudades a los pueblos del interior; se trata de un fenómeno que venía ganando te­rreno antes de la pandemia y que en los últimos meses se aceleró.

“Hay un cambio de paradigma que se ha acelerado porque esto es insostenible: la ciudad está expulsando gente y, si se le da la oportunidad, la gente se va porque en la ciudad sobrevivís, pero en el pueblo recuperás vida”, reconoció semanas atrás a diario Hoy Cintia Jaime, directora ejecutiva de la fundación Es Vicis, una ONG que ­promueve el repoblamiento rural y que recibe 300 solicitudes semanales de familias que quieren salir de la ciudad.

El gran hacinamiento en las ­ciudades y un universo de posibilidades laborales acotadas fueron, históricamente, las causas que promovieron los traslados. Sin em­bargo, el advenimiento de la pandemia sumó factores, como la búsqueda de mayores libertades y vidas más confortables en ámbitos rurales.

Desde el año 2007, Proyecto Pulpería trabaja para reivindicar, revalorizar y conservar la vida rural. En este sentido, promueve iniciativas de desarrollo en pequeñas localidades y ayuda a mejorar la calidad de vida de sus habitantes; además, trabaja sobre iniciativas y emprendimientos para apuntalar el turismo rural y las visitas a los pueblos.

Leandro Vesco, quien está al frente del proyecto, aseguró a este multimedio que “la cuarentena golpeó en el centro emocional de las personas, en el nervio de nuestra identidad, que es el encuentro, como puede ser la celebración de una comida, una charla o un momento compartido: la libertad, en definitiva. La cuarentena nos quitó gran parte de nuestra i­dentidad”.

En la misma línea, explicó: “La urbanidad vio con mucho deseo la vida rural, porque en ese ámbito la vida siguió desarrollándose bajo los patrones de la normalidad: la gente continúa juntándose, están abiertas las pulperías, y las plazas se llenan de niños. La gente se junta, se reúne, se encuentra: la normalidad que todos deseamos. Entonces, el ­ciudadano urbano encuentra en los pueblos una reserva de la normalidad, una vuelta al pasado reciente al que todos deseamos regresar”.

“Una vida más humana”

En 2015, Proyecto Pulpería dirigió una campaña de repoblación de Gascón, en el partido de Adolfo Alsina, que finalmente fue un éxito, con la ocupación de diez plazas. No obstante, para migrar a ese pueblo del interior recibieron cerca de 40.000 solicitudes provenientes de toda la Argentina.

“La gente busca en los pueblos libertad, seguridad y cordialidad, algo que se ha perdido en la ciudad. Además, se come mejor, se sueña mejor, se interrelaciona de una forma más amable y humana. Hay más seguridad y menos violencia, y la educación es buena”, detalló Vesco, y apuntó que incluso “la ecuación monetaria en el pueblo es diferente a la de la ciudad: no hay consumismo, hay poco en qué gastar, y se da la cuestión de que uno puede producir su propio alimento”.

“En definitiva, en la vida rural se conservan los valores que hacen a la vida mucho más humana y disfrutable”, concluyó Vesco.

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