cultura

Domingo Faustino Sarmiento y una contradictoria relación con La Plata

Cuando se fundó nuestra ciudad, el sanjuanino trabajaba en el Consejo Nacional de Educación. En un primer momento fue un crítico acérrimo, luego, un admirador.

Si bien se enteró Domingo Faustino Sarmiento de la decisión de fundar la capital de la provincia de Buenos Aires en las Lomas de Ensenada, fustigó la decisión en un artículo periodístico, pronosticando que muy pocos serían los que se radicarían en la ciudad: “Porque en cuatro siglos de descubierto aquel puerto, y diez años después de estar dotado de ferrocarril, no ha podido reunir siete mil habitantes, según el re­ciente censo”.

Creía que las ciudades y su crecimiento resultan de las condiciones naturales y geográficas de su emplazamiento, y no pueden fijarse a priori: “El puerto no será puerto, porque no se va por allí a ninguna parte, si no es a esta Ciudad de Buenos Aires; y la capital de Tolosa será una fruta pasmada, o un niño atrofiado desde su nacimiento”.

El gran temor de Sarmiento era que La Plata se convirtiera en la capital de la Nación: “El pensamiento dominante en el proyecto de capital marítima es crear una Nación, en lugar de dar cabecera a una provincia”. A medida que se acercaba el 19 de noviembre de 1882, va atemperando su encono. Elogia el plano original de la ciudad: “Hemos visto un hermoso plano para un Bois de Boulogne (…) en los altos que dominan la Ensenada y sobre los terrenos que pertenecieron al finado Iraola”.

No asistió a la ceremonia de colocación de la piedra fundamental en la Plaza Moreno, pero aceptó que se coloque su retrato en el óleo que Dardo Rocha encargó para dar cuenta de la magna ceremonia. Sarmiento recién visitó nuestra ciudad el 25 de junio de 1884. No tuvo temor a desdecirse, a reconocer la pujanza de la ciudad, los logros alcanzados. Así le escribió al gobernador Carlos D’Amico: “La potencia activa del país, reflejada en el desarrollo de La Plata (…) excede a todo lo que la América Latina ha presenciado desde su emancipación”.

Un año después, Domingo Faustino Sarmiento vuelve a nuestra ciudad para asistir a la inauguración del Museo de Ciencias. Y dice: “El espíritu argentino ha venido desde la independencia atesorando nociones sobre edilidad, higiene, ornato y arquitectura civil. Ustedes lo ven en La Plata; es una ciudad ideal, de amplitudes grandiosas, donde antes había estrecheces, dotada de palacios para cada función del organismo; pero plazas, estaciones, avenidas, capitolios, bancos, bibliotecas, tan vastos que se ve que no es para el presente que se construyeron, sino para una generación venidera y una gran ciudad presunta”.

En el diario Debate, cuando está por cumplirse el tercer año de la fundación, escribe: “Cuando hemos visitado La Plata por tercera vez, dos ideas nos han salido al encuentro como a darnos la bienvenida. La primera se refiere al plan de la ciudad, y es que la educación del pueblo argentino ha hecho progresos in­mensos en estos treinta años que van desde la caída de Rosas”.

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